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El encuentro con personas diversas, tanto por sus idiomas como por sus creencias, comenzó en 1978, cuando Chiara Lubich instituyó el Centro para el diálogo con los no creyentes como parte del Movimiento de los Focolares.
La apertura del Movimiento hacia personas de diversas creencias religiosas, sumando a las agnósticas o indiferentes, se fue afirmando, hasta el extremo de expresarse en un diálogo con sus propias especificidades. Esta expresión se consolidó como una nueva rama dentro de los Focolares, cuando Ugo Radica invitara a Chiara Lubich a compartir un encuentro con personas de diversas convicciones. Dicho momento tuvo lugar el domingo 7 de mayo de 1995, y fue el alumbramiento del “Cuarto Diálogo” (4D).
Lo que sucede en los encuentros del 4D suele ser original, porque sus integrantes tienden a ejercitar el “respeto recíproco”. Algo que se da con mayor frecuencia entre personas de culturas distintas, o de diversas convicciones, sean creyentes o agnósticas. Requisitos: primero la escucha, para pasar luego al diálogo.
Una experiencia que se ha vuelto internacional, conformando un estilo de vida revolucionario: escuchar, pensar y compartir fragmentos de vida, con personas que de otro modo no se reunirían. He aquí una posible receta para consolidar sociedades agrietadas: una pizca de paciencia, varias cucharadas de escucha, sírvase espolvorear con el corazón abierto, y tener a mano varios sobres de fraternitas.
Prueba de ello son los testimonios de grupos que se juntan a ver películas, para luego compartir un momento de intercambio.
En Montevideo, el Grupo Gaspar, y en Buenos Aires, el grupo de Cine Debate, propagan esta vocación del 4D y adaptan la receta aportada. Claro, cada uno con su toque especial, dado que llevan más de 20 años en esta incansable labor.
Los ingredientes que no deben faltar son la escucha y la fraternidad. Invitamos a ejercitar esta fórmula: Escucha + Diálogo = 4D
Por Quique Figueroa (Argentina)