Una experiencia que enciende la vida

Fútbol callejero – Existen experiencias que reflejan de una forma concreta los ideales que motivan una empresa tan grande como es el Mundo Unido, no sin la previa donación de quienes la encarnan. Esta es una de esas experiencias. Wendy y Elena, miembros de Sportmeet de Bahía Blanca, nos relatan cómo el fútbol puede ser mucho más que un deporte, y encontrar en él la oportunidad de generar relaciones que puedan transformar la sociedad.

Por Wendy Lanz y Elena Arias (Sportmeet)

El fútbol es un deporte de equipo que se juega entre varias personas. Es conocido mundialmente y millones de personas lo practican de manera profesional o desde el amateurismo. Su práctica es un punto de encuentro entre amigos y conocidos, en los barrios, en las calles, en los clubes e instituciones. El fútbol, como cualquier deporte, puede ser utilizado positivamente o llevarnos a lugares oscuros. Por eso, nos preguntamos: ¿qué nos puede aportar el fútbol para transformar nuestras vidas y la sociedad? Es, en esta pregunta, donde descubrimos en el “fútbol callejero” (algunos lo llaman “fútbol valorado”), una herramienta válida que nos lleva a preguntarnos: “¿cómo jugamos?, ¿qué conducta tenemos como jugadores?, ¿qué actitudes para con los otros?”. Si ahora nos preguntan si el fútbol es solo un deporte podemos responder que no. El fútbol va más allá de la práctica y del juego en sí. Con esta premisa se implementa la propuesta de fútbol callejero como un medio de transformación social. Pero antes, expliquemos de qué se trata.

¿Cómo se juega el fútbol callejero?

Primero, se juega sin árbitros. Aparece la figura de los “mediadores”, quienes no intervienen directamente en el juego como lo hace un árbitro, sino que su papel apunta a facilitar el diálogo entre los jugadores y promover un clima donde se puedan resolver las diferencias desde el respeto y el diálogo. El mediador no actúa como juez, más bien es un observador de todo lo que pasa antes, durante y después del juego.

Se puede jugar con equipos mixtos (hombres y mujeres). Es así que promueve la participación de todos los que quieran jugar, incluidos los niños, jóvenes o personas con alguna discapacidad.

El partido consta de tres tiempos. En el primero se conforman los equipos y, de común acuerdo entre los dos equipos y con la intervención de los mediadores, se definen las reglas que se proponen para sostener el partido; éstas se constituyen como condiciones al ser aceptadas por ambos grupos. En el segundo se lleva a cabo el desarrollo del partido con sus respectivos tiempos. En el tercero se dialoga y se establecen los puntos respectivos en relación a lo deportivo (cantidad de goles), la solidaridad (cómo se relacionó un equipo con el otro), la cooperación (cómo se trataron los jugadores del mismo equipo), la participación (de cada uno de los jugadores, en los tres momentos) y el compromiso (respeto con las reglas acordadas). Cada uno de estos aspectos recibe puntaje, determinando un ganador del encuentro debido a la suma de puntajes parciales.

¿Dónde hacemos el proyecto de fútbol callejero?

En nuestra Región Pampeana (en la zona de Bahía Blanca y el oeste de la Provincia de Buenos Aires) hoy lo estamos llevando a cabo en tres puntos.

De manera sostenida (como proyecto institucional), en el Centro Social “Nuevos Horizontes”, espacio perteneciente a la Obra de María (Movimiento de los Focolares) en Punta Alta. Se realiza cada 15 días el taller de fútbol con niños y adolescentes del barrio, bajo el lema de “Fair Play: en el fútbol y en la vida”. Participan chicos de entre 8 y 15 años. El proyecto se realiza desde hace aproximadamente dos años y durante este tiempo, en las actividades que se proponen, incluido el fútbol, tenemos como objetivo la transmisión de valores como el respeto, la solidaridad, el compañerismo, la responsabilidad, la amistad, el compromiso, entre otros.

En la localidad de Salliqueló, en tanto, en 2022 hicimos una jornada de trabajo en red con las instituciones comunitarias (Parroquia, Deportes Municipalidad, Programa Envión, CPA, etc.), y en 2024, dos jornadas con Envión –Programa gubernamental bonaerense– en la que también participaron los jóvenes de Fazenda.

En Fazenda de la Esperanza de Carhué (centro de recuperación de personas en situación de adicción, perteneciente al Movimiento eclesial de la “Familia de la Esperanza”). Allí hacemos jornadas ocasionales, desde 2021, donde comenzó este proyecto, a partir de la vinculación con Sportmeet de Brasil (en la persona de Francisco Sebok), con el aporte de un joven que había transitado su recuperación en Fazenda y el compromiso de algunas personas del Movimiento Humanidad Nueva de Bahía Blanca. Detengámonos en el contexto de la “Fazenda de la Esperanza” de Carhué y en su presente.  Decíamos que se trata de un lugar de rehabilitación de personas en situación de adicción, eclesial y abierto a quienes deseen dar el paso de cambiar sus vidas, perteneciente al carisma de la “Familia de la Esperanza”, ubicado en una zona rural. Allí vamos diversas personas del Movimiento de los Focolares desde su fundación, hace ya 12 años. Acompañamos la vida de Fazenda (con visitas frecuentes y distintas actividades) y, a veces, también la de los jóvenes/adultos que realizan su caminata. Allí fuimos hace pocos días para culminar el cierre de año de nuestro proyecto, con la realización de una jornada que contó con numerosa presencia de caminantes y personas del Movimiento de los Focolares de cuatro comunidades de la región (Bahía Blanca, Pigûé, Salliqueló y Punta Alta), y en la que sintetizamos una doble propuesta: durante la mañana, a cargo de un “Equipo de mediadores”, se jugó fútbol callejero. Y por la tarde, en un segundo momento, con el “Equipo de jornadas mensuales”, realizamos un espacio de espiritualidad y diálogos acerca de “las dos caras de una misma moneda”: “Jesús abandonado y compromiso social”. Partiendo de palabras de Chiara Lubich, Margaret Karram y Jesús Morán (fundadora de los Focolares, y actuales presidenta y co-presidente, respectivamente) compartimos las historias y experiencias de diversos jóvenes y adultos que iluminaron a los presentes con su propia vida. Así, la jornada nos permitió jugar fútbol callejero con el planteo de un juego limpio, reglas claras y valores humanos para autorregular la conducta y aportar paz al deporte; y a la vez, moldear nuestro corazón desde la formación espiritual y las experiencias concretas de la vida. Sentimos que no enseñamos nada, sólo tratamos de vivir la unidad y hacer nuestra parte para una humanidad más fraterna, mejor, más plena. Creemos que llevamos el fuego del Amor de Dios al deporte, a las instituciones donde van los chicos, los jóvenes y adultos con vidas vulnerables, difíciles, que abrazamos en la escucha, el gesto, la risa y la profundidad de una charla que puede cambiar sus vidas. Nosotros creemos que hacemos algo por ellos; sin embargo, la experiencia nos dice que son ellos, quienes nos encienden la vida •

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