Agroecología – La agroecología como paradigma puede vincularse a varios problemas socioambientales que subsisten y nos atrapan. Por eso, entendida como ciencia, movimiento o práctica, nos aporta ideas a fin de reestablecer relaciones apropiadas entre los componentes de los agroecosistemas, con el cosmos y la sociedad en la cual vivimos.

Javier Souza Casadinho (Argentina)*

El papa Francisco, desde la Encíclica Laudato si’ nos enumera una seria de problemas ligados a las actividades productivas agrarias. Entre ellas: la deforestación, la reducción drástica de la diversidad biológica cultivada y natural, la pérdida de características apropiadas de los suelos, y el consumo de plaguicidas y fertilizantes. Todos estos aspectos derivan en contaminación socioambiental, con consecuencias sobre la salud de los seres vivos, la calidad del agua, suelo y aire, así como pérdida de soberanía alimentaria, artificialización de la naturaleza, cambio y variabilidad climática. Evidentemente, se ha producido una triple ruptura. Una, hacia el interior del ser humano, escindiéndonos entre nuestro cuerpo físico y nuestro espíritu; otra, respecto de los seres humanos y el ambiente al cual pertenecemos; y una tercera, vinculada a una separación entre los propios humanos, al perderse la empatía y los lazos de solidaridad.

La Encíclica del papa Francisco también nos brinda elementos y nos da fuerza para repensar la situación desde nuestras prácticas, acciones y organización para recrear y enriquecer una mística basada en nuestra inclusión en la naturaleza y el respeto de todos los derechos. La agroecología, entendida como un modo de percibir, reflexionar y actuar en nuestra realidad agraria, nos da la posibilidad de integrarnos a la naturaleza para, desde allí, recomponer los lazos entre los seres humanos y la armonía al interior de cada ser vivo. Como ciencia, movimiento o práctica, la agroecología nos aporta ideas a fin de reestablecer relaciones apropiadas entre los componentes de los ecosistemas agrarios, con el cosmos y la sociedad en la cual vivimos.

Paradigma agroecológico

La agroecología, tomada como paradigma, puede vincularse a varios problemas socioambientales que subsisten y nos atrapan, como por ejemplo la soberanía alimentaria. La misma puede conceptualizarse como el derecho de las personas y comunidades a decidir el modo de obtener, cultivar, recoger, criar, compartir y procesar nuestros alimentos. En la actualidad, este derecho se halla vulnerado en sus dimensiones relacionadas con la producción y el acceso continuo a alimentos de probada calidad. En este sentido, la agroecología, a partir del diseño de agroecosistemas sustentables y resilientes, nos posibilita la obtención de alimentos sanos, nutritivos y diversos, además de una cantidad suficiente para la demanda de una población mundial creciente de manera sustentable. Es decir, respetando los ciclos y flujos naturales.

La agroecología posee dos principios básicos: la diversidad biológica y la nutrición integral de los suelos. Ambos, y de manera sinérgica, posibilitan la obtención de alimentos con adecuados rendimientos productivos y alta calidad intrínseca. En efecto, la nutrición integral de los suelos a partir del suministro de materia orgánica, posibilita la vida de una gran diversidad de insectos, hongos, algas y baterías que descompondrán dicha sustancia transformándola en humus y luego en nutrientes, el alimento de los vegetales. Todo aquello que alguna vez vivió o que pertenece a un ser vivo puede transformarse en materia orgánica volviendo a la tierra, a la cual pertenecemos y que es dadora de vida. La agroecología nos invita a sustituir los fertilizantes minerales obtenidos a partir del petróleo, no solo por ser caros, contaminantes de las aguas y alteradores de la vida del suelo, sino porque además generan gases, como el óxido nitroso, responsable de producir el efecto invernadero que a su vez ocasiona cambios y variabilidad en el clima.

Esa materia orgánica, ese humus, esos nutrientes, serán los responsables de que las plantas crezcan sanas y vitales, resintiendo el accionar de los hongos y las bacterias perjudiciales. Los suelos vivos y sanos posibilitarán el crecimiento de plantas sanas, que a su vez alimentarán a otros seres vivos, incluidos los humanos, de manera saludable.

Problemáticas a enfrentar

Respecto a la fase de la producción de alimentos de manera agroecológica se requiere repensar el acceso a la tierra, en cantidad y calidad, de forma tal que se posibilite diagramar en el tiempo y en el espacio a los agroecosistemas. Por su parte, la soberanía alimentaria se relaciona con el acceso continuo a los alimentos de probada calidad (sin restos de plaguicidas, y con adecuada cantidad de minerales, vitaminas y proteínas). En la actualidad, estas dimensiones se hayan ligadas tanto a poseer los recursos monetarios para adquirirlos, así como los bienes naturales (tierra y agua) para producirlos. Allí la agroecología también ofrece la recreación de agroecosistemas para la producción de alimentos dentro de la agricultura familiar urbana y periurbana, como también la regeneración de mecanismos de vinculación entre productores y consumidores, dentro de la economía social y solidaria. Ejemplo de ellos son las ferias de cercanía, las ventas en bolsones y también en los propios predios de los productores.  

Otro de los problemas actuales que merece una reflexión es el de la generación de desperdicios no biodegradables, tanto al interior de los predios agrícolas como aquellos ligados a los procesos de transporte, comercialización y consumo. Aquí también la agroecología nos permite repensar la producción y consumo de alimentos sanos, produciendo una “desplastificación” de la agricultura. Las silobolsas, los invernáculos, el plástico negro que cubre los suelos en cultivos de frutilla en la fase de producción (mulching de plástico) así como los envases, las bandejas, las bolsas utilizadas en la fase de comercialización, constituyen desperdicios no degradables que permanecerán por años sobre nuestro planeta tierra, contaminando a los ecosistemas para desde allí incidir en nuestra salud, como es el caso de los microplásticos. Resulta incongruente producir de manera ecológica generando contaminación con materiales que perdurarán en la tierra muchos años después de nuestro transitar por ella. En este sentido, la recreación de mercados de cercanía, las ventas a granel, los envases retornables o la utilización de materiales biodegradables constituyen caminos en una transición para modificar nuestros hábitos de consumo. 

La agroecología nos propone volver a ser humanos en nuestro peregrinar por la tierra, reconocernos constituidos de humus (ser humildes), salir de nuestra mirada antropocéntrica para no solo respetar, sino propiciar el crecimiento de todos los seres vivos. Recuperando, además, nuestra base espiritual. Propone repensar el sentido de la vida, la noción de trascendencia, de estar entrelazados por un espíritu que nos aúna y que posibilita que continuemos con vida individual y colectiva, entendiendo que somos parte de un colectivo que nos contiene y trasciende. 

La agroecología nos posibilita ser creativos, crear sobre lo creado, independizarnos de las recetas, diagramar y trabajar sobre cada predio agrícola desde sus limitantes y posibilidades, tomando esa unidad desde todas las dimensiones: biológica, ecológica, económica y espiritual. Nos impregna con la vida para ir al encuentro con nosotros mismos, con otros seres vivos y con la naturaleza toda. Hilvanando y reparando los vínculos y conexiones perdidas, que nos duelen y que reclaman ser recuperados •

*El autor es Ingeniero agrónomo y Maestro en Ciencias. Co-Director del Centro de Estudios sobre Tecnologías Apropiadas de la Argentina (CETAAR) y docente en la Facultad de Agronomía de la UBA.

La producción de alimentos desde la recreación de vida
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