Libros – Mariana Enríquez, Buenos Aires, 2023, Anagrama
Por José María Poirier (Argentina)
Hoy es posiblemente la escritora argentina contemporánea más citada y premiada en diferentes ámbitos nacionales y extranjeros. Sin embargo, Mariana Enríquez es, al mismo tiempo, un verdadero personaje polémico, amada por muchos lectores y rechazada por otros tantos. ¿Se trata sólo de una cuestión generacional, o va más allá de eso? Creo que los géneros que acostumbra tratar, siempre con incuestionable capacidad narrativa, crean bandos contrapuestos. Hay en su prosa una marcada tendencia al terror, a lo desagradable, a lo más oscuro. Todo parece presagiar las desgracias.
En esta antología de cuentos aparecen algunos ya conocidos y otros más actuales. De todas maneras, con posterioridad a este libro publicó una novela y otras narraciones cortas, aparecidas recientemente. Pero siempre en el universo de la escritura negra, donde Mariana deja entrever además su amor por lo marginal, el punk y el rock.
Ella nació en la zona sur de la provincia de Buenos Aires en 1973, y estudió periodismo en la Universidad Nacional de La Plata. Trabajó en el prestigioso suplemento Radar del diario Página/12. Reconoce la influencia de autores como Roberto Arlt, Manuel Puig, Juan Carlos Onetti, Roberto Bolaño y, entre otros, James Joyce, Stephen King o Toni Morrison. Por otra parte, su imaginación se nutrió con los cuentos y las leyendas referidas por su abuela.
En esta obra, siempre desconcertante, la autora comienza con “El desentierro de la angelita”, cuyos huesitos había que preservar de las lluvias: “A mi abuela no le gustaba la lluvia y antes de que cayeran las primeras gotas, cuando el cielo se oscurecía, salía al patio del fondo con botellas y las enterraba hasta la mitad, todo el pico bajo tierra. Yo la seguía y le preguntaba abuela por qué no te gusta la lluvia por qué no te gusta”.
“La Virgen de la tosquera” es un acabado ejemplo de su estilo y de su estética más feroz; allí se dan cita miedos, notas sádicas en un clima siniestro. Así concluye el relato: “Caminó hasta la entrada de hierro tipo arco que daba a la ruta, y recién ahí empezó a correr hasta la parada del 307, y nosotras detrás de ella, si pensamos en buscar ayuda, no lo dijimos”.
Sigue “El carrito”, con su mezcla de reivindicación social y horror: el linyera, los insultos, el mal olor y la maldición.
En “El aljibe” recurre a la memoria popular y fantástica de la provincia argentina de Corrientes: “Josefina recordaba el calor y el hacinamiento dentro del Renault 12 como si el viaje hubiera sucedido apenas unos días atrás y no cuando ella tenía seis años, pocos días después de Navidad, bajo el asfixiante sol de enero”.
Quizá lo más sórdido aparece en “Dónde estás corazón” y esa pareja patológica, y en “Ni cumpleaños ni bautismos”, con todo lo espeluznante de los abusos y la demostración de que las conciencias pueden quedar adormiladas en la existencia de seres tan enfermos. El primero de estos comienza con: “Tengo tres recuerdos de él, pero uno de ellos puede ser falso”. El segundo termina de la siguiente manera: “Me volví a hacer amiga de mis ex amigos pero nunca les conté nada: es necesario mantener algunas lealtades”.
“Chicos que faltan” es de una enorme tristeza: “Cuando empezó a trabajar en el Centro de Gestión y Participación que quedaba debajo de la autopista en Parque Chacabuco, Mechi pensó que nunca iba a poder acostumbrarse el constante trepidar sobre su cabeza, un ruido sordo que combinaba el pase de los coches, la vibración de las junturas del asfalto, el esfuerzo de los pilares”.
Y acaso la narración que da título al libro, “Los peligros de fumar en la cama” (donde se pregunta la narradora: “¿Era una mariposa nocturna o una polilla?) ya no nos inquieta demasiado.
Después de lo dicho, y admitiendo que hay pareceres muy encontrados sobre esta obra y esta autora, no puede dejar de observarse que Enríquez es uno de los ejemplos literarios más considerados por las jóvenes generaciones. El tema exigiría otro debate, pero a muchos de sus lectores quizá no les interese.


