DIALOP – En diálogo con Ciudad Nueva, miembros del proyecto de diálogo DIALOP1, liderado por la Iglesia Católica y transform!europe, la fundación política del Partido de la Izquierda Europea, hablan de los desafíos que enfrenta el mundo de hoy y de cómo el diálogo profundo y una política de unidad pueden ayudar a enfrentarlos. Afirman que están construyendo acuerdos sobre la necesidad de luchar contra el racismo y la xenofobia, la paz y una transición ecológica.
En esta entrevista, miembros de DIALOP comparten su visión sobre los desafíos globales: Franz Kronreif, arquitecto jubilado y miembro del Movimiento de los Focolares en Austria; Michael Löwy, científico social marxista franco-brasileño y con numerosos trabajos sobre el cristianismo de la liberación en América Latina; Angelina Giannopoulou, facilitadora de transform!europe y politóloga y política radicada en Atenas; Cornelia Hildebrandt, copresidenta de transform!europe , filósofa y politóloga de Berlín; Petra Steinmair-Pösel, Teóloga y profesora de Ética Social Cristiana en la Escuela Universitaria KPH Edith Stein, Innsbruck; y José Manuel Torres, profesor de Derecho Internacional en la Universidad de Coimbra. Juntos, reflexionan sobre los puntos comunes entre sus visiones y el papel crucial del diálogo en tiempos de crisis.
¿Cómo definirías o describirías DIALOP y cómo nace este espacio?
Franz Kronreif: DIALOP es una plataforma de diálogo entre los cristianos y la izquierda. En concreto, el Dicasterio para la Cultura y la Educación del Vaticano y transform!europe. El Movimiento de los Focolares actúa como mediador e interlocutor “cotidiano”. Participé en el inicio del diálogo en la primera audiencia con el Papa Francisco, junto al griego Alexis Tsipras (del Partido político Syriza) y al austríaco Walter Baier (Partido Comunista). El Papa sugirió que se debía iniciar un “diálogo transversal” porque ninguna institución por sí sola, ni siquiera la Iglesia, puede afrontar los enormes problemas y peligros que enfrenta el mundo. Nuestro método es el del disenso calificado y el consenso diferenciado. Esto significa aceptar abiertamente las diferencias con respeto y no verlas como un obstáculo en el camino común. Algunas pueden aclararse y desembocar en un consenso diferenciado: una declaración principal común que enumere las diferencias menores.
Desde hace mucho tiempo, la Iglesia y la izquierda se enfrentan fuerte e incluso violentamente. ¿Cómo se logró un diálogo entre estas visiones?
Michael Löwy: Hay una larga historia de enfrentamientos violentos entre la Iglesia y la izquierda, pero también siempre ha habido gente de la izquierda y cristianos que estaban interesados no sólo en el diálogo, sino en la acción común. En esto DIALOP es algo muy novedoso. Entramos en el siglo XXI en un nuevo período histórico en las relaciones entre la izquierda y la Iglesia en Europa. En primer lugar, por el fin del “socialismo real”, que había sido a menudo represivo hacia la Iglesia. En segundo lugar, con la elección del Papa Francisco, por primera vez a la cabeza de la Iglesia llegó un latinoamericano, que obviamente no era marxista, pero que tenía interés en el diálogo con los marxistas, que no pensaba que los marxistas fueran el diablo o el enemigo. Este diálogo por primera vez no es sólo un diálogo local, sino de la Iglesia como institución, con la bendición del Papa y de la izquierda marxista en Europa representada por transform!europe.
¿Qué puntos comunes encuentran entre sus diferentes visiones de la realidad?
Angelina Giannopoulou: Principalmente tres puntos. El primero es la idea del camino de la humanidad hacia la emancipación, de una utopía que sería la materialización de la verdadera vida. Esto está presente tanto en la tradición agustiniana como en la marxista. El segundo punto en común es el concepto de un mundo en el que la humanidad, pero también el medio ambiente, coexistirán como parte integrante de este mundo natural, sin que los humanos sean vistos como dueños del ambiente natural. Esto responde a todos los puntos en común que tenemos hoy en día con el desafío de la crisis climática. El tercer punto es el de los fundamentos de la libertad, la igualdad y la fraternidad. En el lenguaje de la izquierda se llama solidaridad. Quisiera hacer una distinción entre solidaridad y fraternidad: la fraternidad es una reivindicación política de la calidad de la utopía porque socializa y politiza el amor y la amistad, y crea vínculos psíquicos donde, hasta ese momento, sólo había vínculos sociales. Por eso, la fraternidad, en mi opinión, tiene un potencial transformador para la humanidad y la forma en que se constituyen las sociedades”.
¿Qué importancia creen que tiene hoy en día este tipo de diálogo entre diversas visiones del mundo?
Cornelia Hildebrant: La importancia del diálogo en general es cada vez mayor en estos tiempos, porque lo que estamos viendo son grandes desafíos. Veo la polarización política, la nueva naturaleza de la guerra y la construcción de nuevos bloques globales, la disminución del sentimiento normal de fraternidad y solidaridad, el cambio climático y la destrucción social, el gran giro hacia la extrema derecha que hemos visto a nivel europeo con la nueva ley de inmigración y política de asilo del año pasado. Y esto no es sólo un ataque a la política de asilo y migración, es un ataque a los derechos fundamentales de la humanidad. Creo que la cultura del diálogo es un instrumento único contra la guerra, contra la polarización, y que es posible encontrar soluciones para los grandes desafíos. Tenemos que encontrar cada vez un nuevo camino para acercarnos unos a otros.
