Reducir, reutilizar, reciclar – Tenemos la tarea de ser consumidores comprometidos y conscientes. Por eso es importante que tengamos conocimiento de lo que utilizamos, para saber cómo continúa su vida útil o qué impacto tiene en el medioambiente.

Por María Florencia Decarlini (Uruguay)*

educir, reutilizar, reciclar. Estas tres palabras que han comenzado a incorporarse en el lenguaje diario fueron inicialmente presentadas por Greenpeace en 2004. Luego surgieron otras iniciativas para ampliarlas a 5, 7 y hasta 10. Más allá de eso, la propuesta sigue siendo la misma: realizar pequeños cambios en la vida cotidiana con gran repercusión para el ambiente y disminuir así la basura que generamos.

En nuestra región, la tasa de generación de residuos sólidos urbanos per cápita es de 1kg por día aproximadamente, lo cual se traduce en millones de toneladas de basura al año. Esto, que constituye un grave problema hoy, será mucho mayor en el futuro próximo si no tomamos medidas.

Podemos generar menos residuos dominando el impulso compulsivo a comprar cosas innecesarias, tratando de no adquirir productos con envoltorios innecesarios y envasados excesivos. O sea, es claro cómo reducir. Pero muchas veces nos encontramos ante este dilema: si un producto nos ofrece garantías de respeto ambiental, ¿es mejor optar por uno reutilizable o uno reciclable? 

La naturaleza recicla mediante un proceso de biodegradación. El producto o sustancia se descompone en los elementos químicos que lo forman, gracias a la acción de agentes biológicos, como microorganismos, plantas y animales. Y aquí el compostaje para nuestros residuos orgánicos es una excelente opción. Pero no todos se degradan a la misma velocidad, sino que dependen de la estabilidad de las moléculas que lo forman y de las condiciones ambientales. Algunos de los productos, además, son más peligrosos que otros. Mientras que la cáscara de una banana demorará de 2 a 10 días en descomponerse, un pañuelo de algodón lo hará de 1 a 4 meses, una lata de aluminio en 10 años, una botella de plástico en 1000 años y una de vidrio en 4000 años.

Por eso, si son cosas de las que no podemos prescindir y no podemos reutilizar de otros modos, nos queda sólo la posibilidad de evaluar su reciclado. El reciclado no siempre es sencillo, necesita grandes cantidades de energía y agregado de aditivos (o sea, más sustancias químicas) y en pocos casos se puede volver a obtener un material similar al de partida.

¿Qué es reciclable?

Uno de los pocos materiales 100% reciclables es el vidrio. No se genera ningún residuo o producto secundario en el proceso y puede reciclarse cuantas veces se quiera, con la ventaja además de que es totalmente reusable.

Dentro de los materiales no ferrosos (es decir, que no contienen hierro) están el cobre y el bronce, pero el principal es el aluminio, que se usa en latas de refrescos y bandejas de alimentos. Todos los productos de aluminio pueden reciclarse luego de su uso, siendo económica, técnica y ambientalmente viable.

Dentro de los metales ferrosos, tenemos el acero (una aleación de hierro y carbón) que es fácilmente identificable en los residuos urbanos a través de la separación magnética. Si se logra obtenerlo sin contaminantes es 100% reciclable.

El papel se fabrica a partir de la pulpa de celulosa obtenida de las fibras de árboles o caña de azúcar. Cuando se recupera, se usa para fabricar papel de menor calidad, presentando ventajas de costos, pero sólo puede reciclarse hasta cuatro veces, ya que la presencia de satinados o ceras, restos orgánicos, plásticos, metales y maderas, adhesivos no solubles en agua y humedad, puede complicar su reciclaje. Sin embargo, es preferible reciclarlo antes que enterrarlo, dada las altas emisiones de gas metano que surgen de la degradación de sus residuos.

¿Qué hacemos con los plásticos?

