Muy queridos jóvenes, aspiren a cosas grandes

Miles de jóvenes de todo el mundo asistieron a este evento, una ocasión para que se reúnan, compartan experiencias y fortalezcan su espiritualidad. La invitación es a hacerlo a través de la vida cotidiana, con sus desafíos y oportunidades. 

Por Neva Cifuentes (Chile)

La introducción a la Vigilia de oración en Tor Vergata, Roma, se realizó con testimonios, presentaciones de bandas cristianas y reflexiones sobre la amistad, la valentía en las decisiones y la espiritualidad. A su llegada el papa León XIV subió al gran escenario llevando la cruz del Jubileo, acompañado por 200 jóvenes, en representación de los países de todo el mundo. La Vigilia comenzó con las preguntas de tres jóvenes al Papa: ¿Cómo podemos encontrar una amistad sincera y un amor genuino que nos lleven a la verdadera esperanza?, ¿dónde podemos encontrar el valor para decidir?, ¿cómo podemos encontrar verdaderamente al Señor Resucitado en nuestras vidas y estar seguros de su presencia incluso en medio de las pruebas y las incertidumbres? 

De san Agustín –dijo el papa León– que captó el profundo deseo de nuestro corazón, que es el deseo de todo corazón; buscaba la verdad, la verdad que no defrauda, la belleza que no pasa. “No hay amistad auténtica si no es en Cristo. La amistad con Cristo no es sólo una ayuda entre muchas otras para construir el futuro, es nuestra estrella polar. (…) Queridos jóvenes, ámense los unos a los otros. Ámense en Cristo. Sepan ver a Jesús en los demás. La amistad puede cambiar verdaderamente el mundo. La amistad es el camino por la paz”, dijo el Santo Padre respondiendo a la primera pregunta de Dulce María, una joven mexicana. 

A la pregunta de Gaia sobre el riesgo de elegir, respondió con estas palabras: “La valentía de elegir surge del amor que Dios nos manifiesta en Cristo. Él es quien nos ha amado con todo su ser salvando el mundo y mostrándonos así que el camino para realizarnos como personas es dar la vida. Por eso, el encuentro con Jesús corresponde a las esperanzas más profundas de nuestro corazón, porque Jesús es el Amor de Dios hecho hombre”. 

La última respuesta fue a la pregunta de Will, estadounidense de 26 años. “¿Realmente quieren encontrar al Señor Resucitado? Escuchen su palabra, que es el Evangelio de la salvación. Reflexionen sobre su forma de vivir, busquen la justicia para construir un mundo más humano. Sirvan a los pobres y den testimonio así del bien que siempre nos gustaría recibir de nuestros vecinos. Estén unidos a Jesucristo en la Eucaristía. Adoren a Cristo en el Santísimo Sacramento, fuente de vida eterna. Estudien, trabajen y amen siguiendo el ejemplo de Jesús, el buen Maestro que siempre camina a nuestro lado”, dijo el Santo Padre. 

En la mañana del domingo 3 de agosto, el Papa volvió a la explanada de Tor Vergata para la Celebración Eucarística, fueron más de 7.000 sacerdotes concelebrantes, 400 obispos y 25 cardenales.  

En la Homilía, refiriéndose a la liturgia de ese día, afirmó que ésta nos ayuda a reflexionar sobre el encuentro con el Cristo resucitado que cambia nuestra existencia, que ilumina nuestros afectos, deseos y pensamientos. 

“Queridos amigos, no hemos sido hechos para una vida donde todo es firme y seguro, sino para una existencia que se regenera constantemente en el don, en el amor”, dijo el Santo Padre, comentando las lecturas del día, desde el Qohélet hasta el Evangelio de Lucas, con el episodio de los discípulos de Emaús. 

“Y por eso –agregó– aspiramos continuamente a un ‘más’ que ninguna realidad creada nos puede dar; sentimos una sed tan grande y abrasadora, que ninguna bebida de este mundo puede saciar. No engañemos nuestro corazón ante esta sed, buscando satisfacerla con sucedáneos ineficaces. Más bien, escuchémosla. Hagámonos de ella un taburete para subir y asomarnos, como niños, de puntillas, a la ventana del encuentro con Dios. Nos encontraremos ante Él, que nos espera; más bien, que llama amablemente a la puerta de nuestra alma (cf. Ap 3,20). Y es hermoso, también con veinte años, abrirle de par en par el corazón, permitirle entrar, para después aventurarnos con Él hacia espacios eternos del infinito”. Y concluyó la Homilía: “Muy queridos jóvenes, aspiren a cosas grandes, a la santidad, allí donde estén. No se conformen con menos. Entonces verán crecer cada día la luz del Evangelio, en ustedes mismos y a su alrededor”. 

Al término de la Santa Misa, el Papa dio cita a los jóvenes para 2027, en Seúl, para la Jornada Mundial de la Juventud. “Después de este Jubileo, el ‘peregrinaje de esperanza’ de los jóvenes continúa y nos llevará a Asia. Les renuevo la invitación que el papa Francisco hizo en Lisboa hace dos años: los jóvenes de todo el mundo se volverán a encontrar junto al Sucesor de Pedro para celebrar la Jornada Mundial de la Juventud en Seúl, Corea, del 3 al 8 de agosto de 2027. Esta Jornada tendrá como tema: ‘Tengan valor: yo he vencido al mundo’”•

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