Triple sabiduría: un camino integral

El tema desarrollado por el Dr. Lucas Cerviño en el Congreso de Sostenibilidad relacional que se desarrolló en octubre de 2024 nos ayudó a profundizar en el reconocimiento de la diversidad de saberes y las complejidades socioambientales que caracterizan América latina, ofreciendo un posible marco para un diálogo transdisciplinar entre los saberes indígenas, la eco-teología y las ciencias, desde una perspectiva sapiencial de la Laudato Si’

Por Lucas Cerviño (Argentina-México)

En medio de la crisis ecológica que vivimos, se abre paso la necesidad de un cambio profundo: no solo en nuestras tecnologías o políticas, sino en nuestra forma de ver y habitar el mundo. Esta transformación se inspira en lo que algunos llaman la era ecozoica: una etapa en la que la humanidad vive en armonía con toda la comunidad de vida, reconociendo que todo está conectado y que nuestra supervivencia depende de relaciones saludables con el planeta y todos los seres que lo habitan.

La idea no es nueva. El papa Francisco, en Laudato Si’, llama a una ecología integral que supere el paradigma tecnocrático y ponga en el centro la vida en todas sus formas. Filósofos como Thomas Berry y Raimon Panikkar han insistido en que la sostenibilidad requiere algo más que conocimiento técnico: hace falta sabiduría para comprendernos como parte de un tejido de relaciones que nos trasciende.

De la era tecnozoica a la era ecozoica

Hoy, gran parte del desarrollo sigue guiado por lo que Berry llama la era tecnozoica: un modo de controlar el planeta para el beneficio de los seres humanos, a costa de los demás seres vivos. Esto ha provocado desequilibrios graves: pérdida de biodiversidad, degradación de ecosistemas y un clima cada vez más inestable.

La alternativa es la era ecozoica, centrada en la Comunidad de Vida Integral: un vidacentrismo que reconoce el valor intrínseco de todos los seres y busca relaciones mutuamente beneficiosas. No se trata de volver a un pasado idílico, sino de imaginar un futuro donde lo humano, lo natural y lo espiritual coexistan en equilibrio.

¿Por qué la sabiduría es clave?

La ciencia ofrece datos y soluciones técnicas, pero la sabiduría va más allá: integra la experiencia, la intuición, la ética y la espiritualidad. Nos invita a mirar el mundo con asombro, a comprender que la verdad no es propiedad exclusiva de una cultura, religión o disciplina, sino un horizonte que se construye entre todos.

Esta mirada sapiencial implica reconocer que lo divino, lo humano y lo cósmico no son esferas separadas, sino dimensiones interpenetradas de la misma realidad. Panikkar lo llama visión cosmoteándrica: una manera de entender que cada acción humana tiene resonancia espiritual y ecológica.

La sostenibilidad relacional para el cuidado de la Casa Común implica “repensar el pensamiento” (Morin) para abrirse al conocimiento del todo en la parte y de la parte en el todo. Comporta repensar la realidad misma y al ser humano, en diálogo con propuestas latinoamericanas como el “estar siendo” (Kusch), el “sentipensar ontológico” (Cepeda), la “antropología del corazonar” (Guerrero Arias).

La triple sabiduría

Aquí entra en juego la propuesta de la triple sabiduría, que combina tres fuentes de conocimiento inseparables:

Sabiduría divina: el don que sostiene y da sentido a toda vida. Incluye las revelaciones religiosas, creencias y tradiciones que inspiran cuidado, compasión y respeto.

Sabiduría humana: la razón en todas sus formas, desde la ciencia hasta la filosofía, pasando por el arte, la historia y las culturas.

Sabiduría de la Tierra: el conocimiento inscrito en la propia naturaleza, visible en los ciclos, equilibrios y resiliencia de los ecosistemas.

Integrar estas tres dimensiones significa que, al profundizar en cualquiera –lo espiritual, lo humano o lo natural– terminamos encontrando las otras. Es un enfoque que rompe la fragmentación del saber y nos prepara para tomar decisiones más completas y responsables.

Aprender de los pueblos originarios

Muchos pueblos indígenas han vivido durante siglos esta triple sabiduría sin llamarla así. Escuchar estas cosmovisiones es esencial para replantear nuestro modelo de desarrollo, hoy atrapado en el consumismo y el aislamiento urbano. En palabras de la exhortación apostólica Querida Amazonia, se trata de dejarse “reeducar” por estas culturas, aprendiendo a habitar tanto selvas y ríos como ciudades y campos, desde un vínculo respetuoso y agradecido.

Es necesario ir al encuentro de los pueblos originarios con el deseo de escuchar, interiorizar y convertirnos ante su bagaje y experiencia sapiencial. Allí podremos aprender a conectar, escuchar y enriquecernos de la sabiduría de la Tierra, que hemos de integrar a la sabiduría divina y la sabiduría humana para enriquecer la sostenibilidad relacional, y que manifiesta y explicita con profundidad al menos en tres grandes verdades: a) somos Tierra; b) hay un saber que brota de la interrelación de todo; c) existe una sacralidad inmanente que no anula la trascendencia.

Hacia una sostenibilidad relacional

La sostenibilidad relacional propone que el cuidado de la Casa Común no se limite a reducir daños, sino que busque relaciones que fortalezcan a todas las formas de vida. Esto exige:

Superar la visión de la naturaleza como “recurso” y reconocerla como sujeto con valor propio.

Colocar la vida integral –y no solo la humana– en el centro de la política, la economía y la educación.

Integrar ciencia y espiritualidad, técnica y poesía, razón y contemplación.

Asumir un diálogo real entre disciplinas, culturas y saberes.

Este diálogo, para ser auténtico, requiere humildad: la disposición a dejarse interpelar y transformar por otras miradas.

Un cambio de conciencia

Lograr este cambio no depende solo de grandes acuerdos internacionales. Nace también de actitudes cotidianas: aceptar límites, rechazar el consumismo, cultivar la comunión con la Tierra y practicar una ética basada en el cuidado y la belleza. 

La triple sabiduría puede ser la brújula que guíe esta transformación. Nos recuerda que cuidar el planeta no es solo un deber ecológico, sino una forma de vivir plenamente como parte de una comunidad más amplia que nos incluye, nos sostiene y nos trasciende •

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