Crisis del agua – La situación en otra parte del planeta.
por Bruno Cantamessa*
En Israel la escasez de agua nunca fue una emergencia, sino la normalidad. Las precipitaciones son escasas y los únicos recursos hídricos de la región son básicamente los referidos a la cuenca del río Jordán (foto), que tiene su origen en el monte Hermón, en el Líbano, forma el lago de Galilea (de aquí la importancia estratégica de los Altos del Golán) y desemboca en el Mar Muerto después de marcar los límites de Israel con Siria y Jordania, y entre Jordania y los territorios palestinos. A partir de esta geopolítica se intuye la importancia del cauce, explotado más allá de los límites permitidos, pero de todos modos insuficiente ante la demanda hídrica del territorio que atraviesa. Todavía más, la supremacía israelí después de la guerra de los Seis Días (1967) monopolizó la distribución de los recursos hídricos: aunque los palestinos son aproximadamente la mitad respecto de los israelíes, estos consumen un promedio de 280 litros de agua al día, mientras que los palestinos unos 70. Sin embargo, en algunas zonas la disponibilidad para los palestinos no llega a los 20 litros diarios, sobre todo durante el verano. Como parámetro, es útil recordar que la OMS (Organización Mundial de la Salud) estima el suministro de agua necesario para mantener buenos niveles de hidratación e higiene en alrededor de 100 litros diarios por persona. Desde el punto de vista agrícola, entonces, la desigualdad es todavía más evidente.
La carencia de recursos hídricos hizo que los gobiernos israelíes pusieran una gran atención, ya desde el comienzo del Estado de Israel (1948), a la disponibilidad y gestión del agua, cuyo acceso no es gratuito, aunque no es caro (alrededor de 400-500 dólares anuales por familia). Con respecto a la cuestión hídrica, los israelíes están siempre a la vanguardia en la generación de modos y técnicas que aseguren la disponibilidad de agua para uso doméstico, agrícola e industrial. Es de ellos la invención del sistema de riego por goteo y desde los años ochenta se recuperan las aguas residuales para riego en un alto porcentaje (cerca de un 85 %, mientras que en Italia apenas se llega al 60 %). Desde los años noventa está en funcionamiento un sistema de desalinización de las aguas marinas (ósmosis inversa con reducido impacto ambiental). Hoy, en Israel, cerca del 60 % del agua para consumo humano es producto de la desalinización. Y una parte de esta agua se suministra a las autoridades palestinas y a Jordania a través de acuerdos de cooperación.
Actualmente hay en Israel cinco plantas de desalinización: Ascalón, Palmachim, Hadera, Asdod y Soreq. Para dar una idea de su alcance, la planta de Soreq (inaugurada en 2013, no lejos de Tel Aviv) aspira 624 mil metros cúbicos diarios de agua salada del Mediterráneo y devuelve al mar la sal extraída.
La producción de agua potable de la planta de Soreq es de alrededor de 150 millones de metros cúbicos al año, que cubren aproximadamente el 20 % de la demanda de agua de Tel Aviv •
Nota: artículo original publicado en Città Nuova, traducido por Lorena Clara Klappenbach.
*El autor es periodista, escritor y corresponsal de Città Nuova en Medio Oriente.