Compartimos reflexiones, testimonios y experiencias sobre el Congreso Internacional Caminos de paz, realizado los días 12 y 13 de agosto en la Universidad Católica de Temuco, Chile. Este evento buscó resaltar el aporte del diálogo y su relevancia entre religiones, espiritualidades y culturas en los caminos de la paz.
Por Gabriel Zagal Zambrano (Chile)*
El frío invernal no fue obstáculo para que el campus de la Universidad Católica de Temuco se transformara durante dos días en un hervidero de lenguas, símbolos y rostros venidos de distintos credos y culturas. El Congreso Internacional Caminos de paz: religiones y culturas en diálogo reunió a líderes espirituales, académicos y representantes sociales en torno a un propósito común: abrir sendas de encuentro en tiempos de muros y polarización.
“Las religiones y las culturas desempeñan un papel preeminente en la construcción de los caminos de paz”, subrayó el cardenal George Jacob Koovakad, prefecto del Dicasterio para el Diálogo Interreligioso, en la clausura del encuentro. Sus palabras hicieron eco en lo señalado por monseñor Jorge Concha Cayuqueo, quien expresó su satisfacción por la realización de la actividad en la región de La Araucanía, porque el objetivo es fomentar y animar el diálogo desde las distintas creencias, religiones y espiritualidades que coexisten en este territorio. Asimismo, el líder diocesano recalcó: “Chile necesita animar y formar el diálogo para que aparezca en profundidad lo que cada uno piensa y siente de modo tal de ver al otro con respeto y no como adversario, sobre todo en el momento actual, donde estamos polarizados y eso a veces nos termina confrontando, por lo que el diálogo al que anima este congreso pretende también vencer el alto grado de desconfianza presente en nuestra sociedad”.
El programa del congreso no sólo se limitó a ponencias académicas, sino que también contó con espacios para el diálogo entre diferentes cosmovisiones. De este modo, en uno de los paneles de conversación el rabino Ariel Sigal invitó a los presentes a pasar “del instinto de cerrar puertas al acto de abrir caminos, ello porque el aspecto religioso intenta reconstruir un entramado social en donde la ética y la moral son parte, en donde aprendemos a hacernos críticas suaves para poder mejorarnos entre todos, y así acercarnos en un camino de aprendizaje que permita elevar nuestra vida en espiritualidad, en santidad, en propósito, sentido y en sociedades más sanas”.
Por otro lado, Omar Cortés, director de la oficina nacional de asuntos religiosos ONAR, que depende del Ministerio Secretaría General de la Presidencia señaló que “cultivar frutos concretos de ética social protege la democracia, y este tipo de eventos contribuyen al pluralismo y al diálogo ayudando a transformar conflictos en oportunidades”. Asimismo, valoró el aporte de la religiosidad como “vía para la construcción de hospitalidad, fraternidad y amistad cívica”.
Para la decana de la Facultad de Ciencias Religiosas y Filosofía de la Universidad Católica de Temuco, la Dra. Sandra Arenas, la importancia del encuentro está en reconocer la diversidad como riqueza y no como amenaza. “Es muy importante ampliar la mirada hacia un contexto nacional y global con un tema sensible: la promoción de los caminos de paz desde el encuentro entre religiones”. Por otro lado, la académica destacó el rol de las universidades católicas en la promoción de una cultura del encuentro. En esta línea mencionó que “el propósito fundamental de una Universidad Católica es fomentar el diálogo entre distintos saberes y generar conocimiento desde diversas miradas, integrando perspectivas y considerando al ser humano en toda su dimensión. De este modo, se fortalece el carácter educativo, humanizador y evangelizador de nuestras instituciones, ya que en ellas confluyen diariamente variadas identidades, culturas, orígenes y credos, lo que constituye una expresión viva de una catolicidad que tiene todo ese alcance como irradiación del mensaje salvífico de Jesús, que atraviesa culturas y generaciones” señaló la decana.
