Los principales referentes mundiales del “Quinto Diálogo” del Movimiento de los Focolares, el Diálogo con la cultura contemporánea, decidieron realizar su encuentro anual en el barrio Yungay de Santiago de Chile. Cerca de una docena de referentes fueron acogidos por la heterogénea comunidad de un barrio donde las diferencias y desigualdades son evidentes, “pero en donde las diferencias también hacen que se encuentren y puedan compartir en un solo espacio”.
POR LEONARDO ARAYA Y NEVA CIFUENTES (CHILE)
Las Inundaciones son una de las últimas realidades nacidas del carisma de Chiara Lubich –escribía Sonia Vargas en Ciudad Nueva, en mayo de 2024–, están precedidas cronológicamente por otros cuatro diálogos que se refieren a diversas formas concretas de construir la unidad: dentro de la Iglesia, el diálogo ecuménico, el diálogo interreligioso y el diálogo con las personas de buena voluntad.
El ‘Quinto’ es el diálogo con la cultura contemporánea, donde la cultura es comprendida ampliamente como una reflexión sobre el hacer y el pensamiento humano, sobre su historia, su presente y sobre las perspectivas de su futuro. Un diálogo que no es un fin en sí mismo, sino que pretende compartir con los hombres y las instituciones de nuestro tiempo los valores en los que creemos y por los que vivimos. De ahí el nombre de ‘inundaciones’, cuyo significado literal es entendido como eventos naturales en los que el agua cubre áreas de terreno que normalmente están secas”.
¿Cómo nace esta decisión de encontrarse en Yungay?
Osvaldo Barreneche, responsable junto a Catherine Belzug del Centro para el Diálogo con la Cultura, nos cuenta: “Junto con Catherine estamos haciendo un trabajo de lograr que el diálogo también sea entre las inundaciones y que no sea solamente algo que cada una tiene su plan, su programa, su congreso, su red, lo cual está bien y sigue así, pero al mismo tiempo (queríamos) dar un paso más y articularnos. Eso lo hemos hecho a través de la reflexión del tema de la desigualdad y este paso se dio ahí en Yungay”.
Javier Baquero, del área de la Política agrega: “Normalmente hacíamos este encuentro en Roma y siempre veníamos encontrándonos, reflexionando sobre algunos temas (transversales). Precisamente, hemos venido trabajando en el último tiempo temas como el de las grietas, las desigualdades que hay en la humanidad. Y producto de esta reflexión nos preguntamos por qué no ir a un lugar donde podamos no sólo reflexionar, sino vivir, estar en un lugar que nos permita también comprender desde los sentimientos, desde la experiencia, estas grietas, estas desigualdades. Así llegó la invitación a venir al barrio (Yungay), donde está el Focolar, para experimentar esto.”
Yungay es sede de una parte del Focolar de Santiago, está cerca de los sectores más vulnerables de la ciudad, cuenta con una serie de organizaciones que buscan potenciar y atender las necesidades del barrio, también es el lugar que acogió como párroco al actual obispo auxiliar Álvaro Chordi y el lugar de residencia del presidente de Chile, Gabriel Boric.
El encuentro se realizó entre el 14 y el 19 de julio, participaron los responsables del Quinto Diálogo, Catherine Belzung (Francia) y Osvaldo Barreneche (Argentina); Anouk Gravin (Francia) e Isaías Hernando (España) por Economía de Comunión; Fernando Muraca (Italia) por Clarté (inundación del Arte); Mabel Aghadiunu (Gran Bretaña-Nigeria) por Medicina; Javier Baquero (Colombia) por el Movimiento Políticos por la Unidad (Política); Stefania Papa (Italia) por Eco-One (ecología); Oscar Vásquez (Argentina) por Comunión y Derecho; Silvia Cataldi (Italia) por Social One; Isabel Gatti (Argentina) por NetOne (comunicación); y en Chile fueron recibidos por Paula Luengo, referente de Psicología y Comunión y Giovanni Vecchio (Italia – Chile) por Arquitectura.
