Libros

por José María Poirier (Argentina)

Virginia Higa (2020). Buenos Aires: Editorial Sigilo

Virginia es escritora y traductora argentina, con raíces japonesas e italianas. De este último lado proviene su atento conocimiento sobre las pastas italianas. Y la sorpresa del libro es que los famosos sorrentinos son una creación familiar (los mayores venían de Sorrento, cerca de Nápoles). La receta guarda sus secretos, que son intransferibles fuera del núcleo familiar. Todo está ambientado en Mar del Plata, donde la autora vivió unos años. Allí luce el restaurante del cuento. El personaje central es Chiche, soltero y gran administrador de la casa de comidas, su gran orgullo.

Al referir vocablos y expresiones, sugiere con tacto la autora que “estas frases son nuestro latín”, citando ese libro estupendo, titulado Léxico familiar, de Natalia Ginzburg.

La narración es divertida y amable, siempre respetuosa y con todas las facetas de una típica familia meridional italiana. Leemos: “El menú de la trattoria tenía aspecto de libro tapizado en cuero y era todo un misterio para la familia: el Chiche no dejaba que nadie lo mirara para pedir. Hacerlo habría sido considerado una ofensa, una actitud de forastero, de profano. Se pedían solo los platos conocidos y se suponía que la familia conocía todos los platos que se servían en el local. Si surgía una duda sobre los ingredientes de una salsa o una preparación, había que preguntarle a los mozos o al Chiche mismo, que aprovechaba la oportunidad para hacer comentarios sobre la historia de las recetas”.

Se señaló en el suplemento “Babelia”, de El País, de Madrid: “Virginia Higa propone una novela de vidas cruzadas por filias y fobias a través de la historia de una familia de emigrantes italianos en Argentina”. Como en algunas comedias del gran dramaturgo napolitano Eduardo De Filippo, hacia el final se entrecruzan en este libro lo cómico y lo desconsolado. Así nos despide Virginia Higa: “Unos meses después, el Chiche decidió dejar las habitaciones que había ocupado por cuarenta años en la parte de arriba del restaurante y compró un departamento sobre la calle Balcarce, al que podía llegar caminando en pocos minutos”.

Los sorrentinos
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