Libros

Por José María Poirier (Argentina)

Cynan Jones (2022). Buenos Aires: Chia Editora

De este escritor galés, nacido en 1975, fueron reseñados por la crítica sus libros La tejonera (2021) y muy especialmente Tiempo sin lluvia (2020). En el primero, un granjero cuida a sus ovejas mientras vive un difícil duelo. En el segundo, el protagonista, Garreth, sale una mañana a buscar la vaca que se ha escapado del establo. La silenciosa mujer y los dos hijos componen su familia en el campo. Todo acontece en un mismo día, en espera de la lluvia.

Con extrema concisión y con una prosa despojada, el autor se siente siempre atraído por la relación con la naturaleza, en verdaderos desafíos que ponen a prueba la voluntad y las fuerzas humanas. En efecto, en La bahía, el único protagonista está perdido en el mar, herido por un rayo durante una feroz e inesperada tormenta, y todo lo narra a mitad de camino entre la percepción de la realidad y la ensoñación. La meta consiste en regresar a la costa, pero ¿podrá? ­¿Y a qué distancia lo llevó la corriente? ¿Le quedan agua y fuerzas para subsistir?

Él advierte “que debe haber sufrido un accidente importante”. Ante la presencia de un enorme pez luna que lo mira como un amigo, piensa: “Hasta acá llegué”. En un momento, un chico parece verlo desde la playa, en el kayak, con sus binoculares. Pero vuelven a reinar la oscuridad y el frío. Se altera la noción del tiempo. Le parece oír la voz de su padre. Se pregunta si no está viviendo un apocalipsis.

El final es incierto, pero en los agradecimientos, anota: “Gracias también al equipo de rescatistas. La próxima vez, no voy a adentrarme tanto en el mar”.

En una entrevista, el autor explica: “Soy un producto del paisaje en el que crecí, y también lo son mis historias. Cuando era joven, vivía en un vecindario que era una suerte de colección de pequeñas casas muy juntas, pero mi Nain (en galés, ‘abuela’) y mi Taid (‘abuelo’) tenían una granja a solo un kilómetro y medio. No era enorme, pero para mí era un mundo. Había bosques, matorrales y campos abiertos que llegaban hasta la playa. Este lugar me invitaba a vivir en mi imaginación. Y, de alguna forma, elegí no superar esa condición: como aprendí a escribir, no tuve que hacerlo”. Siempre emociona reencontrarse con Cynan Jones.

La bahía
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