Del encuentro al compromiso

Frente a las realidades sociales más crudas, hay un primer paso que consiste en mirarlas y reconocerlas. Esta es una experiencia en la que este acto de amor llevó a un compromiso conjunto por la construcción de vínculos de cercanía. 

Por Javiera Toro Lobos (Chile)

La llegada del invierno, el frío y la lluvia nos mantiene diariamente abrigados y ansiosos por llegar a casa, arroparnos y dormir calentitos en nuestras camas.

Es por eso mismo que invito a recordar a aquellas personas para quienes nuestra cotidianidad es un lujo. Quienes no tienen una residencia fija, cuatro paredes y todo lo necesario para sobrellevar el invierno. A las personas en situación de calle –aunque muchas veces sea una normalidad en el entorno de nuestro día a día– no es común tenerles una cercanía cotidiana, conocer sus nombres, sus historias, sus quehaceres diarios. Las imágenes asociadas con las personas en situación de calle –sean realidad o simple prejuicio– tienden a alejarnos del lado humano de estas situaciones, a olvidarnos que existen más allá del telón de fondo de nuestras ciudades. En Chile, el Censo 2024 estimó alrededor de 21.750 personas en situación de calle en todo el país, el 39% de ellas de la Región Metropolitana1

Conocer estas problemáticas es el primer paso para abordarlas. Sin embargo, en estos tiempos, las ciudades –especialmente con grandes densidades de personas como lo es Santiago de Chile– tienen muchas veces la receta para la individualidad, en donde la tendencia está en preocuparse solo en la vida de uno para sobrevivir. Por lo que la acción de salir de uno mismo, de su propio círculo, al encuentro de otro, puede ser revolucionario. 

La Ruta Fraterna de Yungay tiene principalmente ese objetivo: salir de nosotros mismos –y de nuestra zona de confort– para ir al encuentro de otros, romper con nuestros prejuicios y conocer a quienes nos rodean, conectar con ellos como personas y brindarles un poco de compañía, apoyo y escucha.  

Esta ruta, sin embargo, nace de un camino –un vínculo– que se lleva haciendo desde hace ya muchos años con el territorio del Barrio Yungay. En sus inicios, jóvenes del Movimiento de los Focolares visitaban las diversas hospederías, que eran espacios que brindaban la posibilidad de, por una pequeña suma de dinero, dar alojamiento por la noche a quien no tiene techo. A raíz de la relación que se iba generando con los amigos de la hospedería surgió el deseo de compartir con ellos la Navidad, ya que para muchos era un momento de mucha soledad. Surge así la Navidad en la calle, que se ha realizado casi ininterrumpidamente desde la década de los 90. Las hospederías se cerraron y muchos de nuestros amigos de ese momento tuvieron que migrar a otros sectores. 

Durante la pandemia, los problemas sociales se incrementaron y las personas en situación calle aumentaron exponencialmente, lo que fue agravado por el aumento de la migración, por lo cual ya no solo eran adultos en calle, sino también familias completas.

Es en este contexto que algunas focolarinas se acercaron a la Parroquia San Saturnino a petición del sacerdote para echar una mano en la “olla común” los días jueves, la cual tiene como objeto cubrir una necesidad básica alimentaria de tantas personas del sector. Este comedor que nació durante la pandemia de Covid-19 se mantiene hasta el día de hoy, entregando una comida caliente cada día y siendo un espacio de vinculación y de afectos con los adultos y familias que necesitan una ayuda al momento de la comida. 

En esta nueva conexión con vecinos del barrio –de los cuales muchos estaban en situación de calle– es donde nace la Ruta Fraterna, desde una necesidad de ayudarles con más que solo una cena, porque cuando ya se forma una conexión surge la preocupación por quienes están afuera, por sus condiciones, muchas veces con la inquietud de “cómo estarán pasando la noche”. Es por eso que se coordinó un grupo, variando en número, que semana por medio consigue todo para hacer sándwiches, café y té, y recorren las calles de Yungay buscando no solo personas en situación de calle, sino a “los amigos de la calle”: los amigos ya conocidos y los amigos por conocer. 

