“La situación social y cultural puede quizás tomar nuestra atención, pero en realidad nuestra sorpresa mayor es ver cómo tejer vínculos e intentar a cada paso construir relaciones fundadas en el amor, en Dios, nos permite poner nuestra mirada en el reverso de la trama, no dejando de estar concretamente cerca con quien necesita, viendo que ese encuentro tiene un propósito mayor”. Este es el testimonio de las protagonistas de la experiencia.
Por Ana Tano (Argentina)
El primer día de marzo de 2023 se inauguró una comunidad del Movimiento de los Focolares, un “Focolar”, en la casa parroquial de Dragones, conformada por Betiana, Renata y Virginia Osorio, siendo desde ese momento animadoras parroquiales designadas por el padre obispo Luis Scozzina. El actual administrador parroquial es el padre Martín Alarcón, que también las acompaña hoy. Luego de casi un año, el 1 de febrero del año 2024, asumieron el acompañamiento del comedor. En febrero de este año se sumó Alicia a la conformación del Focolar.
Son muchos en el Chaco Salteño buscando construir un mundo más fraterno, desde la Iglesia católica local, junto a otras iglesias cristianas, a otras organizaciones de la sociedad civil, también junto a tantos comprometidos del ámbito público. Comparto, en palabras de las protagonistas de esta experiencia, la actualización de algunos de los proyectos en los que están involucradas.
Prevención de trata de personas
“Son dos las líneas de acción. La primera es con el equipo de Prevención de Trata, un proyecto diocesano que tiene un eje estratégico en la ruta 81. Es el segundo año de trabajo, abriendo un tercero que es posible gracias al apoyo financiero de Franciscan Mission.
Se trata de ‘Unidos por el cuidado’, un proyecto comunitario para la prevención de la trata desde el enfoque del cuidado en la crianza y educación. Se desarrolla de la mano de la Pastoral de Prevención de la Trata, Diócesis de la Nueva Orán. Tiene como objetivo crear un entorno seguro y protector para los niños, niñas y adolescentes, donde puedan crecer y desarrollarse de manera saludable y feliz. Abarca seis municipios: Aguas Blancas, San Ramón de Orán, Hipólito Irigoyen, Pichanal, Embarcación (Hickman-F. Dragones) y Coronel J. Solá (Pluma de Pato, Morillo y Los Blancos). A través de talleres a docentes, talleres para padres y madres, mesas de gestión, un Cineforum, y la jornada ‘Se trata de nosotros’ cuando se conmemora el Día contra la trata de personas, trabajamos en la promoción de prácticas educativas efectivas que favorezcan el desarrollo integral de los niños, niñas y adolescentes. Esto con el fin de generar comunidades fuertes y solidarias, donde las familias, las escuelas y otras instituciones trabajen de manera coordinada en favor de su buen vivir.
Mujeres Lideresas Wichí
La otra línea de trabajo es la de ‘Mujeres Lideresas Wichí de la ruta 81’, de 15 comunidades. Este proyecto lo promueve Talentos, una ONG de la familia franciscana, y es apoyado por la iglesia de Holanda (Vastenactie). De esta acción destacamos que en el desafío de comprender cómo estar y acompañar, buscamos estos custodios que tenemos en el camino, y fue así que, conversando con Sebastián Gómez de Tartagal, nos presentó a Nancy López, cacica de la Comunidad O Ka Puckie, y Mónica Medina, esposa del cacique de la Comunidad Quebracho, ambas comunidades wichí/weenayen. Y el tercero tampoco fue un encuentro casual. Conocimos a una joven wichí, Laurentina Nicacio, que realiza una enorme misión con jóvenes a través del deporte. Tres valiosas mujeres wichí, de las cuales estamos aprendiendo muchísimo.
Esta experiencia nos hizo ver que solo tenemos que generar espacios porque luego, desde la misma realidad, se encuentran las respuestas del ‘cómo caminar’. Estos momentos de trabajo son casi un cien por ciento en lengua wichí. Es una experiencia increíble cada encuentro vivido. En el recorrido han sido unas 160 las mujeres participantes de 22 comunidades.
