Editorial de la revista Ciudad Nueva de abril 2022.

El dolor y la angustia se han apoderado una vez más de la humanidad. La guerra de la que hoy el mundo es testigo, sobre todo Europa, nos ha remontado a las épocas más sangrientas y absurdas de la historia. Las acciones bélicas en Ucrania por parte de Rusia se suman a aquellas que perduran ya desde hace tiempo pero que tienen menos “pantalla”: Siria, Yemen, Etiopía, Afganistán, más las injusticias que decenas de pueblos sufren por conflictos internos en naciones de África e incluso en nuestra América Latina.

En ese oscuro contexto internacional también existen iniciativas capaces de generar una conciencia de paz a las sociedades de hoy, como la de Living Peace, que en estas páginas queremos dar a conocer, o personas que habitando los territorios más complejos en este momento viven poniendo la mirada en las necesidades de los demás.

Son esa “pequeña gente, en pequeños lugares, haciendo pequeñas cosas” –como decía Eduardo Galeano– que “están cambiando el mundo”.

Quien hoy tiene esta revista en sus manos, en su computadora o en cualquier otro dispositivo móvil habrá notado que se trata de otra Ciudad Nueva. Sí, es otra, pero es la misma. Está cambiada, pero la esencia sigue siendo la de llevar un mensaje de esperanza con la oportunidad de hacerlo más amplificado.

Después de un recorrido iniciado casi tres años atrás –y que seguimos transitando– Ciudad Nueva busca potenciar su alcance sin contemplar las fronteras, sino más bien nutriéndose de las riquezas, particularidades, identidades de Uruguay, Paraguay, Chile y Argentina para hacer realidad la experiencia de la unidad en la diversidad.

Es un tremendo desafío que hemos asumido entre las redacciones y las comunidades de cada uno de los cuatro países. Queremos soñar en grande, queremos mirar hacia horizontes que nos invitan a dar nuevos y renovados pasos, acordes a los tiempos que corren y, por qué no, queremos ser un testimonio de convivencia, trabajo en equipo, interés por el bien común, también desde la comunicación.

Sabemos que el camino no es fácil, porque se nos presentarán dificultades e incomodidades, necesarias cuando el deseo es seguir creciendo. Estamos seguros de que contaremos con cada uno de ustedes, como lo han hecho con cada edición de Ciudad Nueva a lo largo de su historia en estas tierras. Ojalá podamos ser fieles a las huellas de nuestros pioneros, a ese augurio de Chiara Lubich de ser “un faro” y de que “la luz (…) llegue a muchos”. Hoy, especialmente, nuestras sociedades están sedientas de un mensaje de paz, unidad y fraternidad.

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