Atractivos de un carisma
Por Sonia Vargas Andrae (Bolivia)
no de los puntos gravitacionales de la espiritualidad de Chiara Lubich es su comprensión sobre Jesús Abandonado. Jesús Crucificado ciertamente, pero en un instante específico, explicitó el abandono. En ese kairos se da por exceso la donación más plena, la manifestación más sublime del Amor. En una de sus primeras cartas, Lubich escribe este pensamiento, por un lado, desconcertador y, justamente por ese desconcierto, profundamente luminoso. Ella explica que todos los atributos de Cristo en el abandono se ofuscan, se eclipsan: la belleza, la paz, la justicia, la ciencia y la verdad desaparecen. Jesús asume como suyo todo lo opuesto por amor nuestro, para mostrarnos que todo tiene sentido si está y es por Amor. La verdad sin amor desaparece. La verdad a partir del abandono tiene un solo sentido, el Amor, así lo describe Lubich:
Él me ha infundido en el corazón una gran pasión: ¡El crucificado y abandonado!
Él, que desde lo alto de la cruz me dice: “… he hecho eclipsar todo lo mío…, todo. Ya no soy bello, ya no soy fuerte; aquí no poseo la paz; aquí arriba, la justicia ha muerto; la ciencia no sabe; la verdad desaparece. Queda sólo mi Amor, que ha querido derramar por ti mis riquezas de Dios…”
Eso me dice, y me llama… a seguirlo…
¡Él es mi pasión!1 (25/12/1944).



