No es lo mismo el otoño en Mendoza.
Hay que andar con el alma hecha un niño,
comprenderle el adiós a las hojas
y acostarse en un sueño amarillo.
Tiene el canto que baja la acequia,
una historia de duende del agua,
personajes que un día salieron
a poblarnos la piel de tonadas.
La brisa traviesa se ha puesto a juntar
suspiros de nubes cansadas de andar.
Esta lluvia que empieza en mis ojos
no es más que un antojo de la soledad.
Es posible encontrar cada nombre
en la voz que murmuran los cerros.
El paisaje reclama por fuera
nuestro tibio paisaje de adentro.
Con la tarde volver en gorriones
a morirnos de abrazo en el nido.
Y tener un amigo al costado
para hacer un silencio de amigo.
La noche nos dice al llevarse al sol
que siempre al recuerdo lo inicia el adiós.
Para quien lo ha vivido en Mendoza,
otoño son cosas que inventó el amor.
Para quien lo ha vivido en Mendoza,
otoño son cosas que inventó el amor.
Letra: Jorge Sosa
Música: Damián J. Sánchez
Intérprete: Mercedes Sosa