Inteligencia Artificial – Aunque no nos demos cuenta, vivimos rodeados de la Inteligencia Artificial. Desde el celular que se pone al servicio de nuestros pedidos hasta el GPS que utilizamos para llegar a algún lugar. Denostarla sería tan necio como no comprender que, dado su gran impacto en la sociedad toda, requiere de un marco regulatorio y una responsabilidad que garanticen un correcto uso.
por Ignacio Amaro (Uruguay)
A lo largo de estos últimos años hemos sido espectadores de diversos fenómenos y avances tecnológicos creados por el hombre que intentan facilitar el modelo de vida, además de hacerla práctica y personalizada. Dentro de este universo, un área que goza de amplia repercusión, sobre todo en el último tiempo, es la llamada Inteligencia Artificial (IA). Generalmente, cuando oímos este término acechan nuestra mente ideas como la de robots autosuficientes o megacomputadoras que dejarían en ridículo al humano más capaz. Pero ¿qué es realmente la Inteligencia Artificial?
Según Google, el gigante norteamericano que utiliza la Inteligencia Artificial para existir y funcionar, la IA es un conjunto de tecnologías que permiten que las computadoras realicen una variedad de funciones avanzadas, incluida la capacidad de ver, comprender y traducir lenguaje hablado y escrito, además de analizar datos o hacer recomendaciones, entre otras tareas.
Columna vertebral de la innovación en la computación moderna, la IA es un campo de la ciencia relacionado con la creación de computadoras y máquinas que pueden razonar, aprender y actuar de una manera que normalmente requeriría inteligencia humana o que involucra datos cuya escala exceda lo que los humanos pueden analizar.
Puede abarcar muchas disciplinas diferentes, como la informática, el análisis de datos y las estadísticas, la ingeniería de hardware y software, la lingüística, la neurociencia y hasta la filosofía y la psicología.
Google explica que todo lo que llamamos Inteligencia Artificial actualmente se considera inteligencia “estrecha”, dado que solo puede realizar un conjunto reducido de acciones en función de su programación y entrenamiento.
En esa línea, hay otras dos categorías que no existen actualmente pero que, en teoría, podrían llegar a ser el siguiente paso: la Inteligencia Artificial general (AGI, por sus siglas en inglés), con capacidad para “sentir, pensar y actuar” como lo haría una persona; y la superInteligencia Artificial (ASI, por sus siglas en inglés), con habilidades para funcionar de manera superior a la humana en todo aspecto.
Esta inteligencia supone muchos beneficios al alcance de la mano de las empresas, las cuales se sirven de la mayor eficiencia, eficacia y automatización posible. Así, como explica Google, pueden automatizarse flujos de trabajo y procesos o trabajar de forma independiente y autónoma de un equipo humano. Por ejemplo, la IA puede ayudar a automatizar aspectos de la seguridad cibernética mediante la supervisión y el análisis continuo del tráfico de red. Al mismo tiempo, una fábrica puede inspeccionar productos en busca de defectos o llevar a cabo su control de calidad.
De esta manera se limitan errores manuales en el procesamiento de datos, las estadísticas, el ensamblaje en la fabricación y otras tareas a través de automatización y algoritmos que siguen los mismos procesos cada vez.
Pero no pensemos únicamente en grandes compañías o complejos rubros que implementan la IA. Sitios más sencillos, como un comercio, pueden responder la simple pregunta de sus clientes sobre el horario de atención, apertura y cierre del local.
Y no solo eso: la capacidad de analizar con rapidez grandes cantidades de datos también puede acelerar los avances en investigación y desarrollo. Por ejemplo, la IA se usó en el modelado predictivo de nuevos tratamientos farmacéuticos potenciales o para cuantificar el genoma humano.
Para conocer un poco más a fondo la actualidad de esta tecnología, Ciudad Nueva dialogó con Bruno Pereyra Saladino, estudiante de ingeniería en sistemas y programador, que explica que la IA está más presente en nuestras vidas de los que nosotros imaginamos.
“Se utiliza en una amplia variedad de aplicaciones, desde asistentes virtuales como Google Assistant, Siri (de Apple), Alexa (de Amazon), chatbots que surgieron en estos últimos meses como ChatGPT, hasta sistemas de seguridad para hogares y empresas”, dice Bruno.
