Habitar la periferia

Argentina – La experiencia que hemos vivido junto con el CESI (Centro Educativo San Ignacio) y el Movimiento de los Focolares ha sido un verdadero laboratorio de fraternidad, en el que se juntaron fuerzas para un objetivo común. Una instancia que permitió acompañar a adolescentes y jóvenes deseosos de encontrar valores y un nuevo modelo de vivir las relaciones de amistad que les ofrece caminar hacia un futuro mejor. 

Por Israel Coelho, Pablo Sorrentino, Milagros Aranda y Pablo Stenico

Para muchos adolescentes y jóvenes, habitar las periferias de una gran ciudad como Buenos Aires representa una experiencia desafiante. Muchas son las situaciones que deben enfrentar para vivir una adolescencia y juventud que les permita soñar con un futuro mejor.   

No es distinto para los chicos de Villa de Mayo, en el municipio de Malvinas Argentinas, al noroeste de Buenos Aires. A través de la convivencia, de compartir los mismos espacios, costumbres y desafíos, construyen su identidad como chicos del barrio. Sin embargo, muchos deben convivir también con la violencia familiar y callejera, la pobreza y la falta de espacios de convivencia saludables. Sin tener acceso a otros espacios educativos o recreativos )por lo general la vida se restringe al fútbol, fiestas y noches con los amigos corriendo riesgos en muchos casos).

En este contexto, desde hace más de treinta años, la Fundación Manos abiertas, creada en 1992 por el ahora Cardenal Ángel Rossi (jesuita) y un grupo de matrimonios, hace parte cotidiana de la comunidad barrial de Villa de Mayo, sembrando su lema de Amar y Servir. Y, en ese camino de servir a todos, especialmente a los más frágiles y necesitados, crea en 2006 el Centro Educativo San Ignacio (CESI). Un espacio para la educación no formal, con propuestas educativas para todos los niveles. Los chicos reciben apoyo escolar diario, talleres de educación en el arte, informática, salidas educativas y colonias de verano e invierno. De este modo, se les brinda a los chicos y chicas un espacio saludable donde pueden jugar, aprender, y desplegar su personalidad y potencialidad. Es decir, desarrollar habilidades para la vida, así como también los valores cristianos que siempre están presentes de manera transversal en todas las propuestas, servicios y actividades. En este sentido, buscando que los jóvenes se fortalezcan en la opción consciente de vivir estos valores espirituales, invitamos al Movimiento de los Focolares a traer el proyecto Sendero Joven al CESI, allá por septiembre de 2021.

La historia del proyecto Sendero Joven en el CESI está teñida de transformación, paciencia y esperanza. Se trata de un itinerario enfocado en adolescentes y jóvenes, a partir de los 15 años, en el cual se realizan talleres de formación humana y formación espiritual. En paralelo, también se lleva adelante un programa específico basado en la fraternidad, con actividades ecológicas, deportivas y culturales, a través de Chicos por un Mundo Unido.

Al inicio, uno de los mayores desafíos fue la perseverancia. Resultó un trabajo de hormiga lograr que se apropiaran de ese espacio y sintieran que les pertenecía. Si hay algo que la periferia enseña es a desestructurar la expectativa, las propias verdades acerca de cómo son las cosas, a desarmarse de los prejuicios y, en este caso, no fue diferente. Por eso hizo falta mucha perseverancia también por parte nuestra, para seguir sosteniendo el espacio aún en los momentos más difíciles y seguir caminando.

La experiencia que hemos vivido junto con el CESI y el Movimiento de los Focolares ha sido un verdadero laboratorio de fraternidad, en el que se juntaron fuerzas para un objetivo común. Un laboratorio que permitió acompañar a adolescentes y jóvenes deseosos de encontrar valores y un nuevo modelo de vivir las relaciones de amistad que les permita caminar hacia un futuro mejor. 

Testimonios

Kevin Diaz: En 2021 empecé Sendero Joven. Al inicio éramos pocos, después se sumaron más chicos. Para mí, el Sendero Joven ha sido una experiencia inolvidable por todas las herramientas que me ha dejado a nivel espiritual y me ha ayudado a enfrentar a muchas cosas que me habían pasado. Era un momento de mi vida en el cual prácticamente no lograba dormir por problemas familiares, problemas externos como el bullying, y problemas que no me dejaban comer. Ha sido una experiencia que me ha ayudado a perdonar a mucha gente que me había lastimado mucho. También me enseñó el significado de la resiliencia, que es el tema de uno de los talleres que más me han impactado. Pude dejar atrás el pasado, aunque cada vez que lo recuerdo (porque forma parte de lo que soy hoy) lo hago sin ningún tipo de remordimiento y resentimiento. De este modo, pude liberarme de muchas personas que me hicieron daño y pude perdonarlas, hasta incluso ayudarlas. El Sendero Joven me dio muchas oportunidades que me llenaron espiritualmente. Poder ayudar a ancianos, a gente de un hogar de niños o de un asilo, fueron experiencias que jamás podré olvidar. Cuando alguien me señaló una vez que le gustó lo que yo le dije, me pareció algo increíble haber ayudado a esa persona sin ninguna otra intención. Todo esto me ha hecho decidir que quiero ayudar a cualquier persona que se cruce en mi camino, tratando de ser honesto conmigo mismo para poder sacar mi mejor versión, no por mí sino por los demás, para Dios, porque lo único que nos quedará en nuestros sentimientos, que pueden ser muy volátiles, es la fe en Dios. Dios es inamovible, es un amor único que no tiene nadie. Me siento super amado, creo que a partir de la experiencia en el Sendero Joven pude conocer lo que es Dios y lo que significa. Gracias.

Zoe: Para mí el Sendero Joven es un lugar donde uno puede expresarse, compartir, aprender, saber comprender al otro y saber escuchar. También te ayuda a poder descubrirte y ser mejor persona. Es el lugar donde uno puede ser sí mismo sin ser juzgado.

Lauti: Yo empecé en 2022 en Sendero Joven. Me invitaron, entré, y la verdad es que me integré con una familia que me explicaba las cosas y me hacía entenderlas. Pude expresarme más, y dejé de ser alguien que no sabía demostrar amor. Sí, tengo que seguir cambiando, pero la vida me va a guiar. Me espera todo un camino en el Movimiento de los Focolares y más. Aunque siga habiendo muchos momentos felices o tristes, siempre estaré con mi grupo hermoso, para saber cómo actuar y seguir el propósito de ayudar a los demás. No cambiaría nada de lo que me pasó en este lugar tan hermoso, o, como le digo yo, “familia”. Sinceramente, Sendero Joven y el Movimiento de los Focolares son increíbles, algo tan hermoso, sin explicación. 

Grupo de Chicos por un Mundo Unido: Acompañamos chicos de entre 12 y 14 años, y es impactante ver los cambios que se pueden observar después de dos años junto a ellos. Algunos llegaron con historias muy duras, y, sin embargo, poco a poco y a su tiempo, cada uno de los chicos realizó los pasos que necesitaba dar. 

Nadiria Nuñes: Tengo 13 años, y desde que empecé a colaborar con Chicos por un Mundo Unido cambié mucho, me siento bien emocionalmente, me gusta el grupo y el ambiente. Desde que estoy acá me siento bien, me ayudó a cambiar mis pensamientos, expresarme y compartir más y por eso sigo acá para aprender más cosas, porque me gusta el grupo y su energía •

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3 comentarios en «Habitar la periferia»

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