Aniversario del Centro Mariápolis de Chile – El aniversario del Centro Mariápolis Amore es una oportunidad para celebrar un camino que se inició en la década del 90. Desde entonces hasta el día de hoy, la historia de este lugar ha sido constituida en el vínculo con la comunidad y con quienes colaboraron para construir un lugar muy especial.

Por Leonardo Araya (Chile)

Para hablar del Centro Mariápolis de Chile hay que viajar a los años 90, década de muchos cambios en Latinoamérica, cuando la comunidad chilena crecía considerablemente, especialmente en la zona central. En ese tiempo existía en las comunidades de los Focolares una inquietud muy fuerte de contar con un terreno propio para edificar la casa y crear un centro de formación. Un espacio no sólo de reunión sino también donde se sintiera la acogida del hogar “Focolar”, es decir, la armonía y el amor circulando al estilo del Movimiento fundado por Chiara Lubich.

Se recorrieron los alrededores de Santiago (capital del país) en búsqueda de un terreno de al menos una hectárea. En cambio, lo que se encontró fue un lugar casi ocho veces más grande, con un parque, una casona de fundo sólida más un campo con árboles frutales y una viña.

Este lugar fue, en otros tiempos, la casa patronal de la Hacienda El Huape, en Cunaco, pueblito ubicado en el Valle de Colchagua, en la zona central de Chile. La Hacienda fue donada a la Iglesia por los Valdés Ossa, una familia ligada al venerable Francisco Valdés, primer obispo de Osorno, que trajo el Movimiento de los Focolares a Chile. Este aspecto, junto al hecho de que en esta casona pasó más de algún verano de vacaciones Teresa Fernández (“Teresita de Los Andes”, la primera santa de Chile), influyó positivamente en la decisión de aceptar esta propiedad como centro de formación.

Y así fue como en marzo de 1993 se recibieron oficialmente las instalaciones del Centro Mariápolis. María Cristina González, focolarina responsable del Centro de esa época, comenta: “Contamos con lo mínimo indispensable para acoger, pero la alegría de estar en casa nos hace olvidar todo. Chiara eligió para el centro el nombre Amore, que significa Amor que sostenga la Luz Blanca que debe irradiar”. 

En el caso de Pedro de Tezanos Pinto, director de Fundación Mariápolis, quedó impactado en su primera visita al lugar. “Pese a no contar con la infraestructura adecuada, experimenté cómo resultaba ser un excelente lugar para dar a conocer el Movimiento e inundar la zona. Se instaló un Focolar y, a pesar de los escasos recursos, cada visita era una experiencia única que iba calando a fondo. Imposible quedar indiferente después de estar en un encuentro en este mágico lugar”, dice.

Construyendo el Centro Mariápolis Amore

Cuando se recibieron las instalaciones de Cunaco, el lugar estaba abandonado, lejos de las comunidades de los Focolares y se requería mucho esfuerzo para su habilitación. Todo estaba por hacer, el parque se había transformado en una selva, la casona entera estaba subdividida en muchos cuartos y talleres. Sin embargo, todo era felicidad.

La comunidad estaba motivada por nuestro centro de formación. Se hizo una “campaña del ladrillo”, donde se recaudaron fondos suficientes para hacer habitable la casona y construir el Focolar. Pero lo más importante era la colaboración constante, no sólo de quienes conocían el Ideal de la Unidad sino de muchas personas que no sabían nada de este estilo de vida, incluido los vecinos.

“Los jóvenes de Santiago querían venir inmediatamente a ayudar. Llegaron unas 20 personas el fin de semana, con sacos de dormir o simplemente con frazadas. Una de ellas, recorriendo la casona vacía, repetía: ´Finalmente, finalmente´. Un profesor que nos conocía llegó con sus alumnos, que no tenían idea del Movimiento y, sin embargo, estuvieron ayudando todo el fin de semana”, recuerda María Cristina González.

A través de los años y siempre con el apoyo de la comunidad y los vecinos se fue habilitando cada vez más el Centro Mariápolis. Se recuperó parte del extenso parque, se habilitó la cocina para un formato más masivo y lo mismo para las salas de reuniones. A pesar de que la capacidad de alojamiento se restringe a unas 80 acomodaciones, con el arriendo de carpas y coordinando con colegios y casonas del sector, se realizaron varios eventos con cientos de participantes.

“Una relación muy especial se fue construyendo con los vecinos de la comunidad de El Huape, en Cunaco”, expresa Sara Reyes, vecina del Centro Mariápolis. “Yo conocí el Movimiento hace muchos años, cuando recién llegaban las focolarinas. Fue una experiencia hermosa para mí y para mi familia, compartimos mucho, nos ayudó en nuestra vida, fue un aporte muy especial para la comunidad el hecho de compartir la palabra de Chiara Lubich, tratar de ponerla en práctica”, cuenta.

Uno de los proyectos siempre fue acercar y estrechar el vínculo entre el Centro Mariápolis y la comunidad en que está inmerso. Así lo señala Sandra Naranjo, otra habitante de la localidad de Cunaco. “Conocí gracias a mis hijos y tuve la oportunidad de trabajar en esta gran casona en el tiempo que estaban las primeras focolarinas. Así, con las que fueron llegando, conocí a muchas popas (nombre más familiar con el que se llama a las focolarinas, las mujeres consagradas dentro del Movimiento); personas lindas, amorosas, inolvidables. Hasta el día de hoy las recuerdo a todas”, dice.

El Centro actualmente

En enero del 2014 se crea la Fundación Mariápolis como un medio para formalizar e ir organizando las acciones e inversiones que se estaban realizando en el Centro. Además, el objetivo era para poder postularse a proyectos y subsidios estatales, sin dejar de lado su objetivo de formación y punto de encuentro para actividades que promuevan el mundo unido.

Dentro del plan a largo plazo, junto con la infraestructura se propuso una mayor apertura del Centro, planteándose como un lugar de espiritualidad y formación que invita al encuentro-descanso, brindando espacios de acogida en un ambiente de respeto, fraternidad y unidad.

En diciembre se retomará la Cantata Mariana presencial, un evento musical que congrega a cantantes y grupos musicales que se juntan para cantar a la Virgen. El Centro tiene una cafetería abierta a la comunidad, además de recibir huéspedes de distintos intereses, nacionalidades y creencias.

Al contemplar el presente y luego de estos 30 años, uno como integrante del Movimiento de los Focolares no puede sino sentirse agradecido a todos por haber dado vida al carisma de la Unidad y fraternidad en el Valle de Colchagua, haciendo honor además al nombre que Chiara Lubich dio a este lugar: Centro Mariápolis Amore •

30 años entregando amor
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Un comentario en «30 años entregando amor»

  1. Gracias por el artículo. Me vienen muchos gratos recuerdos. Cómo anecdota contar que siendo adolescente, en un encuentro en el centro Mariapolis viví una alegría particular lavando los platos luego del almuerzo junto con otros jóvenes, adultos y adultos mayores. Desde esa experiencia, muchas veces cuando lavo los platos en casa me transporto a ese momento y es muy terapéutico, sobretodo en la noche después de una jornada intensa. Orgulloso de sentirme parte de esta historia y un desafío poder contribuir a su consolidación.

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