Por su parte, el profesor y académico Pablo Palet, miembro del equipo de organización e impulsor del congreso, lo definió no como un evento aislado, sino como una expresión del compromiso institucional con la diversidad espiritual. “No esperamos resoluciones ni declaraciones formales. Lo que buscamos es que el congreso mismo sea una experiencia transformadora, que permita generar conciencia de la necesidad de diálogo y paz en Chile y el mundo, para no exacerbar las diferencias sino encontrar puntos de encuentro que nos permitan crecer como sociedad”. El docente también mencionó que este congreso surgió como fruto de un trabajo académico intercultural e interreligioso que promueve la facultad de ciencias religiosas y filosofía, hace ya algún tiempo y que tiene como fin visibilizar el diálogo interreligioso y movilizar a los pueblos para que vivan, disfruten, trabajen y cultiven la paz, dado que “las religiones y cosmovisiones no son motivos de enfrentamiento, sino de encuentro, de convivencia y de trabajo común”.
El contexto de La Araucanía, marcado por tensiones interculturales, otorgó al encuentro un carácter singular. La inclusión de pueblos originarios latinoamericanos permitió conectar el diálogo interreligioso con problemáticas concretas de convivencia y justicia social.
Fue así como representantes de la espiritualidad del pueblo mapuche recordaron que “el diálogo es más que encuentro: son compromisos, palabras y vivencias”, tal como lo mencionó Vicente Painel al señalar que el diálogo intercultural en la zona se da de manera natural y lo que desde el campo occidental se concibe como faceta o característica religiosa, en la realidad mapuche se trata de un componente de integralidad de modus vivendis. “No hay una compartimentación de las facetas, sino más bien una integralidad, en la cual el ser humano se realiza en los distintos aspectos: un guillatún [Ceremonia religiosa y festiva del pueblo mapuche], por ejemplo, más que una rogativa termina siendo una suerte de reciprocidad en ejercicio colectivo, en la que las comunidades comparten los alimentos al punto de desbordar en la abundancia una suerte de confraternidad explícita. Por lo tanto, lo que aparentemente refiere a una espiritualidad, en la práctica refiere a una identificación profunda de una otredad o alteridad, más que una suerte de equivalencias de funciones separadas dentro de una sociedad.”
En paralelo, el cardenal Koovakad destacó el rol diplomático de la Santa Sede y la responsabilidad compartida de creyentes y no creyentes de “promover una cultura de paz y trabajar por un mundo más justo, humano y fraterno”. Siguiendo esta invitación del emisario vaticano, el Pbro. Juan Antonio González, párroco de Ercilla, mencionó que “como sociedad tenemos mucho que aportar para construir la paz como fruto del diálogo, las riquezas que tiene cada uno son indispensables. Por ello, es importante destacar que las culturas y las espiritualidades tienen componentes que pueden ser de mucha luz para el diálogo y para iluminar la realidad e ir construyendo la convivencia social en nuestro Chile”.
Más allá de los discursos, lo que quedó en los pasillos fue la sensación de que este encuentro abrió un espacio real de escucha. Así lo mencionó uno de los expositores del congreso e investigador chileno especialista en el fenómeno religioso, el Dr. Luis Bahamondes, quien señaló: “Me parece importante el rol que pueden tener las universidades católicas en nuestro país, entendiendo que son un espacio privilegiado para poder discutir respecto al rol de lo religioso en el espacio público, y promover al mismo tiempo valores que de alguna manera están implícitos en los sistemas de creencias que tienen los chilenos y chilenas”.
A las voces institucionales se sumaron experiencias vivenciales, tales como: sanaciones chamánicas, metodologías comunitarias, pedagogías para la convivencia, cafés fraternos; por lo que el sur de Chile se volvió escenario de un verdadero mosaico de espiritualidades.
Una apuesta desde la UC Temuco
Con este evento, Temuco reafirma que continúa siendo una ciudad marcada por su interculturalidad. Además, se proyecta al escenario internacional como un territorio capaz de tender puentes entre religiones, culturas y espiritualidades al servicio de la humanización. La invitación quedó abierta para futuras versiones del congreso en las que juntos podamos encontrarnos para transformar la intolerancia en reconocimiento, la fragmentación en tejido social, y el desencuentro en diálogo •
*Profesor de Religión y Moral, Licenciado en Educación, Magister en Teología Pastoral y Magister en Educación