¿Creen que aprendieron algo de la visión del otro?
Petra Steinmair-Pösel: Aprendí que las posiciones de nuestros interlocutores de izquierda son heterogéneas y diversas, y también que existe una autoevaluación crítica de cómo se han implementado las visiones de izquierda en el pasado. Existe una voluntad de aprender de los errores sin renunciar a la visión original y al impulso para crear una sociedad más igualitaria y justa. Creo que es importante cultivar una cultura en la que sea normal y parte de la honestidad intelectual tener siempre presentes también las propias deficiencias y errores. También he aprendido de algunos de nuestros colegas de izquierda que, aunque se consideren ateos, no son espiritualmente “sordos”. Utilizan términos y conceptos diferentes y son muy críticos cuando se hace un mal uso de la religión, cuando se abusa de ella. Y que ser de izquierda no significa necesariamente ser ateo; me parece especialmente interesante cuando algunos colegas entre nosotros (que son a la vez de izquierdas y religiosos) hablan de cómo establecen la conexión entre estas dos tradiciones dentro de sí mismos. Creo que eso también puede ayudarnos a ser más conscientes de las deficiencias de nuestras propias tradiciones.
¿Qué tipo de alternativas creen que se deberían construir hoy en día? ¿Cómo podemos hacerlo?
AG: Estas preguntas sólo pueden responderse de manera colectiva. Creo que debemos priorizar tres estrategias que, en conjunto, crean una visión social común para izquierdistas y cristianos. La primera es la preservación del medio ambiente contra un sistema económico que mata tanto a la naturaleza como a las personas. La segunda es la lucha por la justicia social, que incluye la clase, el género, la raza y la nación. La tercera estrategia es la búsqueda de la paz, ser valientes contra la guerra y todos los conflictos y buscar siempre el camino de la construcción de la paz. Todas estas estrategias pueden articularse y promoverse a través de una política de unidad, término que también proviene de Chiara Lubich. La política no es sólo contradicción, sino que integra también unidad y diálogo.
¿Cuál debe ser nuestro papel como cristianos en la política?
PSP: Debemos asumir la responsabilidad de moldear y promover activamente la democracia, especialmente cuando ésta se ve debilitada por la falta de interés. Lo que Colin Crouch ha llamado posdemocracia, donde los ciudadanos sólo utilizan su derecho negativo a criticar y castigar a los gobiernos y a los políticos, pero no utilizan su derecho positivo a moldear activamente la política, a organizarse en la sociedad civil. También creo que debemos posicionarnos contra cualquier debilitamiento de los derechos humanos, cualquier degradación de quienes piensan diferente, vienen de un lugar diferente, tienen una etnia diferente, se identifican sexualmente de una manera diferente. También tenemos que luchar contra el debilitamiento del estado de derecho que ocurre en algunos lugares. Deberíamos abrir espacios donde miembros de diferentes partidos y visiones del mundo puedan reunirse y discutir temas urgentes, de manera que se escuche a todos los que respetan el consenso básico de la democracia y los derechos humanos.
¿Es la revolución un ideal que los cristianos pueden abrazar o con el que puedan identificarse?
José Manuel Torres: Tomando la revolución como un proceso de transformación colectiva, intensa y radical tanto de las estructuras sociales y económicas como de las prácticas individuales, creo, también como cristiano, que este desafío está en el corazón del mensaje cristiano. Jesús murió porque desafió radicalmente la sociedad y las estructuras de poder de su tiempo con un llamado a la revolución. En los conceptos y en la práctica del poder, oponiéndose a las formas tradicionales, sirviendo a los más débiles. “Los últimos serán los primeros”. Esto está en el corazón mismo de las enseñanzas y del testimonio de vida de Jesús. Hoy todo esto adquiere un sentido renovado porque, frente a la economía que mata y frente al olvido del grito de la Tierra, el proyecto cristiano exige mucho más que reformas del capitalismo para hacerlo más dócil. Si esto no es una revolución, no sé qué es una revolución.
¿Qué lección creen que puede dejar esta experiencia para quienes creemos en la construcción de otra humanidad?
PSP: No dejar que las aparentes diferencias o contradicciones nos impidan buscar puntos comunes para crear un compromiso conjunto por un mundo justo, pacífico y ecológicamente sostenible.
ML: Frente a crisis tan monstruosas es absolutamente necesaria la unidad de todos aquellos que comprenden estas amenazas y quieren afrontarlas activa y valientemente.
CH: DIALOP para mí significa: “No te rindas, no pierdas la esperanza”. Cuando veo a mis hermanas y hermanos en este momento, siento: “Vamos, busquemos soluciones” •
FELICITACIONES……ME VIENE EL ALMA AL CUERPO……PORQUE ME SIENTO MUY IDENTIFICADA
EN LO QUE PUEDO HACER DE PEQUEÑO EN MI ENTORNO…..Y VEO UNA LUZ EN ESTA MAGNIFICA NOTA DE J.PEDRO , AL QUE CONOZCO . ME GRATIFICA QUE EL APORTE DESDE LO SOCIAL Y DESDE LA FRATERNIDAD, SIRVAN PARA ENCONTRAR CAMINOS DE DIALOGO, Y UN PUENTE PARA
LLEVAR A LA PRACTICA LAS SOLUCIONES A PROBLEMAS CON RESPETO Y EN UNIDAD.