Este es el testimonio de Rocío Vella, una joven argentina que participó del Jubileo de los Jóvenes 2025 y nos comparte su testimonio
«Hace unas semanas viví algo que nunca imaginé que me iba a marcar tanto: el Jubileo de los Jóvenes 2025 en Roma. Desde el primer instante, se respiraba una energía distinta. Más de un millón de jóvenes de todos los rincones del mundo, con culturas e idiomas diferentes, los cuales no entendía, pero todos compartiendo la misma fe. Era como una gran pijamada real: banderas, cantos, bailes, risas, como si nos conociéramos de toda la vida. Eso fue Tor Vergata.
Al inicio parecía un festival lleno de música y alegría, pero cuando cayó la noche todo se transformó. El bullicio se convirtió en un silencio impresionante: un millón de jóvenes de rodillas frente al Santísimo. Ese silencio “sonó” más fuerte que todo lo que habíamos gritado durante el día. Fue como si el corazón de la Iglesia entera latiera al mismo tiempo.
En ese clima, el Papa nos habló. Sus palabras me llegaron directo al corazón. Nos recordó que lo esencial es encontrarse con Jesús vivo: en la Palabra, en los pobres, en la justicia y, sobre todo, en la Eucaristía. Que la verdadera amistad nace en Cristo y es capaz de cambiar el mundo. Que la vocación no se trata de comodidad, sino de amar de verdad. Sentí que me hablaba personalmente, como si me dijera: “Este es tu momento, este es tu tiempo”. Era justo lo que necesitaba escuchar.
Vivir Roma en este contexto fue único y mágico. No eran solo calles y monumentos: era historia viva mezclada con la fe de millones. Y entendí que lo que experimentamos allá no se queda en Roma, lo llevamos dentro. Porque el Jubileo no fue simplemente un viaje, fue un recordatorio de que soy peregrina en la vida, de que mi destino es el cielo.
Hoy tengo la certeza de que la Iglesia es joven, universal y está viva. No camino sola: somos millones los que buscamos algo más grande, y ese algo tiene un nombre. Es Jesús, vivo y resucitado».
Rocío
