El valor de la resiliencia – La capacidad de superar obstáculos y miedos y el impacto positivo en la salud general.

Por Valquiria Gonҫalves De Oliveira* y Ornella Valenti**

La pandemia nos tomó por sorpresa y provocó un vuelco total en nuestras vidas; todo esto trajo una carga emocional muy grande, trauma e incertidumbre con respecto al futuro. ¡Y entonces la palabra resiliencia, la capacidad de lidiar con las emociones negativas y mirar el futuro con esperanza, encontró, como nunca antes, cada vez más lugar en el vocabulario de los expertos y de la gente común!

La resiliencia es, probablemente, la meta final de la madurez humana y representa el objetivo más importante de la prevención en psiquiatría. Podemos rastrear las primeras formulaciones de la resiliencia hasta el psiquiatra austriaco Viktor E. Frankl (1905-1997) quien, aunque nunca utilizó explícitamente este término, identificó factores de resiliencia durante su experiencia en cuatro campos de concentración nazi, desde septiembre de 1942 hasta abril de 1945. Frankl documentó y diagnosticó los problemas de la civilización contemporánea orientándolos hacia el sentido de la vida; para él, la persona es una unidad pero también una totalidad, un todo psicofísico y espiritual con una dimensión sociocultural y ecológica.

El relato más significativo de este momento en su vida se encuentra en el libro Ein Psychologeerlebt das Konzentrationslager1, escrito pocos meses después de su liberación, en diciembre de 1945, en medio de intensas emociones causadas por la pérdida de su madre y su esposa. Frankl aborda su historia desde una perspectiva profesional, tratando de objetivar la materia. Escribe: “Soy experto en dos campos, la neurología y la psiquiatría (…) también soy un sobreviviente de cuatro campos de concentración, y por lo tanto también sé perfectamente hasta dónde llega la libertad del hombre, capaz de resistir las condiciones y circunstancias más duras y crueles, confiando en esa fuerza que usualmente llamo la resistencia del espíritu”2.

Frankl también denomina esta fuerza como “antagonismo noopsíquico”. Él creía que tenemos que aprender a tomar conciencia de nuestros valores. Con frecuencia elogiaba a aquellos pacientes cuando descubría que superaban los obstáculos y vencían sus miedos3. “Cuando ya no puedes cambiar una situación, puedes cambiar tú mismo”, decía el doctor Frankl. O “… si tú cambias, puedes cambiar el mundo”4.

En los tiempos actuales ha quedado demostrado que la resiliencia tiene una base neurobiológica, que no es (como se asumió en un principio) una característica innata sino más bien una capacidad que puede ser aprendida y desarrollada. Posiblemente está basada en el así llamado “cerebro afiliativo”, un sistema de circuitos cerebrales complejos que permiten a los seres humanos construir y mantener relaciones afectivas5.

Tanto la corteza prefrontal como la amígdala (ver ilustración arriba) juegan un papel importante en la expresión de la resiliencia; en la corteza prefrontal se alojan las funciones cognitivas superiores como la toma de decisiones, las estrategias de cambio y planeamiento, mientras que la amígdala es la región responsable de nuestras respuestas emocionales y frente al estrés. Los estudios revelaron que los individuos con baja resiliencia mostraron una activación más alta de la corteza prefrontal y de la amígdala; en otras palabras, estos individuos tenían menor capacidad para deshacerse de la emoción negativa una vez que esta hacía su aparición. Por otra parte, una mayor activación de la corteza prefrontal izquierda era el sello distintivo de los sujetos altamente resilientes y acortaba el periodo de la activación de la amígdala, permitiendo al cerebro la recuperación de una experiencia traumática6.

Las investigaciones sobre la resiliencia continúan, porque no solo posee un efecto “desintoxicante” sobre la mente sino también un impacto positivo en la salud general. Además, estudios recientes han demostrado que las personas capaces de enfrentar las dificultades de la vida con valor y perseverancia, y que mantienen una mirada positiva aun bajo condiciones difíciles tienen lazos más estrechos y un círculo más amplio de relaciones sociales, así como son más capaces de manifestar empatía y compasión hacia otros.

¡Incluso los filósofos han hablado a favor de ella! Entre ellas Nietzche, que escribió: “aquel que tiene un porqué para vivir, puede soportar casi cualquier cómo”.

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*Psicóloga clínica, psicoterapeuta y una experta logoterapeuta miembro del Instituto Viktor Frankl de Viena, y el Psychotraumatology Centre for EMDR Studies and Research, en Italia.

**Profesora adjunta de Neurociencia, trabaja en la Universidad Médica de Viena, en el Departamento de Neurofisiología y Neurofarmacología.

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1. En castellano, publicado bajo el título El hombre en busca de sentido (N. del T.).

2. Frankl. V. (1946). El hombre en busca de sentido.

3. Gonҫalves de Oliveira, V. (2022). Viktor E. Frankl’s logotherapy and existential Analysis: theory and practice, Chapter 19 “Ecce Homo!” (pp.365-369). Ottawa (Canadá).

4. Viktor Frankl Zentrum, 2021.

5. Feldman. R. (2020). What is resilience: an affiliative neuroscience approach. World Psychiatry, vol. 19, (2), pp. 132-150.

6. Davidson, R. J. (2012). “The Emotional Life of Your Brain”.

Original en inglés, traducido al español por Lorena Clara Klappenbach.

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