La Ruta es “fraterna” porque busca crear esa conexión y se convierte en una gran práctica de reciprocidad, ya que de lo que comienza con un intercambio de algo material (una ayuda para pasar otro día, otra noche) a cambio se devuelve de forma inmaterial, con una ayuda cuando pueden, compañía, acompañar y proteger durante la ruta; y siempre, siempre, entregan hermosas palabras, su sabiduría, sus agradecimientos, sus historias. Comparten sus dolores, alegrías y otra perspectiva de la ciudad. Una perspectiva en la cual las condiciones no están en su favor, fuera de la vivienda y de un trabajo formal. Una perspectiva que está marcada por dificultades del entorno, en donde existen reglas para su sobrevivencia, y están en constante peligro de violencias tanto estatales como de la misma calle; donde la adicción y los problemas de salud, físicos y mentales, están siempre presentes junto con una desconfianza constante al mismo entorno y al oficialismo que conviven en la mente de muchos.

Pero también es una perspectiva en la cual, a pesar de todo esto, se es resiliente para sobrevivir, para reírse, para cantar, para enamorarse, para cuidarse a sí mismos, a sus amigos, parejas, hijos, madres y a sus fieles mascotas; para construir con felicidad sus propias viviendas, sean en carpas o algo un poco más producido, o el poder obtener sus propias cosas; para enseñar, a quien escuche, y seguir recordando, la vida que tuvieron, la que tienen y la que sueñan con tener. 

Todo esto significa un trabajo continuo, el cual no siempre es fácil. Tiene sus desafíos tanto logísticos como emocionales, ya que uno se enfrenta con una situación difícil de un fenómeno social que es más grande que uno mismo. Es por eso que el objetivo no es terminar con la vida de calle, ya que no existe una única solución a un problema que significa mucho más que solo no tener una vivienda, sino conectar con las personas y ayudar desde donde podemos. Conocer la problemática es el primer paso para abordarla, y ya con conocer, hablar con los amigos de la calle, podemos entender que no hay una sola razón para terminar viviendo en ella, como tampoco hay una sola razón para mantenerse ahí. Muchos nos han dicho que no quieren irse de la calle, algunos que se sentían más libres, otros, como Jano –querido amigo de todos en la Ruta y personaje icónico del barrio– que argumentaba que se quedaba para asegurarse de que sus amigos de la calle estuvieran bien y protegidos. Lamentablemente, Jano murió de manera trágica, en la calle, hace ya casi un año, y es recordado por todos en el barrio, donde tiene su animita2, la cual se trata de visitar en cada ruta. 

La Ruta, que partió de una preocupación por los amigos de la calle en las noches, ha crecido para inspirar varios nuevos proyectos: ya no solo una intervención los sábados para el desayuno; sino también la creación de un “equipo calle” de la parroquia, que organiza para mejorar las condiciones para los amigos de la calle en el Barrio Yungay. Los miembros de este equipo son quienes identifican, junto con los participantes de la Ruta, a quienes conocemos a lo largo del recorrido y las necesidades que surgen, desde una chaqueta o un nylon para la lluvia, hasta baños químicos públicos. También han inspirado a otros grupos de jóvenes de colegios a llevar una continuación de la Ruta las semanas en las que normalmente no se hace, en la cual son ellos quienes “llevan la batuta” para organizarla y liderarla. Hoy en día se está organizando una nueva oportunidad de abrir un dormitorio fraterno para mujeres en situación de calle, llamado “La Pieza Rosada”. 

Así es como pequeñas acciones se convierten, a través del tiempo, en grandes cambios, empezando por el encuentro con otro y la disposición para cambiar la perspectiva, hasta terminar aportando su propio grano de arena •

1. Censo 2024: RM concentra el 39% del total de las 21.750 personas censadas en situación de calle. (2025, 28 de marzo). La Tercera. Recuperado de https://www.latercera.com/nacional/noticia/censo-2024-rm-concentra-el-39-del-total-de-las-21750-personas-censadas-en-situacion-de-calle/

2. Pequeña ermita que recuerda un hecho trágico en espacios públicos.

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