Una extraordinaria originalidad

Editorial

Estamos en la era de la viralización. Una época donde las prácticas reiteradas de un bailecito tienen como fin alcanzar la popularidad en TikTok. Tiempos en los que, para publicar una foto en Instagram, y que sea aceptada, visualizada y bien comentada, tiene que ser con la misma pose utilizada por infinidad de personas. Todo regido por estereotipos que marcan los modos en los que hay que mostrarse para ser parte, para ser visto, para “ser” alguien.

En ese contexto, seguramente exagerado aunque no distante de una tendencia global, asoman modelos actuales, contemporáneos, que a través de la sencillez de sus vidas muestran que vale la pena jugársela por lo trascendente, por lo esencial. Jugársela por quien tienen al lado. 

“Todos nacen como originales, pero muchos mueren como fotocopias”. La frase, simple, pero cargada de sentido, la pronunció un adolescente de apenas 15 años. Con la sabiduría que le daba estar anclado en Dios, Carlo Acutis entendió en su corta pero fructífera vida que valía la pena tener brillo propio. En su afán de hacer extraordinario lo ordinario de todos los días, el testimonio de este joven canonizado el pasado 7 de septiembre es ya conocido en todo el planeta y se ha convertido en un modelo de santidad no sólo para los milenials, sino para todos. 

Un modelo de santidad que no es otra cosa que un camino de vida, que se va trazando a cada paso, con actos concretos, con gestos de amor. Se trata de una santidad que se construye día a día con las entregas que hacemos para trabajar por la unidad, por la paz (la cotidiana y la global), por el bien del otro.

Así como Carlo Acutis, nos lo muestra Pier Giorgio Frassati, proclamado santo por el papa León XIV también el mes pasado. O la joven beata Chiara Luce Badano. Todos jóvenes que, muy cercanos en el tiempo, han pasado por esta tierra, han dejado una huella de amor indeleble y todavía siguen hablando al oído de tantos, animándolos a vivir una vida entregada a Dios y a los demás.  

Las múltiples ofertas que hoy tienen los jóvenes es natural que complejicen las elecciones y acrecienten la dificultad de optar por caminos que no solo tengan la meta de la realización personal, sino una realización personal que se alcanza en la medida en que el corazón esté abierto, sensible y dispuesto hacia las necesidades de quien tienen al lado. 

En esta era de la viralización, qué mejor que pedirle a “Carlo Acutis, el genio de la informática en el cielo” su cercanía a las nuevas generaciones para que, sumado al acompañamiento concreto de los adultos, se conviertan en los hombres y mujeres que construyen, y construirán, una humanidad tan original como extraordinaria •

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