El programa del encuentro permitió realizar visitas guiadas a lugares históricos, patrimoniales y de importancia social del barrio. Conocieron el Focolar de Yungay, se celebró una misa y se compartió con el obispo auxiliar y la comunidad focolarina de Santiago. Se realizaron varias reuniones, conversatorios, workshops y coloquios con académicos, autoridades sociales, civiles y culturales del sector, en temas como desigualdad social, inmersión, deconstrucción, diálogo, etc. Incluida la visita del presidente de la República y un recorrido por las calles de Yungay, conociendo y compartiendo con amigos de la calle y con el grupo de jóvenes que llevan café y sándwiches a las personas sin hogar.
La participación al lanzamiento del libro del cineasta italiano Fernando Muraca: Pasión creativa y al recital de Pedro Mardones, joven cantante, profundizaron aún más la relación con la comunidad del barrio.
La experiencia vivida dejó profundas huellas en los participantes tanto en los responsables de las Inundaciones como en los agentes locales.
Javier Baquero lo expresaba de esta forma: “Ha sido una experiencia muy especial, porque hemos podido experimentar cómo son las desigualdades y también cómo pueden ser esas desigualdades lo que muchas veces nos distancian. Pero particularmente en Yungay, un lugar que tiene dificultades, en donde las diferencias hacen también que (las personas) se encuentren y puedan compartir en un solo espacio. Experimentar también los dolores en los cuales nosotros podríamos trabajar como Obra desde las diversas inundaciones.
Desde el MPPU es una experiencia muy rica porque nos permite obviamente entender cómo el amor de los amores, la política, que se pone al servicio obviamente de la unidad, se puede concretar en un espacio como este. Así que este es un primer espacio que creo que va a tener muchos frutos de acá en adelante. Vamos a poder seguir trabajando.
Nos llevará también con una propuesta a la Asamblea (de los Focolares) en el próximo año que nos permitirá obviamente también hacer que la Obra de María sienta, experimente entre todas sus ramas, también este momento sobre el diálogo con la cultura”.
Isabel Gatti, responsable de Net-One, comentaba: “La experiencia en Yungay fue ir al encuentro de un barrio, de una comunidad que decidió no mirar para otro lado y que reconoce, en las personas que la sociedad descarta, la dignidad que les es propia. Este barrio, y la asociación que lo nuclea –Yungay del Corazón– nos abrió las puertas y, juntos, caminamos sus calles ofreciendo nuestra cercanía a quienes viven en situación de calle. Lo hicimos compartiendo un sándwich, un poco de café, una sonrisa, un diálogo que expresaba cuánto nos importaban.
Estos rostros invisibles comenzaron a revelarse facilitando encuentros. Ese ‘estar’, tan significativo en nuestras tierras latinoamericanas, fue generando un tejido nuevo que se sumó a la trama que ya sostiene a esta comunidad. Nos visitó el presidente de Chile, el obispo del lugar; se presentó un libro, comentado por un académico y la madre de un artista del barrio. Varios intelectuales locales compartieron su saber y, desde esas yuxtaposiciones diversas, se fue construyendo algo distinto, que nos contenía y, de algún modo, nos fortaleció en la utopía de alcanzar la fraternidad por la que todos, desde hace muchos años, hemos empeñado nuestra vida”.
Un momento destacado fue la visita del Presidente. Permaneció una hora dialogando sobre amor social, fraternidad e inequidad, impresionado por el hecho de ver profesores, artistas, políticos y empresarios sentados en la misma mesa, también con otras disciplinas, para pensar el cambio social con criterios científicos, profesionales, aplicados y motivados por una mirada amorosa común.
Osvaldo Barreneche explicaba este momento: “Ese diálogo que tuvimos con él no puede ser visto como algo de arriba para abajo, sino que me parece que es fruto de ese testimonio que quisimos dar… Me parece que este es un hecho significativo, pero no como una visita presidencial, sino como el impacto que queremos tener como inundaciones, como diálogo con la cultura, como Obra, que se da a partir de nuestro compromiso con los últimos. Un poco repitiendo, salvando la distancia, la experiencia que en su momento hizo Chiara y que tantos otros hicieron.”