El reciclaje de los plásticos es bastante más complejo, dado que hay distintos tipos y podemos ver su categorización ya que está descrita en los envases. Es diferente la elección si vamos a reusar o a reciclar. Algunos se pueden reusar muchas veces, pero no son los más fáciles de reciclar. Y viceversa.

El plástico más fácil de reciclar es el tipo 1 (PET), que se podría reciclar en los mismos artículos de partida (botellas y envases) o reconvertir en hilos y cuerdas. Debe utilizarse sólo una vez y mantenerse fuera del calor porque desprende sustancias tóxicas.

Los mejores plásticos para reutilizar con alimentos son los que tienen el número 2 (PEAD), 4 (PEBD) y 5 (PP). Son los únicos seguros para almacenar agua, alimentos y otros líquidos porque no desprenden toxinas. Se utilizan en envases de jugos y de yogurt, bolsas para alimentos congelados, bolsas reusables para las compras y bolsas de microondas.

Los plásticos malos para la salud son los que tienen el número 3 (PVC), 6 (PS y EPS) y 7. Se recomienda no utilizarlos en alimentos, ya que liberan sustancias químicas tóxicas, especialmente cuando se calientan. A pesar de esto, encontramos PVC en botellas de aceites para cocinar, envases de condimentos y en paquetes de carnes y embutidos como film transparente. El PS y el EPS lo encontramos en los supermercados en bandejas con carne, pescado, hortalizas u otros alimentos, en cubiertos descartables y en los clásicos vasos de tergopol, que por más que se venden como recipientes térmicos, si se usan para calentar alimentos o para bebidas calientes con más de 80º pueden desprender estireno, otro producto tóxico.

La alternativa del bioplástico

El gran desafío de la nueva concepción de la química es el diseño de plásticos que sean funcionales, pero que no tengan las limitaciones de toxicidad y falta de degradabilidad. Los bioplásticos representan una nueva esperanza y están en pleno desarrollo, buscando retener las propiedades fisicoquímicas termoplásticas a lo largo del ciclo de vida del producto, pero que, una vez depositados en condiciones de compostaje, se biodegraden completamente.

Ropa, pilas, aceites y neumáticos

Tenemos otros materiales, sin embargo, en los que el interés de su reciclado no es tanto por la posibilidad de recuperar materias primas, sino para evitar las sustancias tóxicas para el ambiente que liberaría su disposición en basurales. Es el caso de las pilas y baterías, que contienen mercurio, plomo y cadmio, y son altamente contaminantes. O el caso de los neumáticos o aceites usados en motores que contienen aditivos, impurezas y residuos generados en la combustión y elementos venenosos como el plomo o hidrocarburos poliaromáticos. También los textiles, ya que las fibras de ropa, cortinas, sábanas o toallas se pueden reciclar y reutilizar para nuevos productos.

¡A nosotros, entonces, la tarea de ser consumidores comprometidos y conscientes! •

*La autora es doctora en Bioquímica e investigadora en Química Verde

Recomendaciones para alimentos

  • Utilizar sólo envases tipo PEAD, PEBD y PP para almacenar alimentos, prefiriendo los envases de vidrio, cerámica o acero.
  • Preferir las bebidas envasadas en vidrio o aluminio a las envasadas en PET.
  • Evitar el uso de bandejas y vasos de tergopol (similar al corcho blanco), sobre todo con líquidos calientes y uso en microondas, o para descongelar alimentos.
  • Sustituir el uso de film transparente por bolsitas de cierre hermético tipo Zip, elaboradas con PEAD, un tipo plástico que no desprende toxinas.
  • No usar bolsas de plástico. Sustituir el uso de plásticos por telas, madera, bambú, vidrio y acero inoxidable.
  • Evitar la comida procesada almacenada en bolsas.
  • No usar los plásticos en el microondas, aunque digan ser seguros para el microondas.
Acciones para una vida cotidiana sustentable
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