Inundaciones – La crisis cultural que atraviesa el mundo de hoy se da en el contexto de una transición histórica hacia nuevos paradigmas. En este escenario, el Centro para el Diálogo con la Cultura Contemporánea nuclea y quiere acompañar a quienes están diseñando y profundizando líneas de pensamiento que contribuyen a renovar la cultura.
Por Osvaldo Barreneche (Argentina)
La vocación al diálogo ha sido una característica primordial del carisma de Chiara Lubich desde los inicios del Movimiento por ella fundado en 1943. Otro era el mundo entonces. Era un planeta en guerra total y hablar de diálogo en aquel momento constituía, realmente y, entre otras cosas, un acto contracultural. Así las cosas, pasaron varias décadas desde entonces, durante las cuales la creciente comunidad internacional de los Focolares fue difundiéndose y entrando en las culturas del mundo, no como observadores externos, sino como protagonistas, codo a codo con las personas de cada lugar a donde el Ideal de Chiara llegaba. Es así que el diálogo con las culturas fue primero, y antes que nada, una experiencia de inmersión y de amor por cada una de ellas. Con personas consagradas que transcurrieron la mayor parte de su vida adulta viviendo alegrías y tristezas, injusticias y dolores, junto a las comunidades de esos ambientes. Por eso, la misma Chiara, en otro momento maduro de su vida, en 1998, entiende que ha llegado el momento de profundizar en la comprensión de las realidades culturales florecidas a partir de todas esas cuantiosas experiencias precedentes.
No se trata, según Chiara, de una comprensión que se detiene en el mero entendimiento de la realidad. Se trata de promover el nacimiento de una cultura nueva, capaz de “dialogar” con la sociedad contemporánea y con los varios mundos profesionales. Nacen, de este modo, las “inundaciones”, nombre popular que Chiara le da a esta iniciativa, aportando un nuevo significado a este término originalmente utilizado por Juan Crisóstomo, uno de los Padres de la Iglesia, para quien la sabiduría cristiana era como un río que, poco a poco, inundaba todas las realidades humanas.
El Centro para el Diálogo con la Cultura Contemporánea del Movimiento de los Focolares tiene por finalidad promover el intercambio, la cooperación, la acción conjunta con los diversos actores e instituciones ligadas al mundo de la cultura en sus diversas expresiones en todo el mundo. A partir del estudio, la investigación y la producción académica y científica compartida, el Centro busca ahondar en líneas de pensamiento y acción que contribuyan a una novel comprensión de nuestra propia interioridad y de nuestro vínculo con los otros, con la naturaleza y con la idea trascendente de absoluto.
Estas líneas de pensamiento y acción representan el inicio y continuidad de un diálogo, caracterizado por la reciprocidad con el mundo de la cultura en sus varias expresiones, en sus diferentes disciplinas. En la actualidad, el Centro promueve y participa en actividades académicas vinculadas a disciplinas tales como la política, la economía, el arte, la comunicación social, la pedagogía, la psicología, la sociología, la medicina, el derecho, la arquitectura, la ecología y el deporte. Dicho diálogo es llevado adelante por Secretarías Internacionales y por grupos de estudio e intercambio académico y profesional, que existen en diferentes países, y que tienen como espacios de encuentro los congresos, seminarios, foros, talleres, como así también la utilización de los medios de comunicación de los que hoy disponemos. Se trata de ofrecer el aporte de un bagaje de ideas, de contribuciones culturales y también de experiencias existenciales constructivas.
Estos no son esfuerzos aislados o disciplinariamente contenidos. La cooperación transversal, transdisciplinaria, es una de las características metodológicas de esta propuesta de diálogo con las culturas contemporáneas. Aquí, el sentido singular y plural de la palabra cultura viene resaltado. Ambos coexisten, porque es cierto que hay culturas diversas en el mundo y, en su diversidad, se realiza la riqueza del diálogo buscado. Pero también hay rasgos comunes, propios del ADN cultural de la Humanidad, que son puestos en luz. Es lo que nos une como seres humanos, habitantes todos del mismo planeta.
Este diálogo cultural está abierto a cuantos advierten la urgencia de ofrecer una respuesta a los desafíos que tenemos delante, para elaborar un pensamiento y una doctrina, inspirados en la fraternidad universal (o “sorfraternidad universal” para resaltar su componente inclusivo) en los varios ámbitos de la cultura. Esto no significa uniformidad. Todo lo contrario. Se trata de un discurso plural con distintas formas de pensar, abierto a las ideas y perspectivas, de ayer y de hoy, no tanto para contraponerlas sino para generar un “producto cultural” innovador.
La fragmentación actual afecta particularmente el saber, las ideas, el pensamiento. Los diferentes mundos culturales no sólo no interactúan, sino que se evitan, se rozan e incluso chocan, desencadenando relaciones conflictivas en el tejido social y a nivel internacional. Por todo esto se hace necesario y urgente promover una cultura nueva, aquella que vislumbró Chiara Lubich en 1998, portadora de valores positivos, capaz de poner en el centro de los intereses culturales a la persona humana con toda su dignidad, con su capacidad de relacionarse, con su apertura a la trascendencia, como sujeto idóneo para donar al mundo un rostro y una dinámica más acorde a las aspiraciones de las personas y de los pueblos •
Este artículo es el primero de una serie de entregas destinadas a las “Inundaciones”, que desde Ciudad Nueva iremos publicando mes a mes de aquí en adelante.