“Por una cabeza”: breve teoría de un tango

Música

Un clásico, en toda forma de arte, siempre parece algo obvio. Pero un análisis minucioso puede hacer que algo obvio sea nuevo. No voy a dar ni por sentado ni por obvio el tango Por una cabeza, de Gardel y Le Pera.

Empezando por lo musical: la melodía de la introducción está en una tonalidad menor, tiene matices más oscuros o melancólicos desde lo sonoro. El ritmo de esa melodía, fácilmente cantable, se caracteriza por figuras más bien estiradas. Si pensáramos en la temática de este tango, diríamos que son “zancadas” largas.

Ahora bien, cuando llega al inicio de la letra, la armonía cambia a una tonalidad mayor y una rítmica bastante más corta. La primera estrofa, Por una cabeza / de un noble potrillo / que justo en la raya afloja al llegar, es mucho más compleja de lo que parece. La melodía tiene un movimiento ascendente y usa lo que en el lenguaje de la música se llaman cromatismos. Esto es la articulación entre dos notas de la escala de la tonalidad de la canción mediante una nota intermedia, que no pertenece a la armonía y que, por sí sola, sería algo disonante con el acompañamiento. 

Un movimiento cromático, el más pequeño posible en la música occidental, va por semitonos: Do, Do sostenido, Re. Podríamos decir que son “zancadas cortas”. Como si realmente la melodía estuviera empujando con la cabeza, con el último aliento para alcanzar la nota de llegada.

Pero luego dice: Y que al regresar / parece decir / no olvidés hermano, / vos sabés, no hay que jugar. Literalmente está regresando en términos tonales con una melodía descendente.

La estrofa siguiente hace caso omiso a la máxima recibida y, alegando un metejón de un día, casi un capricho obsesivo, vuelve con el movimiento cromático para alcanzar el famoso estribillo. 

El canon de voces que se produce entre el por una cabeza que canta Gardel y la misma frase cantada por los coros, también remite indefectiblemente a la lógica de carrera. A un leve, ínfimo, pero por demás significativo primer arribo. Podríamos decir que este tango pinta una imagen con sonido.

En la segunda parte deja en claro la resignación: Un final reñido / yo no vuelvo a ver / Pero si algún pingo llega a ser fija el domingo, yo me juego entero. / ¡Qué le voy a hacer!

Los temas de este tango se confunden entre la ludopatía hípica y el amor no correspondido. En los dos sentidos, una apuesta y una locura provocada por una pérdida, por una cabeza, sea de un caballo o de una mujer. 

Por Federico Farley (Argentina)

“Por una cabeza”: breve teoría de un tango
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