El buque escuela Bel Espoir navega por el Mediterráneo, que une orillas de Europa y África, para promover el diálogo y la paz. Zarpó el pasado marzo del puerto de Barcelona para contribuir a la cuestión más urgente del presente y de la humanidad: el cese de todas las guerras. Lo hará hasta octubre, acogiendo a un total de ocho grupos a bordo, cada uno compuesto por 25 jóvenes de diferentes nacionalidades, culturas y religiones.
Por Edoardo Zaccagnini (Italia)
Los jóvenes del buque escuela Bel Espoir comparten el deseo de trabajar por un mundo mejor. Lo hacen con la herramienta y el valor del diálogo, a través del cual cada uno comparte su propia experiencia de vida. Este valioso viaje también incluye a jóvenes embajadores de la paz de Living Peace y el Movimiento de los Focolares.
Diálogo entre culturas, educación y sociedad, mujeres del Mediterráneo, religiones en diálogo, medio ambiente y desarrollo, desafíos migratorios, cristianismo oriental y occidental, y construcción de la paz: estos son los temas abordados en las distintas etapas de estos ocho meses en el mar.
Entre los numerosos jóvenes que embarcaron en el Bel Espoir se encuentra Bertha El Hajj, joven embajadora de la paz del Líbano, involucrada en el proyecto MediterraNEW, que trabaja por la educación de jóvenes en el Mediterráneo, principalmente migrantes. Compartimos en esta oportunidad algunos fragmentos de su valiosísimo testimonio.
Testimonio de Bertha
“Hace unas semanas participé en el proyecto MED25, un barco escuela para la paz. Éramos 20 jóvenes de todo el Mediterráneo, del norte, del sur, del este y del oeste, a bordo de un barco llamado Bel Espoir. No fue sólo un viaje de un lugar a otro, fue un viaje a través de las vidas, mentes y culturas de otros. Vivir en un barco con tanta gente diferente fue hermoso, pero no siempre fácil. Todos los días teníamos que compartir responsabilidades: cocinar, servir comidas, limpiar, lavar platos. Nos movíamos por equipos, así que todos experimentamos el ritmo completo de la vida a bordo. Ojalá pudiera decir que al final todo se volvió natural, pero en realidad fue más difícil de lo esperado. Empiezas a comprender cuánto trabajo en equipo se necesita, literalmente, para avanzar. Estábamos allí para hablar, para hablar de verdad. Compartimos nuestros puntos de vista y a veces chocamos, a veces las discusiones se acaloraban. Hubo momentos de frustración. Algunas conversaciones se convirtieron en verdaderas discusiones.
Pero la verdad es que en un barco no puedes simplemente irte. No puedes volver a casa y dormir. Literalmente, estábamos en el mismo barco, eso lo cambia todo. Tuvimos que escucharnos, y a veces tuvimos que admitir nuestros errores. Aprendí que la mayoría de los conflictos entre personas o países no provienen del odio, provienen de la falta de conocimiento, de los estereotipos, de la desinformación. Y así como nos conocimos en ese barco, también puede hacerlo el mundo. Si pudimos superar años de malentendidos en tan solo dos semanas juntos, imaginen lo que sería posible si la gente estuviera realmente dispuesta a escucharse.
Lo que más me impactó fue que, a pesar de todas nuestras diferencias, teníamos tanto en común. Incluso tuvimos la oportunidad de ayunar juntos, ya que era tiempo de Cuaresma y Ramadán. Creamos arte, leímos, bromeamos, rezamos en muchos idiomas diferentes al mismo tiempo, descubrimos religiones como el cristianismo, el islam, el hinduismo y el judaísmo, dormimos al aire libre y compartimos momentos de silencio y momentos sagrados. Y a través de todo esto, comprendí que la paz no es algo lejano ni inalcanzable. Es algo muy humano. Es confuso y requiere esfuerzo, pero es posible.
Regresé transformada. No porque crea que ahora hemos resuelto todos nuestros problemas, sino porque ahora creo que la paz no es un sueño, es una elección. Una elección que realmente comienza con ver y escuchar al otro. Y si veinte desconocidos lograron hacerlo en un barco en medio del mar, entonces también hay esperanza para el resto del mundo”.
Las palabras de Bertha están llenas de valor y expresan bien el sentido de la experiencia vivida en el Bel Espoir: la goleta de tres mástiles que conoce las diferentes caras del Mediterráneo y que se hizo realidad tras los Encuentros Mediterráneos celebrados primero en Bari (2020) y luego en Florencia (2022), Marsella (2023) y Tirana (2024). El gran viaje del Bel Espoir finalizará en Marsella el 26 de octubre •


