Capítulo 1 – Iniciamos esta nueva sección en nuestra revista con preguntas que hacemos a Alessandra, una amiga del diálogo que nos responde en el marco del intercambio con personas de diversas convicciones.
Por Claudio Larrique (Uruguay)
Se habla muchas veces de que hay que tener las puertas abiertas a los demás, pero ¿qué significa concretamente?
Abrir puertas significa abrir el corazón. Abrir el corazón a la experiencia del otro, que a veces te trae horizontes de luz, otras veces abismos de vacío. Y hacerse luz en la luz para que brille aún más. Hacer que el vacío acoja al vacío para descubrir juntos la dirección del paso.
¿Cómo podríamos “caminar a la luz del amor”?
Caminar a la luz del amor, y el amor es ante todo Verdad y Libertad.
La Verdad exige vivir en consonancia con aquello en lo que creemos, con lo que más profundamente mueve nuestra alma, ya sea la fe en Dios o en los principios humanos de igualdad, de igual dignidad, de igualdad de derechos para todo hombre sobre la tierra sin distinción de credo religioso, cultura, sexo, orientación sexual, raza.
La libertad interior es la consecuencia directa de este vivir en consonancia con uno mismo y con la posibilidad, que nadie nos puede quitar, de enderezar el camino si nos damos cuenta de que hemos tomado un camino diferente.
¿Qué implica servir al hermano?
¿Qué es lo que le sirve, es decir, le es útil al hermano? Cada uno de nosotros puede tener o no tener lo que es útil al hermano; y es justamente en virtud de la diversidad y de lo distintivo de cada ser humano en comparación con otro, que cada uno de nosotros podemos serle útil al hermano.
Si empezáramos a ver nuestras respectivas diferencias no como una limitación de la relación, sino como una oportunidad, tantos conflictos, grandes o pequeños, morirían de raíz.
El hermano, el otro que es diferente de mí, en virtud de sus diferencias conmigo, puede ser un enriquecimiento para mí, y yo puedo serlo para él.
Se trata de cambiar de punto de vista, de aceptar la confrontación que a veces puede parecer áspera, de no detenerse en lo que parece una división sino de elegir ambos descubrir en el otro, en su pensar, en su sentir, en su manera diferente de vivir y de rezar un enriquecimiento mutuo. Y puede que descubramos que nos queremos más que antes •

