La guerra no tiene sentido – La percepción de los jóvenes sobre la guerra en Ucrania.
Por Candela Copparoni
La guerra que estamos presenciando en Ucrania conmueve a todos los ciudadanos del mundo, aun si no la vivimos en primera persona. A nivel humanitario, los ucranianos están experimentando en su propia piel el horror de la guerra, y deben elegir –cuando tienen la opción– entre abandonar todo lo que tienen y huir de su país, o quedarse y combatir por la libertad de su patria poniendo en riesgo su vida. Los ciudadanos rusos han comenzando a pagar las consecuencias, siendo excluidos de eventos deportivos o artísticos, mientras Rusia tiene que sostener el costo de las gravosas sanciones que otros países le imponen a nivel económico. También los estados europeos están sufriendo a causa de las medidas adoptadas para castigar al gigante asiático y en continentes como América Latina se percibe el aumento a precio de oro del trigo a causa de esta locura bélica.
¿Cómo podemos avanzar sabiendo que no hemos logrado construir la paz, ni utilizar el diálogo como única arma para encontrar la fraternidad universal?
Mientras la guerra explota en Europa del Este, estoy en Argentina, aparentemente “segura” y alejada del conflicto. Sin embargo lo siento cercano, y dialogo con jóvenes de mi país para entender cómo están haciendo frente a este clima de guerra, presente de manera constante en los medios.
La idea de fondo es “no hemos aprendido nada”, y un fuerte rechazo a la guerra. “No hay ninguna explicación o defensa posible desde ningún punto de vista”, como afirma Armando, un joven de la ciudad de Paraná.
Entre los jóvenes también están los que critican “la hipocresía de los Estados Unidos, uno de los principales opositores de la guerra junto a los países europeos, porque no se han opuesto de la misma manera a todas las otras guerras en el mundo, sino al contrario, han prolongado algunas, como la guerra en Iraq”.
De todos los pensamientos intercambiados con los jóvenes, el que más me ha conmovido puede resumirse en tres palabras: solidaridad, cercanía, esperanza. He comprendido que en medio de la calamidad saben encontrar lo positivo, es decir, la empatía, el deseo de estar al servicio, de ayudarse unos a otros, de ser compañeros de camino.
En el curso de formación sobre diálogo intercultural e interreligioso organizado por Città Nuova, la rabina argentina Silvina Chemen compartió una reflexión: “Cada guerra es un fracaso, pero también una lección: pensar el diálogo como un compromiso activo para trabajar seriamente en los distintos campos de influencia social. Es un mandato el de trabajar seriamente por el diálogo, porque es urgente. La guerra nos desafía a no quedarnos quietos, debe darse una transformación estructural. La universidad debería desarrollar esta capacidad en la formación de todas las carreras. La poca experiencia que todos tenemos de manera marginal no alcanza.
Otra lección es la conciencia del poder de los medios en la gestión de la conciencia social, porque modelan nuestro pensamiento y ocultan otras realidades. El diálogo es también el compromiso en la formación y en la búsqueda; dejar el confort para entender cuál es nuestro lugar en el mundo, porque si bien no estamos todos allí, en Ucrania, nuestra humanidad está herida. Para mí es una lección, un desafío. Esta guerra nos dice que no hemos hecho bastante, que debemos trabajar muchísimo para incidir en la realidad de la humanidad”.
________________________________
Artículo original publicado en www.cittanuova.it . Traducido por Lorena Clara Klappenbach.