Cercanía y solidaridad

El congreso se desarrolló en la Universidad Católica de Asunción, Paraguay, del 12 al 14 de septiembre, con un auditorio colmado de estudiantes de Ciencias Contables, Administración y Economía. Desde el primer momento se percibía que la Economía de Comunión (EdC) quería echar raíces en la vida académica.

POR CAROLINA CARBONELL (ARGENTINA)

En medio de un clima de cercanía y solidaridad, Aldo Calliera, empresario y miembro de la Asociación de Economía de Comunión Cono Sur, dejó flotando una inspiración que arrancó sonrisas y asentimientos: “¿No será que la UCA sea la casa de la EdC?”. La frase encontró eco enseguida en el compromiso del propio decano, que anunció públicamente el inicio del camino para incorporar la Economía de Comunión en la currícula universitaria.

La primera jornada cerró con un recordatorio fuerte: “Las malas teorías matan las buenas prácticas”. Por eso la EdC insiste en el camino inverso: que las buenas prácticas generen buenas teorías, vivas, nacidas de la experiencia y no de abstracciones.

La segunda jornada comenzó en Ñandé Mariápolis, un entorno rodeado de naturaleza, verde, el sonido de los pájaros y el silencio que invitaba al encuentro. Allí todo parecía hecho a medida para hablar de comunión: la belleza del lugar, la cercanía de las personas, la sensación de estar en familia.

La mañana comenzó mostrando cómo la Economía de Comunión dialoga naturalmente con la cultura guaraní. Los valores de comunidad, reciprocidad y respeto por la naturaleza coinciden con la propuesta de la EdC: poner a la persona y a la vida compartida en el centro.

La visita a Todo Brillo, empresa que vive la Economía de Comunión, fue uno de los momentos más esperados. Fundada en 1993 por María Elena González, su origen está íntimamente ligado al nacimiento de la EdC en Paraguay. Tras escuchar a Chiara Lubich, fundadora del Movimiento de los Focolares al que pertenece la inspiración de la EdC, comprendió que no se trataba sólo de economía, sino de una experiencia vital: unir eficiencia empresarial con comunión y fraternidad. Por entonces era gerente de un banco y veía cómo los empleados de limpieza eran desvalorizados y mal pagos. Se hizo entonces una pregunta revolucionaria: “¿Por qué no crear una empresa que dé trabajo digno a quienes producen servicios pero no son tratados como personas?”

Así nació Todo Brillo: con la decisión de poner a la persona en el centro, pagar salarios justos y en término, apoyar a sus colaboradores en momentos de necesidad y compartir desde el inicio sus utilidades con el proyecto de la EdC, confiando en el Evangelio: “Den y se les dará”.

Bajo la conducción de la segunda generación, Todo Brillo sigue siendo un emblema vivo de la EdC en Paraguay. De ese mismo espíritu nació Coffee Shop, una empresa creada para ofrecer trabajo a los hijos de empleados de Todo Brillo, abriendo oportunidades a la nueva generación y extendiendo aún más el círculo de comunión.

Durante la visita, lo que más impactó fueron los testimonios de sus colaboradores: hablaron de felicidad, orgullo y compromiso. Otra palabra que parecía resonarnos era “santidad”. Todo Brillo mostró que la EdC no es sólo un concepto: es posible vivirla en una empresa real, donde el trabajo cotidiano se convierte en un camino de dignidad y comunión.

Por la tarde, las “estaciones Ñanderéko”, grupos de trabajo temáticos, ofrecieron espacios de diálogo y profundización en temas como comunicación, medioambiente, solidaridad, liderazgo de comunión y propósito de emprender.

El buen cansancio

Uno de los momentos más especiales fue la reflexión del logoterapeuta y psiquiatra Roberto Almada, quien invitó a mirar la economía con ojos trascendentes. Su mensaje fue directo y profundo: “El buen cansancio santifica. El buen cansancio abre a la trascendencia.”

Roberto nos recordó que la proximidad cansa, que construir la Economía de Comunión cansa, pero cuando nace del ser, ese cansancio no destruye sino que construye, purifica y da sentido. Nos elevó a pensar en una economía trascendente, donde las relaciones y el servicio son más importantes que los balances.

La otra comunión: cultura, naturaleza y celebración

En Ñandé Mariápolis el entorno mismo hablaba, era imposible no sentir que la creación también estaba invitada al encuentro.

En la noche del sábado el salón se transformó en peña, con música, risas y amistad. Jóvenes artistas paraguayos nos regalaron la riqueza de su cultura: bailes llenos de fuerza y color, y el sonido del arpa paraguaya nos trajo en cada nota la dulzura de las raíces guaraníes.

Y como broche, los jóvenes de Rafaela animaron la trasnoche con música y entusiasmo, contagiando a muchos otros que terminaron sumándose.

Ese momento se recordó que la Economía de Comunión no sólo se vive: también se celebra, se canta y se baila. Porque construir comunión es, al fin y al cabo, compartir lo que somos y lo que tenemos, con alegría.

Cercanía, trascendencia y futuro

El domingo comenzó con una entrevista a Margaret Karran, actual presidenta del Movimiento de los Focolares, sobre la cercanía como estilo de vida, seguida de testimonios de distintas experiencias en el mundo y en la región.

Sara Álvarez Moisés, miembro de la EdC de México, habló de la dimensión global de la propuesta, recordándonos que lo vivido en Asunción es parte de una red viva que une a comunidades y empresas en los cinco continentes.

Hay frases que todavía me resuenan:

“La proximidad cansa, pero si nace del ser, cansa y santifica.”

“De lo que más rápido envejecemos es de ideas, y por eso es clave asegurar un traspaso generacional fecundo.”

“Ayudar al otro a que encuentre la propia respuesta que habita en su interior.”

“Es mejor estar juntos que estar de acuerdo.”

“No hay nadie tan rico que no tenga nada para recibir ni tan pobre que no tenga nada para dar.”

“Al final de la vida no nos llevaremos los balances de las empresas, sino las relaciones construidas.”

Voces del cierre

Al final, cada participante escribió en un papel una palabra o emoción. El pizarrón se llenó de colores y sentimientos: alegría, gratitud, esperanza, comunión, fortaleza, paz, amistad. Eran palabras simples, pero juntas reflejaban lo esencial.

Asunción fue mucho más que sede: fue paisaje de comunión, con su naturaleza, su calidez y su cultura. Ñandé Mariápolis se volvió símbolo de cercanía y de esa economía que no mide solo balances, sino relaciones.

En estos tres días descubrimos que la EdC es trabajo, cultura, servicio y trascendencia. Y que una economía fraterna no es utopía, sino semilla viva que ya florece en empresas, universidades, comunidades y corazones •

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