Hábitos de consumo – Para utilizar la energía de manera responsable existen dos conceptos muy importantes que podríamos tener en cuenta: eficiencia y ahorro energético. Son dos ideas que, aunque se complementan, no significan lo mismo.
Por Laine Lezcano (Paraguay)*
La energía es y ha sido un componente fundamental del desarrollo humano. Pero, ¿qué es exactamente la energía y por qué es tan importante?
La energía se define como la capacidad que tienen los cuerpos para realizar trabajo. Esta capacidad se manifiesta de diversas maneras en nuestro entorno cotidiano. Por ejemplo, la energía se puede observar en el esfuerzo que realiza una persona al correr, en el movimiento de una hoja que cae de un árbol impulsada por el viento, o incluso en el calor que una madre transmite a su hijo a través del contacto corporal. Es así que la energía está intrínsecamente ligada a nuestras actividades cotidianas y desempeña un papel crucial en nuestra vida, bienestar y desarrollo.
Sin embargo, actualmente la relación entre energía y desarrollo enfrenta grandes desafíos a nivel global, como el cambio climático, la escasez de recursos naturales y la necesidad de garantizar un acceso equitativo de servicios básicos a todos los miembros de nuestra sociedad. La importancia de la energía radica en las posibilidades que ésta nos ofrece para impulsar el desarrollo y mejorar la calidad de vida de las personas. Es decir que se trata de un medio y no de un fin. Un medio para desarrollarnos de manera individual y como sociedad. No obstante, si no logramos que este recurso llegue a todos, no estamos haciendo un uso responsable e incluso inteligente.
¿Cómo podemos utilizar la energía de una manera responsable?
Ante esta pregunta surgen algunas alternativas. En principio, existen dos conceptos muy importantes que podríamos tener en cuenta para hacerlo: eficiencia y ahorro energético. Son dos ideas que, aunque se complementan, no son sinónimos, por lo que no significan lo mismo.
La eficiencia energética implica utilizar menos energía para producir y/o proporcionar el mismo nivel de confort o, en su defecto, utilizar la misma cantidad de energía para generar mayor producto o servicio. El ahorro energético, por su parte, implica hábitos o conductas asociadas a disminuir el consumo energético. Ambos conceptos son útiles y podemos implementarlos en nuestra vida cotidiana. Cuando optamos por tecnologías, por ejemplo electrodomésticos, con bajo consumo energético o que posean etiquetados de alta eficiencia energética, estamos haciendo un uso más eficiente de la energía.
Además existen otras estrategias como la domótica, que nos permite gestionar de forma inteligente diversos sectores de nuestros hogares, como iluminación, climatización, agua caliente sanitaria y electrodomésticos, de manera que podamos aprovechar mejor los recursos naturales.
También podemos optar por introducir, de manera gradual y a medida que lo necesitemos, energías renovables en nuestros hogares. Un ejemplo interesante es el uso de sistemas de termocalefones solares, que permiten calentar agua mediante el aprovechamiento de la luz solar.
¿Cómo ahorrar más energía?
Cuando reducimos el consumo energético porque decidimos modificar nuestras acciones, como utilizar luz natural en lugar de luz artificial para disminuir el consumo de electricidad, estamos implementando medidas de ahorro energético. Entonces, ¿cómo ahorrar más energía?
Algunas medidas son desconectar por completo los aparatos electrónicos cuando no sean utilizados, sin dejarlos en reposo o stand by. Muy a menudo se da el caso de dejar el cargador del celular o la notebook conectados sin que estén en uso propiamente. Otra medida es apagar las luces de una habitación que no se esté utilizando, aprovechar la luz natural en la mayor medida posible, tapar sartenes y ollas para acelerar el proceso de cocción, planificar los lavados en lavarropas de manera tal que no realicemos un lavado completo por pocas prendas, cerrar las ventanas cuando estén encendidos el aire acondicionado y/o la calefacción, y muchas medidas más relacionadas con hábitos y que son fáciles de implementar inmediatamente en nuestra cotidianidad.
¿Cómo ser más eficientes energéticamente?
Muchas de las medidas de eficiencia no son fáciles de aplicar inmediatamente, ya que implican una implementación o cambio de tecnología. Sin embargo, si las tenemos presentes podemos planificarlas para el futuro. Por ejemplo, tener una vivienda bien aislada, con materiales aislantes que permitan una mejor climatización; elegir electrodomésticos con etiquetas de clasificación de alta eficiencia energética; usar bombillas de bajo consumo o bombillas LED, apostar por energía limpia y renovable, entre otras.
Un cambio social, cultural, técnico y económico
La implementación del conjunto de acciones mencionadas está enfocada en mitigar el cambio climático como parte de lo que se conoce como transición energética, un proceso que no podemos retrasar más porque nuestro planeta y los grandes desafíos que presenta no pueden esperar. Sin embargo, no se dará de la noche a la mañana y tampoco existe una receta única para llevarla a cabo, por lo que es necesario que estas acciones contemplen, además de aspectos técnicos y económicos, aspectos sociales y culturales, de manera tal que no se deje a nadie atrás. Para que este proceso de cambio sea exitoso, es vital la información y concientización de la población en la importancia de estos temas.
Desde nuestro lugar podemos sumar a esto, comunicando, transmitiendo, pero sobre todo siendo ejemplos. Ser fiel en lo poco es tan importante como ser fiel en lo mucho •
*La autora es Ingeniera en Energía