En abril pasado, aprovechando que tenía que viajar al continente americano, el co-presidente de los Focolares, Jesús Morán, realizó una visita relámpago a Chile, país donde vivió más de 20 años como laico consagrado de este Movimiento, logró su doctorado y se ordenó sacerdote. A continuación algunas notas de su familiar y vertiginosa semana.
Por Leonardo Araya (Chile)
esús Morán Cepedano, focolarino sacerdote español, co-presidente del Movimiento de los Focolares, llegó a Santiago de Chile el primer sábado de abril en una visita de una semana; vino principalmente “para reencontrarse con sus viejos amigos”, pero también para asistir a algunas reuniones más formales, como la entrevista con el arzobispo Cardenal Fernando Chomalí, el obispo auxiliar Álvaro Chordi y Radio María de Chile.
Reencontrarse con sus viejos amigos, sí, porque Jesús Morán vivió mucho tiempo en Chile y lo contó a Radio María: “Llegué de 23 años como laico consagrado y me fui sacerdote con 40 y algo, por lo tanto yo siempre digo que aquí me he hecho no solo focolarino sino persona. He vivido aquí mi juventud, mi primera madurez y Chile ha forjado mi forma de ser”, “pero aquí es donde estudié teología y eso me permitió, además del trabajo en la pastoral universitaria, conocer muy de cerca la Iglesia; he conocido muchísimos obispos, muchísimos sacerdotes. Estoy forjado por la cultura chilena”. Por esto es que ha venido en calidad de amigo: “A visitar a la gente y a las comunidades. En un país que ha pasado por muchos dolores en este tiempo, que ha vivido procesos duros, a nivel eclesial y a nivel social, vine para expresar mi solidaridad y agradecimiento, por todo lo que recibí. Una visita como amigo más que como co-presidente”.
No obstante sus visitas y conversaciones personales, se dio el tiempo para algunos encuentros más masivos o formales: visitó el Centro Mariápolis en Cunaco, se reunió con los colaboradores de la sede, se reunió virtualmente con los Voluntarios de Dios en formación del Cono Sur, con el Consejo local, visitó la sede de la Conferencia Episcopal, fue entrevistado en Radio María, visitó el barrio Yungay, se reunió con algunos de su ex grupo de la Pastoral Universitaria, también con los y las Voluntarias de Dios del Movimiento, y participó de un encuentro masivo con la comunidad local. Aprovechó estas instancias para actualizarse, no venía desde 2017, y también para entregar su visión más universal para el desarrollo del Movimiento al servicio de la Iglesia de Chile.
En estos últimos encuentros su mensaje se enfocó en la problemática de la polarización social, que no solo se da en Chile. En la entrevista en Radio María planteó: “La polarización no se derrota negándola, sino transformándola en polaridad; la polarización significa separación, anulación del adversario. La polaridad, en cambio, reconoce la diversidad, pero también que tenemos algo en común fundamentalmente: que todos somos personas y queremos el bien común, manteniendo la diversidad. En la unidad somos mucho más fuertes. Nosotros los cristianos debemos ser capaces de aportar, con un plus de espiritualidad y ética, en un contexto de extrema polarización. Tenemos que jugarnos por la comunión. Con la comunión ganamos todos, con la polarización perdemos todos. Debemos ser capaces de renunciar incluso a lo que pensamos que es irrenunciable. (…) Lo que necesita Chile ahora no es atomización, es comunión, fraternidad auténtica, reconocerse como personas y como chilenos con la misma dignidad”.
En el encuentro con la comunidad local, Jesús Morán se refirió al tema que motiva al Movimiento de los Focolares este año, la cercanía, la proximidad; concepto planteado por el papa Francisco en su audiencia con el Consejo General del Movimiento y que profundiza en la encíclica Fratelli Tutti, basado en la parábola del buen samaritano, como modelo de vida del cristiano. Presentó algunas claves para vivir este tema:
El cuidado, la cercanía, excede la regla de oro, va más allá. El buen samaritano es un planteamiento nuevo de Jesús de Nazaret, reemplaza la estructura alrededor del yo por una del tú, este tú es cualquier persona y especialmente los privados de dignidad.
Con la proximidad, al cuidar, el encuentro emocional con el otro se vuelve eficaz. No es sólo un sentimiento, se convierte en operador de transformación, hace algo. Con la proximidad se elimina la distancia entre lo sagrado y lo profano.
El cuidado: la proximidad no solo tiene un presente sino también un mañana. En la parábola, el samaritano prevé el futuro, paga los gastos y dice que volverá a visitar al herido. La proximidad no se trata de que le dé una limosna a uno y me olvide de él. Con este amor, la proximidad no se trata de algo puntual, conlleva continuidad.
La proximidad raya en lo hiperbólico. El samaritano no solo lo atiende, va mucho más allá: lo cura, lo lleva a la posada, le paga la posada y los días siguientes.
Finalmente, Morán señaló que lo que el tema del año nos dice es que “aprendamos a habitar el mundo como lo habitó Jesús y es a modo del buen samaritano. Y los prójimos los tenemos en todos lados. En la familia, en los vecinos, en todas partes y es cualquier persona, aunque piense distinto”. En estos años, “todo el Movimiento debe estar en movimiento de cercanía, de proximidad, de amor concreto”.
Podemos concluir su visita con la propuesta de ser verdaderos rabdomantes1 de la unidad, ir por el país y ver quién tiene una visión de unidad, quién tiene esta cultura, ver quiénes están trabajando por un Chile (un mundo) más fraterno, sin mirar de dónde viene, de qué partido político, si es creyente o no •
1. Personas con la capacidad para descubrir manantiales subterráneos, vetas metalíferas, etc.



