“Entre la nube de pintados chiquilines
vio la sonrisa que enviaba una princesa.
Entre los rostros de mezclados colorines
dudó si era para él la gentileza.”

(“Colombina”, Jaime Roos)

por Gabriel Ferrero (Uruguay)

Alguna vez formé parte de esa nube (aunque sin estar pintado). Es imposible olvidar la fascinación del tablado. Las hileras de bombitas, las murgas de letra incomprensible… La magia de aquel baldío y sus sillas apenas ordenadas siguen acá adentro, como la imagen borrosa de un tiempo seguro. Como una tibia noche de verano.

Cuando aquel profe me pidió que hablara con sus alumnos, dije que sí casi sin pensarlo. ¿Cómo negarle una charla a un grupito de chiquilines desconocidos que querían saber qué hace un astrónomo y un físico?

No imaginaba que me tocaría tempranito, el viernes de una semana tremenda. Las clases frente a la compu, la espalda que no soporta la silla, el estrés del último día para presentar proyectos, mi torpeza conceptual… y para completarla, una noche corta. Tenía muchas ganas de cancelar, pero respiré hondo y me conecté pensando “intentemos amar”.

Y ahora los tengo acá, delante de mí, en la ventana del Zoom contracturante. No sé qué hice, pero noto que siguen mis palabras fascinados, como aquellos pintados chiquilines. El último que habló me preguntó por el inicio del tiempo… y algo sucedió. Terminé feliz, como si un beso se posara en mi ventana •

La canción: https://jaimeroos.uy/letras/colombina/

Foto: Santiago Mampel

La nube de pintados chiquilines
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