Asistí recientemente a una muestra artística de artesanías en miniatura, denominada “Festival Chiquito”, que se llevó a cabo en el Centro Cultural Córdoba. Me sorprendió ver que la mayoría de artistas expositores eran jóvenes, como también lo era la gran afluencia del público concurrente. Algunas artesanías eran tan pequeñas que se ofrecía una lupa para poder verlas.
Los stands mostraban desde botellitas de reducidas dimensiones que cultivaban terrarios ecológicos, hasta mini ciudades de papel recortadas con cuidadosa precisión. También se encontraban dibujitos de variedad de animales y plantas, con el máximo de detalles, y diminutas herramientas del tamaño de una pulgada. En otros se recreaban minúsculos espacios de encuentro de variados personajes, en escenas domésticas y cotidianas. En fin, todo ayudaba a sumergirse en el mundo de “lo pequeño”. Pero para poder hacerlo había que desacelerar el paso.
Tras entablar conversación con uno de los artesanos, pude entender: ¡Cuánta paciencia puesta en juego en la confección de estas pequeñísimas obras! ¡Cuánta concentración! ¡Cuánto ejercicio de conciencia plena focalizada en el momento presente, al llevar a cabo cada ejecución! ¡Y todo hecho con disfrute!
Atreverse a abandonar la cultura de la velocidad, que a todos nos envuelve, es un gran desafío en una sociedad marcada por ritmos vertiginosos y alienantes. Ya lo anticipaba Chaplin en su genial obra: Tiempos modernos, donde arremete contra la automatización industrial y deshumanización del trabajo en beneficio de la productividad.
Estos jóvenes, en cambio, me mostraban con sus realizaciones únicas y minuciosas de su arte chiquito que hoy más que nunca es una necesidad existencial detenerse, ejercitar la paciencia, la espera, recomenzar, destacar el valor de las pequeñas realizaciones, gestos y acciones que nos abren al otro, notas de un nuevo arte que conecta con el sentido más profundo de la vida.
Estas artesanías aludían con sus temáticas a valorar la belleza y perfección de la naturaleza, a la necesidad de dedicar tiempo al cuidado de todos los seres vivos, al valor de la construcción de espacios de encuentro con el otro, a apostar por la comunidad, a la importancia de los lazos, de las relaciones, a la necesidad de conectarse con la ternura en una sociedad fría e indiferente.
Cuestiones fundamentales de la existencia, que sólo se ven con el corazón, porque, al decir de Saint-Exupéry en El Principito: “Lo esencial es invisible a los ojos”.
El “Festival Chiquito”, un valioso espacio de encuentro, de disfrute con lo pequeño, para dejarse envolver por la ternura, la creatividad, el asombro, y para descubrir y valorar la belleza de las pequeñas cosas en la vida y en el arte.
Por María Teresa



En estos momentos de la inmediatez perdemos esas pequeñas cosas con los hermanos con quienes vivimos . los que pasan a nuestro lado. y ni hablar de los lejanos..estamos comunicados …descomunicados son esas pequeñas cosas las que sirven de base para construir las grandes cosas gracias tere
tal cual como alude la escritora la velocidad de como se vive hoy en día con la inmediatez hace que nos perdamos de los pequeños detalles de la vida cotidiana, desde lo afectivo con el hermano que nos pasa a nuestro lado,con los que convivimos y ni que hablar de los lejanos…estamos conectados ..desconectados ..por eso esta riqueza de disfrutar de las pequeñas cosas….ayudemos a no perderle…gracias teresa
ARTE + CREATIVIDAD + TIEMPO: variables de un valioso análisis en medio del tiempo de la inmediatez. Detenernos a mirar y admirar lo esencial.
Gracias.
Marita:
11 de octubre de 2025 hs 7:30
Hermosa experiencia Tere, que nos permite abrir nuestros corazones a la creatividad atraves del arte, haciendo posible la fraternidad entre los hermanos. Gracias Tere ❣️
Qué hermoso! Realmente me hubiera encantado estar en ese festival! Que importante es dar espacio a cuestiones de la existencia misma, la paciencia, darle tiempo a la comunidad, a crear, a cuidar la naturaleza. Estas notas enriquecen el alma, muchas gracias!!
Gracias Maria Teresa Sosa por ayudarnos a refkesionar que en lo diminuto también habita la belleza, la creatividad y el encuentro con los demás, y que solo cuando bajamos el ritmo podemos conectar verdaderamente con lo esencial de la vida.