Nos encontramos con una meditación de Chiara Lubich, considerada un clásico. Publicada en italiano 1959. Sin duda, marca una etapa nueva en la vida espiritual, pues señala que la vocación del hombre es el mundo, la historia. Adelantándose al Concilio Vaticano II, Lubich señala que la vocación de todo hombre/mujer es la construcción de relaciones sinceras y transparentes, indicando que el camino para llegar a Dios es el otro en el mundo. Todo quehacer del hombre es vocación si está inspirada por el Amor:
He aquí el gran atractivo
penetrar en la más alta contemplación
y permanecer mezclado con todos,
hombre entre los hombres.
Diría aún más: perderse en la muchedumbre
para impregnarla de lo divino,
como se empapa
un trozo de pan en vino.
Diría aún más:
siendo partícipes de los designios de Dios
sobre la humanidad,
trazar en la multitud estelas de luz
y, al mismo tiempo, compartir con el prójimo
la injuria, el hambre, los golpes,
las breves alegrías.
Porque el atractivo
del nuestro, como el de todos los tiempos,
es lo más humano y lo más divino
que se pueda pensar:
Jesús y María:
el Verbo de Dios, hijo de un carpintero;
la Sede de la Sabiduría, ama de casa1.
1. .Lubich C., El atractivo de nuestro tiempo. Escritos Espirituales/1, Ciudad Nueva, Madrid, 1995, p.27.