Para la mayor parte de la población de nuestra región Cono Sur, marzo representa el momento en el que nos ponemos en marcha. La rutina vuelve a tomar forma y va adoptando la fisonomía que nos acompañará a lo largo del año. El desafío será mantener los hábitos saludables de los que hablábamos en la edición anterior, de modo que no nos veamos encerrados en los quehaceres y responsabilidades cotidianas. Y para las familias, sobre todo, el inicio de las clases marca la agenda y el ritmo de vida.

La educación es un tema que nos atraviesa permanentemente y después del receso estival asoma con mayor visibilidad, más allá de las realidades, fortalezas y debilidades del sistema educativo de cada uno de nuestros países.

“Para educar a un niño hace falta una aldea”, dice un proverbio africano, y en esa línea se apoya la relevante invitación que hiciera el papa Francisco a “reconstruir el pacto educativo global”, que iba a tener su puntapié inicial justo cuando se desató la pandemia. No obstante, la propuesta de ser aldea sigue vigente porque allí “es más fácil encontrar la convergencia global para una educación que sea portadora de una alianza entre todos los componentes de la persona: entre el estudio y la vida; entre las generaciones; entre los docentes, los estudiantes, las familias y la sociedad civil con sus expresiones intelectuales, científicas, artísticas, deportivas, políticas, económicas y solidarias. Una alianza entre los habitantes de la Tierra y la ‘casa común’, a la que debemos cuidado y respeto. Una alianza que suscite paz, justicia y acogida entre todos los pueblos de la familia humana, como también de diálogo entre las religiones”1.

Es un compromiso encontrar y asumir el rol que cada uno puede cumplir dentro de esta gran aldea, no solo de manera individual sino en el funcionamiento colectivo, aportando nuestra originalidad para esta misión comunitaria.

Una misión comunitaria a la que como Ciudad Nueva nos vemos llamados, asumiendo el compromiso con el carisma de la Unidad y siendo portadores de un mensaje de fraternidad para la humanidad.

Por eso, en la experiencia que venimos realizando desde el año pasado, cobra fuerza la palabra alianza. Un término que tiene el significado de “pacto” y viene del sufijo –anza (cualidad del que hace la acción) sobre el verbo “aliar” y este del latín alligare, que refiere a “atar, unir”. El paso dado por las distintas redacciones de Ciudad Nueva en el Cono Sur tiene, en ese sentido, una valiosa impronta. Unidos por aquella misión comunitaria, seguimos caminando abiertos a la creatividad en la comunicación. Una comunicación que por estas tierras tuvo su nacimiento hace precisamente 60 años, cuando en marzo de 1963 se publicó la primera edición de la revista Ciudad Nueva, con el coraje, entusiasmo y sueño de llegar a tantas personas al punto de conformar una comunidad, una “aldea” dispuesta a llevar adelante la “revolución del amor” propuesta por Chiara Lubich. El desafío continúa •

1.  Mensaje del Santo Padre Francisco para el lanzamiento del pacto educativo, Vaticano, 12 de septiembre de 2019.

El valor de la alianza
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