Propuestas para el presente – Eco One, reflexión cultural nacida del carisma del Movimiento de los Focolares en el mundo de la ecología, propone a la persona como custodia de la creación, mediante la promoción de la responsabilidad y la conciencia ambientales. En el marco del Congreso de Sostenibilidad Relacional 2024 de esta red, compartimos algunas de las ponencias que se han presentado, aportando una mirada sobre la ecología integral desde múltiples puntos de vista.
Por Gabriel Espósito* (Argentina)
Si bien la población mundial está disminuyendo su tasa de crecimiento, se prevé para el año 2100 que la cantidad de seres humanos alcance los 11 mil millones de habitantes. Aunque durante los últimos 60 años el crecimiento en la producción de alimentos fue similar al aumento poblacional, el cambio en el poder adquisitivo de las personas conlleva modificaciones en el consumo de las mismas, incrementando la demanda de calorías y proteínas.
La superficie terrestre apta para la agricultura es finita y se encuentra sobre explotada, con procesos de erosión, monocultivo, deterioro de la fertilidad física, química y biológica de los suelos, desplazamiento de población campesina, industrialización del proceso de producción agrícola, entre varias consecuencias que afectan la sostenibilidad relacional entre la sociedad y su hábitat.
La producción de alimentos está centrada en pocas regiones del mundo. Los suelos que cuentan con mejor aptitud agrícola los podemos ubicar en tres grandes regiones, que son la estepa eurasiática (que en este momento tiene un conflicto muy importante, sobre todo en la zona de Ucrania y Rusia), las grandes llanuras americanas (Estados Unidos) y lo que se conoce como la llanura pampeana Argentina.
A medida que la demanda mundial de alimentos crece en cantidad y calidad, hay un aumento de la presión sobre los recursos naturales que impulsa una mayor necesidad de tierras para la agricultura, con un consecuente aumento de la presión sobre el desmonte de ambientes naturales.
Habitualmente en la mayoría de las regiones agrícolas mundiales el uso del laboreo conlleva una pérdida de la estabilidad estructural del suelo en superficie, que implica menor capacidad de infiltración del agua, quema de materia orgánica, emisión de dióxido de carbono a la atmósfera, encostramiento superficial con compactación subsuperficial del suelo, entre otros problemas.
Este impacto puede ser controlado mediante técnicas de producción que mantengan el suelo cubierto con restos de vegetación. En este sentido, se ha desarrollado en Sudamérica la adopción de prácticas como la siembra directa, que al sembrar los cultivos manteniendo importantes cantidades de rastrojo en superficie, mejoran la infiltración del agua de lluvia y minimizan el deterioro superficial del suelo. Como contrapartida, este sistema presenta diversas amenazas como es el mayor uso de los fitosanitarios, aumento de fertilizantes químicos y potencialmente una mayor contaminación química del suelo y de los recursos hídricos.
Otra herramienta a tener en cuenta a la hora de mitigar estos problemas ambientales con el conflicto de incrementar la producción, es el uso de la Agricultura de Precisión (AP). Por ejemplo, podemos hacer aplicación dirigida de fitosanitarios de manera que se pueda reducir la cantidad de pesticidas aplicados al campo de manera muy drástica. Hemos evaluado algunos ejemplos con reducciones de casi del 50 % de la carga de herbicidas utilizados, lo que lleva a que se mejore la eficiencia y la rentabilidad, con un sustancialmente menor impacto ambiental. Actualmente se están desarrollando distintas estrategias de control de malas hierbas. Esto sucede, por ejemplo, con algunos desarrollos de tipo mecánico, que a través de la energía solar le proveen a ciertos robots la capacidad de controlar distintas malezas mecánicamente y de manera localizada. Además, mediante la AP se realizan prácticas geo localizadas de siembra y fertilización que mejoran la eficiencia productiva, incrementando la rentabilidad con disminución del impacto ambiental de la agricultura.
No obstante, cuando uno compara la agricultura permanente con sistemas mixtos de producción, puede ver que la recuperación de la materia orgánica del suelo y la fijación de dióxido de carbono atmosférico es superior en sistemas mixtos con pasturas que en sistemas agrícolas puros. La idea es tener pasturas y tener hacienda (animales) pastoreando. Estos sistemas circulares permiten mantener la fertilidad del suelo y reducir la necesidad de fertilizantes químicos. Por otro lado, el consumo de fibras vegetales por parte de los rumiantes genera excretas que pueden llegar a ser de alto impacto ambiental negativo, principalmente si no se manejan de manera apropiada y si no se aprovechan para nutrir al suelo.
Es importante diseñar una economía circular en la cual los seres humanos consuman los alimentos de mayor calidad, mientras que las fibras vegetales pueden ser consumidas por los rumiantes y sus deposiciones, usadas como abono. Las pasturas perennes permiten estabilizar el suelo y producir proteínas de alto valor alimenticio que pueden utilizar los seres humanos.
Esta economía circular puede diseñarse con distintas estructuras de producción, como ser combinaciones de agricultura, forestación, producción ganadera o diferentes combinaciones que resultan en economías más estables.
El desarrollo de sistemas productivos integrados en paisajes multifuncionales, como consecuencia de la determinación del ordenamiento territorial elaborado sobre consensos sociales, permitirá mantener el crecimiento productivo que acompañe al poblacional. Esto favorecería las relaciones interpersonales, la generación de oportunidades laborales nuevas, el sostenimiento y recuperación de los recursos naturales, la biodiversidad y finalmente la sostenibilidad relacional •
*El autor es profesor Titular del Departamento de Producción Vegetal. Facultad de Agronomía y Veterinaria. Universidad Nacional de Río Cuarto