Pilar Escotorin, traductora y observadora del evento, nos compartía su percepción del encuentro: “La buena noticia de esta reunión del Quinto Diálogo en el barrio de Yungay no solo fue un soplo de aire fresco por la naturaleza internacional de la experiencia, sino sobre todo por la esperanza de que este grupo simplemente exista. La gente del barrio quería escucharlos, los miraba con admiración y fascinación. Que haya personas capaces de dar su vida para viajar incluso dos días de avión para pensar en cómo generar un cambio social desde las periferias, es extraordinario. Esto conmueve a la sociedad y da esperanza.
Hablar de periferia e inequidad no es romántico. Es entrar en contacto con el dolor, la incomodidad, el no-privilegio. Como dijo el obispo Álvaro Chordi durante la misa celebrada en una carpintería en el barrio de Yungay: ‘Frente al dolor, hay que saber estar. Estar a los pies de la cruz en las llagas del dolor más doloroso. Cuando todos los hombres huyeron por miedo a enfrentar este dolor y su seguridad, se quedaron las mujeres y el discípulo más querido’.
Este es nuestro llamado como Focolares: aceptar estar en la realidad más dolorosa, a los pies de la cruz. Es un pacto para revisar nuestra identidad y ver qué debemos dejar para ir más ligeros, para volver a una experiencia de Nazaret.
Por eso, el Obispo añadió que no podríamos haber elegido un lugar mejor que Yungay para pensar en el Quinto Diálogo, porque mirar el mundo desde allí significa mirar la Obra y el Centro desde la periferia, desde el dolor.
El Quinto Diálogo nos obliga a revisar nuestra identidad personal y colectiva para transformar el Ideal y hacerlo llegar naturalmente a la cultura. Nos obliga a dar voz al Espíritu Santo con nuestras categorías de lenguaje y pensamiento, y esto es maravilloso”.
Lo que se generó en esa semana en Yungay no fue solo una experiencia de unidad y comunidad, no solo estar, sino también escuchar, compartir con quienes ya están caminando en esta cercanía. Significará revisar los paradigmas y caminos trazados. Y en ese sentido, la respuesta de Stefanía Papa, del mundo de la Ecología, a una joven en Argentina, explica cómo cambió su percepción después de esta experiencia: “Creo que lo que se vive acá en América Latina no es muy diferente a lo que vi en Yungay, en Chile. (Con) esta realidad tan fuerte no podemos ir y decirle que hay que separar la basura diferenciada o que deben apuntar a un estilo de vida diferente, porque ellos no lo tienen.
Si pienso lo que vi allí, ellos no tienen donde dormir, no saben qué comer, es una pobreza extrema. La pobreza es la forma de contaminación más grande que puede existir, más allá de lo que podemos pensar desde el punto de vista ambiental.
Lo que tratamos de hacer esa semana: los miramos a los ojos, tratando de comprender qué era lo que necesitaban. A veces sin siquiera hablar. Ellos tienen necesidad de esta mirada, de este amor que entra. Si no se sana esta relación, no se puede sanar la creación. Cada uno debe ser amado por lo que es. La pobreza (como se dice en Italia) es un perro que se muerde la cola. La pobreza implica no solo la degradación de la persona, sino también la degradación del ambiente. Si no logramos sanar a la persona, no podemos sanar el ambiente. Entonces quizás ustedes acá en este lugar deben mirar más a esto y después el resto. En cambio, nosotros, desde Europa, deberíamos pensar en todo aquello que hemos hecho.
Nosotros tenemos la posibilidad de ponernos a trabajar, pero tenemos que tener la fe que (a partir) de nuestro trabajo Dios hace el resto y veremos cosas grandes”.
Este encuentro dejó en claro que el Quinto Diálogo no es sólo reflexión, sino vida compartida. Desde la periferia, el carisma focolarino se renueva al abrir espacios donde las diferencias se transforman en fraternidad, dejando una huella que promete proyectarse más allá del barrio y del movimiento mismo •


