Editorial
Durante octubre tendrá lugar la primera sesión de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo, en la que no sólo participarán los obispos junto al Papa, sino también sacerdotes y laicos (hombres y mujeres), quienes a su vez tendrán por primera vez derecho a voto. Una continuidad de las etapas diocesana y continental en la que se escuchó abiertamente, y se seguirá escuchando, al Pueblo de Dios.
Este Sínodo es toda una novedad para una institución que tiene más de 2000 años y en la que su estructura piramidal quizás haya postergado a lo largo del tiempo la sinodalidad, una dimensión constitutiva del ser Iglesia. Por eso Francisco desea hacer hincapié en el estilo sinodal, en el modo trinitario de vivir y obrar de los cristianos.
Ésta es la razón por la cual en la Ciudad Nueva de este mes quisimos poner el foco en esta novedosa propuesta a través de la cual la Iglesia vive una experiencia de comunión hacia dentro de sus estructuras. La idea de caminar juntos, caminar como familia, invita a contemplar todas las miradas para decidir los próximos pasos a dar.
“Un sínodo es un acto de libertad de la Iglesia: una ayuda a mejorar su forma de ser y de servir al mundo. La Iglesia siempre necesita de la reforma, que no es solo cambio de estructuras, sino una conversión y renovación de la mente y el corazón de los creyentes, para anunciar hoy el evangelio en formas nuevas y en modos adecuados”, expresa uno de los artículos de las próximas páginas.
Y dentro de esos amplios conceptos de conversión y renovación asoman palabras y expresiones que es importante destacar: el valor de las diferencias, la realidad poliédrica, cercanía, compasión, ternura, escucha, aprender de los demás, y así numerosas ideas (y acciones) que nos interpelan como miembros protagonistas de la Iglesia.
Este mensaje de comunión, de construcción y desarrollo colectivo, va en consonancia con la espiritualidad colectiva que Chiara Lubich nos ha regalado. Y en línea, también, con la forma en que decidimos abordar los contenidos de Ciudad Nueva, entendiendo que las iniciativas y experiencias en conjunto tienen una potencia muy positiva y enriquecedora.
El desafío de siempre es hacer carne cotidianamente el evangelio, donde todas estas palabras están incluidas. En el terreno de la familia, la política, la economía, en el cuidado de la casa común, en la que vemos cómo se incrementa la pobreza y la desigualdad, y en tantos otros ámbitos podemos hacer de la sinodalidad un aporte clave para la humanidad. No estamos solos. Caminamos juntos •
Sería importante que en todas las iglesias del mundo,Católicas Apostólicas y Romanas,se permitiera los aportes e. Ideas que hagan al bien común de la comunidad,porque todavía existe una idea de la supremacía del sacerdote,y eso hace que no se pueda producir la maravillosa idea de Jesús,de sentirse más en profundidad su Divina Presencia,Gracias