Atractivos de un carisma.
por Sonia Vargas-Andrade (Bolivia)
En esta ocasión, Chiara Lubich nos habla específicamente de la amistad. Leyendo a san Agustín1, en el año en que ella lanza la espiritualidad de la unidad o comunión como núcleo central de su carisma, realiza un parangón entre las características con que el santo filósofo describe la amistad y su propia vida comunitaria en el Focolar. Lubich quiere mostrar que una espiritualidad de comunión contiene las peculiaridades más bellas de la amistad. El escrito nos vuelve a colocar en la sencillez y originalidad del amor recíproco, que se construye y fortalece a partir de un amor concreto, humano y sincero:
Encontré una página… de san Agustín, que habla de la amistad con los suyos2. Él tenía amigos, pero amigos en Cristo, en Jesús. Primero crea una especie de amistad. Luego, de la amistad sube un poquito más y llega a la caridad, y después de la caridad llega a la unidad; pero momentáneamente no se da aún una espiritualidad colectiva. Él describe su amistad diciendo, sin decirlo, que es una primera etapa, porque es como el «anzuelo» para poder llegar a la caridad y a consumarse en unidad. Entonces, describe la amistad, pero no la unidad. (…) [Ahora bien,] él describe la amistad, yo les digo cómo es en mi focolar a partir de este concepto de amistad. Dice: “Los coloquios”; bien, nosotros conversamos muchísimo. Por aquí no pasa nada que después no salga, que no lo diga… a las demás. (…) “Las risas, en compañía”. ¡Y cuántas! Si todavía estamos aquí, si todavía tenemos la fuerza para vivir, con todas las tensiones que ha exigido el Movimiento de los Focolares, creo que en gran parte se debe a las risas, muchas… porque descargan. Pero no lo hacemos por descargarnos, sino porque hay circunstancias que hacen reír. Pero lindas, lindas, todas lindas. El “Intercambio fraterno de atenciones afectuosas” es cierto. ¡Pero qué lindo vestido…! ¡Realmente el rojo te sienta muy bien, te queda realmente bien! ¡Por qué no te planchas esos pantalones! “Las lecturas comunes”. Es siempre así. Yo leo el libro del Papa: todas lo leen también (…) Leo el Catecismo de la Iglesia católica: todas leen el Catecismo de la Iglesia católica. No hay nada que yo lea que después no se los pase. “Los libros amenos”, también. Si son libros simpáticos, bonitos… que hacen reír… ¡Claro! “Los pasatiempos comunes”, también. Los partidos de fútbol, por ejemplo, los miramos. Forman parte de la caridad recíproca. “Los desacuerdos ocasionales”. También suceden: “¡Mira qué estás exagerando!”. No nos callamos por conveniencia o por respeto, o por diplomacia. Se dice: “¡Qué exagerada!”. “Desacuerdos ocasionales sin rencor”, sin rencor, como de un hombre consigo mismo. “Los muchísimos acuerdos”. ¡Es así! ¡Es cierto, Chiara, es así! Frecuentes acuerdos. “Ser cada uno para los demás una vez maestro y otra, discípulo”, es así. Cuando estaba enferma, Eli3 era mi madre; realmente era así, y también Gis. Apenas estoy mejor, soy yo la madre: Luego dice esto… que es muy cierto: “Nostalgia impaciente de quien está lejos”. ¡Pero Gis todavía no llegó! Ya son las doce y media. Es hora de almorzar. ¡Pero Eli, ven! Sí, nostalgia. “Recibir con alegría a quien regresa”. ¡Por fin! Dice san Agustín: “Con estas y otras señales semejantes –que nacen del amor del corazón de los que se aman mutuamente y que se manifiestan en el rostro, en la palabra, en los ojos y por otros mil gratos gestos– son como el anzuelo de la llama que funde las almas, y de muchas hace una sola”.