Atractivos de un carisma
Por Sonia Vargas Andrae (Bolivia)
Aunque parezca difícil de creer, Chiara, en los inicios de la vida de su carisma, había dejado de lado junto con sus primeras compañeras la idea de la santidad1, pues les parecía antigua e individualista. Con el paso de los años, sobre todo en contacto con los jóvenes, realizó una estupenda analogía: comparó la santidad con la perfección en el amor. Así como las gimnastas olímpicas alcanzan la perfección a través del esfuerzo constante, también nosotros, amando en cada momento, podemos alcanzar la santidad. La santidad no es un esfuerzo, sino la disponibilidad de donarse siempre, de salir de los propios espacios de confort para encontrarse con el otro. Vivir en los zapatos del otro se convierte en una verdadera gimnasia que invita a salir de sí en todo momento:
¿Qué decirles hoy? Justo en estos días he visto en la televisión a jovencísimas atletas, en su mayoría de los países del Este, que se exhibían en maravillosos ejercicios de gimnasia artística. Eran magníficas en sus repetidos saltos mortales, en los giros, en cada movimiento. ¡Qué perfección! ¡Cuánta armonía y cuánta gracia! Poseían perfectamente su físico, tanto que los ejercicios más difíciles parecían naturales. Son las primeras del mundo.
Muchas veces, mientras las admiraba, sentía dentro de mí una apremiante invitación (quizás del Espíritu Santo). Era como si alguien me dijera: también tú, también ustedes, deben convertirse en campeones del mundo. ¿Campeones en qué cosa? En amar a Dios.
¿Pero sabes cuánto entrenamiento ha sido necesario para estas muchachas? sabes que, día tras día, durante horas y horas, repiten los mismos ejercicios, sin rendirse nunca? También tú, también ustedes, deben hacer lo mismo. ¿Cuándo? En el instante presente. Siempre, sin detenerse jamás. Y me nacía en el corazón un grandísimo deseo de trabajar, momento tras momento, para llegar a la perfección2.
1. Lubich C., A los gen 2, Montet, Suiza, 14 de agosto de 2001.
2. Lubich C., Collegamento, Rocca di Papa, 3 diciembre 1981.


