El pensamiento del papa Francisco en relación al fenómeno migratorio que hoy afecta a millones de personas puede ser un punto de partida para pensar en la Teología de las Migraciones. Retomando expresiones emitidas en encíclicas, podemos pensar de qué manera siguen echando luz sobre los desafíos del presente.
Por Diana Durán (Paraguay)
Un aspecto esencial en el pensamiento del papa Francisco era la convicción de que Dios está en todas partes, por tanto, la cercanía con cada persona nos da la oportunidad de un encuentro con Dios. Tal idea se conecta con la exhortación de que seamos una Iglesia con corazón y puertas abiertas. Iglesia como lugar de misericordia donde todos se sientan amados y valorados; y alentados a vivir el Evangelio.
Ha puesto de relieve desde los inicios de su pontificado que los excluidos deben ser el centro de la vida cristiana, e instaba constantemente a todos y todas a luchar contra la pobreza, tanto estructuralmente como con pequeñas acciones.
Por tal motivo, ha puesto especial interés en la movilidad humana, por el estado de vulnerabilidad en que se hallan personas que se desplazan de sus lugares originarios y por lo mucho que sufren por doquier. Al respecto afirmó que los migrantes y refugiados plantean un desafío particular a una Iglesia sin fronteras, madre de todos.
La misericordia siempre fue el centro de su pensamiento y acción; así como la persona humana. Y en varias encíclicas y documentos ha puesto el acento en la situación del universo antes mencionado; en los padecimientos de los mismos y en la riqueza y esperanza que ellos aportan. En el 2017 creó un nuevo dicasterio para el servicio del desarrollo humano integral, al que se ocupó personalmente de dar seguimiento.
El amor especial a migrantes y refugiados en la práctica debe traducirse en: acoger, proteger, promover e integrar; con acciones tendientes a lo estructural, pero sin descuidar las necesidades inmediatas que deben ser atendidas.
Tales acciones hablan de la cultura del cuidado y del encuentro, que él vivió y buscó difundir, de modo tal de expandir la globalización de la misericordia. Y con ella, se instaure la fraternidad universal, que nos lleve a considerarnos nosotros, en vez de levantar muros ante los otros.
En relación a la política, dado que su deber es la búsqueda del bien común, debe contemplar desde el punto de vista jurídico la salvaguarda de los derechos de cada migrante y refugiado; y evitar así que nadie quede del otro lado del muro, por el lugar en que nació, el color de la piel o el credo religioso. Habla de la importancia de una gobernanza mundial para enfrentar las migraciones, con una mirada de atención integral a las personas que abandonan sus lugares originarios, por circunstancias adversas, en muchos casos.
La encrucijada en el contexto actual
Según lo estudiado en Teología latinoamericana, las cinco encrucijadas relevantes son: la identidad, que para todo cristiano tiene raíces en el seguimiento de Jesús; la dignidad, que proviene de que somos imagen de Dios y tal hecho nos hace uno con todas y todos; la justicia, que está ligada a la caridad, ya que el pleno cumplimiento de la ley está en el amor; la hospitalidad, que debemos vivir mirando a Jesús que comía con los rechazados de su tiempo, y eso le condujo a la muerte. Por otro lado, la integralidad: es necesario caminar hacia un desarrollo sostenible e integral que contemple la dignidad de las personas y el cuidado del medio ambiente.
Consideramos que las encrucijadas señaladas tienen en común la centralidad de la persona humana –tal como se señalara– que fue esencial en el pensamiento del papa Francisco. Reconocer la identidad y dignidad que nos une a todos en la humanidad, partiendo de que somos creación amorosa de Dios, puede promover la verdadera justicia, la acogida (hospitalidad) a todos y todas y la atención integral, de modo tal de propiciar que cada persona se desarrolle de modo pleno, sin dejar de lado ninguna dimensión.
La toma de conciencia de que la pertenencia a la raza humana, por un lado, y la de ser creación a imagen de Dios, por el otro, debe conducirnos a obrar como miembros de una familia, es fundamental en el pensamiento del papa Francisco. Es decir, la visión antropológica cristiana debe llevarnos a superar los nacionalismos que levantan fronteras culturales y materiales. Debe, también, contribuir a la cultura del encuentro, que puede generar estructuras sociales acordes a la misma, permitiendo la implementación de políticas asociadas a una gobernanza mundial que responda a las necesidades de millones de personas impulsadas a migrar en busca de mejores condiciones de vida.
La encrucijada, por lo tanto, gira en torno a la centralidad de la persona humana; ante la cual ninguna norma debe prevalecer. Ese es nuestro desafío como Iglesia, en palabras del papa Francisco: Iglesia que debe ser tienda de campaña, hogar y alimento, con predilección para los más vulnerables de la sociedad, entre los que se hallan millones de migrantes y refugiados •
Bibliografía
Ares, A. Fratelli Tutti y las migraciones, Comillas, 2020.
“El Papa Francisco: una mirada a las migraciones”, revista Corintios XIII, ISSN010-1858, Madrid, 2014
Ares, A. “Cuando te vimos forastero y te acogimos. Transitando una teología de las migraciones”, revista Corintios XIII, ISSN 0210-1858, Madrid, 157, 2016.
Campese, G. Hacia una Teología de la realidad de las migraciones. Método y desafíos, ITESO, 2017.




Muchas gracias por la Reflexión. El llamado de Jesús de cuidarnos unos a otros, de atender al que sufre parece ser una clave en la primera expansión del cristianismo. Hoy son muchos los que sufren. Los migrantes y refugiados son una parte importante de ellos. En Chile tenemos a la Beata Laura Vicuña. Su vida, vocación y muerte estuvieron marcadas por la persecución a la que fue sometida la familia Vicuña después de la Guerra Civil chilena de 1891. Ella debió salir del país junto a su madre, a vivir en Argentina. Las situaciones sobre su vocación y las crisis que enfrentó estuvieron totalamente ligadas a esa situación. Sin embargo no ha habido voluntad de pensar a Laurita y a tantos otros, cómo «Santos de la Emigración» o más aún «Santos de la Emigración Forzada».
Pensar la Migración y a los Refugiados cómo lugar teológico donde encontrar al Rosto de Cristo podría ayudarnos a tener realmente a «Jesús al Medio»