La parroquia de Dragones
Más allá de estas líneas de trabajo, también estamos presentes en otros espacios comunitarios. Nuestra vida diaria es estar inmersas en la parroquia con sus distintas realidades, orientadas a los niños, niñas y adolescentes, en su mayoría wichí, que vienen a compartir de lunes a viernes. Son acompañados por cuatro jóvenes que dan apoyo escolar, hacen talleres de huerta, sostienen un gallinero, folklore, deporte y juegos. Son unos 50 aproximadamente los que están registrados. Actualmente, 113 personas reciben diariamente un plato de comida en el comedor, donde se reparten un promedio de 65 platos, mientras que 54 niños y adolescentes de entre 5 y 17 años asisten al merendero.
Allí hay dos mujeres, Lili y Caty, las cocineras; un joven, Gonzalo y Rosa, que se ocupan de la limpieza.
Estamos en la red de comedores y merenderos que reciben apoyo del Estado por intermedio de Cáritas. Y también es sostenido por el Proyecto Dragones que impulsa la parroquia de Santa María de La Lucila, provincia de Buenos Aires.
En noviembre de 2021 un grupo de La Lucila visitó la zona y eligió Fortín Dragones para ofrecer al menos cinco comidas a la semana para unos 80 niños y madres. La primera etapa con colaboración de la delegación municipal funcionó en el predio del centro de salud. En agosto de 2022, nueve meses después de un trabajo muy comprometido se logró realizar la compra de los materiales y se dio inicio a la construcción del comedor. Y gracias a las donaciones del equipamiento en octubre, un mes más tarde se concluyó la primera etapa de la obra, mientras que en febrero de 2023 se terminó la segunda. Mercedes Cuellar junto a un equipo asumieron el servicio y acompañamiento, afrontando importantes desafíos en ese primer año y medio. El pueblo está muy agradecido por esta obra y por todo el trabajo de acompañamiento, porque poco a poco se está convirtiendo en un espacio de encuentro para todos.
De comedor a centro comunitario
Estos meses la realidad nos mostró la necesidad de dar un salto de comedor a ‘Centro de Encuentro y Cuidado Comunitario -CECC- Isí, lugar de encuentro y cuidado’ , que pudiera servir para mirar y acompañar integralmente a las familias. Creando una Unidad de Trabajo Social-UTS, hicimos todo el camino junto con monseñor Luis Scozzina y aquellas otras organizaciones de los distintos ámbitos que mencionamos. Estamos en ese camino. En estos últimos dos meses pudimos delinear bien la propuesta, pensando inclusive en que haya una coordinación a cargo de una persona que vive en Dragones. Siempre con el propósito de asegurar que aquello poco o mucho que se realice pueda permanecer y que sea un proyecto liderado por personas del lugar y en particular un equipo con los recursos necesarios, tanto materiales como humanos, para que lo puedan llevar a cabo a nivel local.
Se reordenaron los espacios para poder alcanzar mejor los objetivos propuestos. El centro tiene como objetivo principal abordar la perspectiva intercultural, centrando su atención en varios ejes. Primero, se enfocará en el rol de la mujer en la cultura wichí y criolla como organizadora de la estructura social. En segundo lugar, se buscará crear un espacio saludable para niños, niñas y adolescentes que combine actividades recreativas y pedagógicas. Un tercer eje contempla alcanzar la autosostenibilidad del 60 al 70% a través de actividades productivas en un plazo de cuatro años.
Finalmente, se promoverá un diálogo constructivo y a largo plazo con otras iglesias cristianas y la creación de espacios de intercambio cultural entre las comunidades wichí y criolla, fomentando una convivencia sana y armoniosa.
El 31 de marzo logramos la creación del CECC, que desde abril funciona como tal. También dentro del Centro se abrió la Unidad de Trabajo Social, desde donde se acompañan situaciones del pueblo y de las comunidades wichí. El trabajo es en red con el municipio, el colegio, la escuela y otras organizaciones presentes en la ruta 81.
Quien está a cargo de la coordinación del CEEC es Ana Virginia Zenteno, y de las UTS, Betiana Colina. Para seguir mencionando a quienes acompañan las actividades nombradas, el apoyo escolar está a cargo de Alicia, Maira, Jorgelina y Natalia; el gallinero, a cargo de Aarón; la huerta es acompañada por Mariela; y el taller de folklore lo brinda Gonzalo.
El nombre del Centro es en lengua wichí: “ISÍ”, significa un faro, que ilumina, al que todos pueden ver, donde no hay oscuridad. Sin duda muy significativo para todo lo que ya se está haciendo y lo que se nos presenta de ahora en adelante” •