“También se aplica en la industria automotriz para la creación de vehículos autónomos, en juegos para crear oponentes virtuales que puedan competir como un ser humano y aumentar el desafío para los jugadores; en la medicina, para el diagnóstico y tratamiento de enfermedades, en el sector financiero para la detección de fraudes y en el comercio electrónico para la personalización de la experiencia de compra. Además, la IA también se utiliza en la investigación científica para la identificación de patrones en grandes conjuntos de datos y la predicción de resultados en experimentos”, agrega.
Sin dudas, son variados y amplios los ámbitos en los cuales se hace presente el uso de esta tecnología para mejorar nuestra experiencia, pero pasa desapercibida ante los ojos del mundo justamente por la novedad y rapidez con la que se implementó. Demasiados son los usuarios que la utilizan en el día a día sin saber lo que ella hace o incluso, sin saber que existe.
Como una moneda con dos caras, la Inteligencia Artificial supone tantas ventajas como responsabilidades y marcos regulatorios que velen por su correcta utilización. El uso desmedido, así como el desarrollo erróneo de esta tecnología, exigen acciones concretas para prevenirlos.
“El acelerado desarrollo de la IA puede plantear varios desafíos. En primer lugar, está el riesgo de que los sistemas de IA tomen decisiones perjudiciales para las personas si no se diseñan y utilizan de manera responsable. Además, la IA también podría reemplazar a los trabajadores en algunas áreas y provocar desempleo. Otro desafío es el de la privacidad y la seguridad, ya que la IA puede usarse para recopilar y analizar grandes cantidades de datos personales, lo que podría aumentar el riesgo de violaciones de privacidad y ciberataques”.
Estudiar con Inteligencia Artificial
La Inteligencia Artificial está presente en diversos ámbitos de nuestra vida y uno de ellos es la educación, un factor fundamental en el avance y progreso de personas y sociedades. Además de proveer conocimientos, la educación enriquece la cultura, el espíritu, los valores y todo aquello que nos caracteriza como seres humanos. La educación es necesaria en todos los sentidos. Por eso, resulta más que interesante saber cómo se puede amalgamar junto con la IA. Sobre todo si nos detenemos en la pregunta que se hacía el tecnólogo Santiago Bilinkis: “Si la Inteligencia Artificial va a darnos todas las respuestas, ¿va a tener sentido estudiar?”
Nuevamente consultamos a Bruno Pereyra acerca del tema, quien brinda un análisis que destaca las ventajas y desventajas que pueden influir en los estudiantes.
“Hay varias maneras en que la IA podría colaborar. Por ejemplo, ayudando a los maestros a evaluar el progreso de los estudiantes de manera más eficiente e identificar áreas en las que necesiten apoyo adicional. También puede ayudar a personalizar el aprendizaje y adaptarlo a las necesidades individuales de cada estudiante, proporcionando feedback y recursos personalizados”, dice Bruno.
De todas formas, el ingeniero fue crítico al señalar que si bien estas tecnologías tienen la capacidad de ayudar y ser un complemento en la educación, no hay que perder de vista que no todo debe basarse ellas.
A su vez, comparó este proceso con lo que fue la invención de la calculadora: muchos pensaron que iba a reemplazar la habilidad de hacer cálculos mentales y manuales, pero con el tiempo se demostró que el aparato no disminuyó la importancia de las habilidades matemáticas, sino que las complementó y permitió a los usuarios realizar operaciones complejas con mayor rapidez y precisión.
De manera similar, la Inteligencia Artificial puede complementar la educación al permitir que los estudiantes accedan a recursos educativos personalizados y adaptativos, mientras que permite a los maestros automatizar tareas administrativas y dedicar más tiempo a la enseñanza y al apoyo individualizado. Además, al proporcionar oportunidades para analizar datos y tomar decisiones informadas, puede ayudar a los estudiantes a desarrollar habilidades como el pensamiento crítico y la resolución de problemas.
Pereyra también detalló que la implementación de esta tecnología supone más ventajas que desventajas en la enseñanza, pero que si no es aplicada de buena manera puede generar un problema muy grande, y es el hecho de que los estudiantes dependan demasiado de la tecnología y pierdan habilidades sociales importantes.
Lo cierto es que este tipo de tecnología supone un impacto muy avanzado en el sistema educativo y en la forma en que aprenden los alumnos. Impacto que entendemos como positivo y con vistas hacia el futuro. Pero, al mismo tiempo, el panel de dudas abre una frontera que desconocemos y que no sabemos a dónde nos puede llevar. La Inteligencia Artificial nos exige caminar con cautela •
Yo crítico profundamente a la IA y no soy un necio. Espeto que próximos artículos de CN estén verdaderamente abiertos al diálogo.
Cordialmente