Confianza en el “nosotros”

Editorial

En una sociedad que muchas veces invita al individualismo y promueve la cultura del “sálvese quien pueda”, abrir los ojos y percibir la realidad de quienes tenemos al lado se convierte en un acto contracultural. Detenerse, observar y actuar en función de las necesidades del otro implica contrarrestar una corriente que, si bien parece arrasar con todo lo que se ponga en su camino, no es imposible de revertir.

No se trata de acciones heroicas o grandilocuentes, sino de pequeños gestos que transmiten la convicción de la existencia de otra humanidad. Una humanidad que siente, que está viva, que se construye en el día a día, con una mirada, una sonrisa, una lágrima que empatice con el sentimiento del otro. 

Son esas actitudes que nos dan la certeza de que “el otro me constituye”, como expresa la portada de esta edición de Ciudad Nueva. La seguridad de que el “nosotros” cobra una identidad mucho más potente que numerosos “yo” dispersos, cada uno ensimismado en sus asuntos.

“Cuando dos almas se encuentran, son dos cielos que se unen y dan a las dos almas gozo, paz, serenidad, luz y ardor al estilo de la Trinidad”, escribía Chiara Lubich. Y continuaba: “Cuanto más estemos fundidos en uno, tanto más adquiriremos la virtud del otro (omnia mea tua sunt), de modo que seremos todos uno, cada uno el otro, cada uno Jesús. Seremos muchas personas iguales, pero distintas, porque las virtudes en nosotros estarán revestidas por la virtud característica que formará nuestra personalidad”.1

Son esas acciones cubiertas de caridad las que nos vinculan, nos ponen en relación. En definitiva, es a través de éstas que nos volvemos prójimos de quien pasa a nuestro lado. Una proximidad que encuentra en la diversidad entre unos y otros el condimento que le dará un sabor especial a ese mundo unido con el que todos soñamos y del que todos somos una parte importante y necesaria.

“La capacidad de creer plenamente en otro es uno de los valores más bellos del ser humano”, decía el escritor y traductor japonés Haruki Murakami. Y de eso se trata, alcanzar una confianza plena en ese que es distinto a mí, pero que me constituye •

1.  Lubich C., La doctrina espiritual, Buenos Aires, Ciudad Nueva, 2005

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