Atractivos de un carisma
Por Sonia Vargas-Andrade (Bolivia)
Chiara Lubich ha escrito reflexiones sobre la Semana Santa en numerosas ocasiones. Esta vez les presentamos un escrito de 1998. Chiara se encontraba en Argentina, en la provincia de Buenos Aires y de manera llamativa, quizá porque entró en la religiosidad mariana de nuestros pueblos, colocó en cada día de la Semana Santa una actitud de María, situándola de manera central y como el prototipo de todo cristiano. En los tiempos que corren, donde la mujer en la Iglesia quiere encontrar un lugar más visible, nada mejor que seguir los pasos de María. Lo bello del carisma de Lubich es que llama también a los sacerdotes, diáconos y al pueblo de Dios a ser marianos.
¡Es Jueves Santo!
¡Qué concentración de misterios que nos atañen!
Revisémoslos, teniendo presente a María, con una atención especial. Es Ella quien nos acompaña en este período.
Jueves Santo: ¡Institución de la Eucaristía! ¿Qué habrá pensado María en ese día? Habrá sentido en su corazón –pienso yo– un estremecimiento de alegría: la inmensa felicidad que le trajo a Ella el haber podido ser instrumento de la venida de Jesús sobre la tierra, ahora es la Iglesia que sobre toda la tierra podrá obrar un milagro semejante, celebrando la Eucaristía.
¡Cómo mirará hoy María la tierra, tan rica de la presencia de Su Hijo!
Jueves Santo: Institución del sacerdocio
¡Los sacerdotes! ¿Quién más similar a María que el Sacerdote? ¿Quién puede medir su dignidad, su divina posibilidad de volver a traer a Jesús al mundo?
Jueves Santo: Mandamiento nuevo: “Ámense como yo los he amado”.
Pongan estas palabras en los labios de María y verán cómo le están bien. ¡Cuánto nos ha amado! ¡La Desolada! Y ha amado a cada uno de nosotros personalmente, porque así ama una madre. Y a todos juntos, como su familia.
Jueves Santo: Testamento de Jesús
Es el Espíritu Santo quien nos congrega en unidad. Pero María le agrega un “algo más”, justamente porque es madre y no puede ser más que así (madre).
Queridísimos:
Reavivemos hoy todos estos tesoros de la Iglesia ciertamente, pero que también son nuestros. ¡Y estaremos agradecidos al Cielo!
En espera del día de mañana, para poder decir a Jesús Abandonado, especialmente en este período: “Eres tú, Señor, mi único bien”.
Para que con el Sábado Santo, en especial compañía de María, y el día de Pascua, con el esplendor del Resucitado, podamos gritar:
“Que los hombres vean también nuestras buenas obras y GLORIFIQUEN AL PADRE”1.
[1] Chiara Lubich, Buenos Aires, 09.04.98, publicado en https://www.focolare.org/conosur/news/2018/03/29/chiara-lubich-en-argentina-jueves-santo-de-1998/