Incendios en Chile – El mega incendio ocurrido a principios de febrero en Chile provocó graves daños. Personas fallecidas y otras que continúan desaparecidas, casas destruidas por completo. Mientras el país intenta levantarse luego de la tragedia, diversas situaciones de empatía, apoyo y unión aportan un halo de esperanza en esfuerzos colectivos. El calor, el hollín y el paisaje gris contrastan con el amor que se vive alrededor.

Por Pablo Herrera Navarro y Leonardo Araya (Chile)

«Cuánto conoce el corazón chileno de reconstrucciones y de volver a empezar, cuánto conocen ustedes después de levantarse, después de tantos derrumbes” decía en su homilía el papa Francisco durante su visita a Chile en 2018. Y, si de catástrofes se trata, el viernes 2 de febrero un gran incendio forestal ocurrido en Viña del Mar no solo afectó grandes extensiones de bosques y campos, sino que arrasó con más de dos mil casas, en zonas urbanas de Viña del Mar y Quilpué, con casi 150 muertos y varios desaparecidos. No obstante esta tragedia, el dolor y las grandes pérdidas físicas, la solidaridad y el amor que circula entre afectados y la comunidad, no sólo de Viña del Mar, han generado un ambiente de familia sobrenatural, de fraternidad concreta, donde la escucha, el acompañamiento, la cercanía y la disponibilidad le repite a los afectados: no están solos, sufrimos y reconstruimos con ustedes.

Esa fatídica jornada de febrero, los bomberos eran alertados de un incendio forestal frente al Lago Peñuelas, a 18 kilómetro de Viña del Mar, al costado sur de la Ruta 68 que une Valparaíso y Santiago. Al cabo de algunos minutos, esta ruta debió ser bloqueada para protección de los vehículos. Las pavesas1 generadas por el incendio le permitieron superar la autopista y el lago Peñuelas, siguiendo su camino de combustión hacia el norte, por detrás de los cerros que rodean Viña del Mar. Sin embargo, durante la tarde, cambió el viento y el fuego se orientó hacia la costa, hacia la zona urbana de los altos de Viña del Mar. En toda la ciudad se cortó la energía, al igual que la señal de varias empresas de telefonía. Es así que la falta de servicios y el desconocimiento de las vías de escape adecuadas favorecieron la gran tragedia, con el sistema de alarmas llamando a evacuar varias zonas pobladas.

Al mismo tiempo, la solidaridad de la comunidad se movilizaba de todas las formas posibles. Debie y Mariana, voluntarias del Movimiento de los Focolares que viven en la zona siniestrada, cuentan: “Estábamos donde nuestra hermana, empezó un viento muy fuerte y el incendio, que estaba lejos, comenzó a acercarse con una nube negra. Las alarmas de los celulares llamaban a evacuar nuestras viviendas. Partimos rápidamente en auto, pero nos encontramos con un caos en el centro, todas las vías para subir a los cerros estaban colapsadas. Me repetía: Dios me y nos ama inmensamente. Tenía que llegar a encontrar a mis hijos y mi esposo, también mi hermano Cristian. La comunicación por los celulares se cortaba dejándonos incomunicados con nuestros seres queridos. En algún momento entraron mensajes y pudimos enterarnos de que mis hijos llegaron a la casa y evacuaron las mascotas. No pudimos acercarnos con el auto a nuestra población así que comenzamos a caminar rápidamente hacia nuestras casas, cubiertas con toallas por el humo denso. Sentía miedo de que el fuego llegara a nuestras casas y no pudiéramos escapar, pero también le pedía ayuda a la Virgen y a nuestros ángeles. Gracias a Dios pudimos salir y evacuar hacia lo de mi hermana, donde ya habían llegado mis hijos con las mascotas”.

Durante la noche, por la falta de luz, energía y las fuertes ráfagas de viento, el combate del incendio se detuvo hasta el amanecer. A primera hora, algunos residentes regresaron a sus casas entre algunos focos de incendio y quedaron en shock: “Era como estar en una guerra”, dijo uno. “A la destrucción de todo lo material se unían las pérdidas de personas”, agregaron. Varios familiares, vecinos y conocidos habían muerto, entre ellos la señora Irene, vecina muy querida por la comunidad que ayudaba en la Olla solidaria de Villa Independencia.2

Rápidamente, las personas fueron poniéndose a disposición. Lo más concreto fue crear una cuenta bancaria donde recibir aportes económicos. Se generó una cadena de amor que aun involucra a muchos: amigos, familiares, conocidos. También se levantó un catastro de necesidades específicas de varias familias que habían perdido todo y de vecinos que albergaban a otros. Se organizaron grupos para entregar la ayuda e ir a limpiar la zona siniestrada. Marita y Miguel, de Villa Alemana, cuentan su experiencia en terreno: “Pudimos concretar la visita con ayuda para las familias que participan en la Olla solidaria. Fuimos con varios de los nuestros, sus hijos y amigos. Al llegar, impresionaba lo dantesco del escenario, una verdadera postal de guerra. Costaba reconocer calles y hogares en esas condiciones. Fuimos a la casa de Irene, fallecida en el incendio, y ayudamos a su hijo mayor, Braulio, a despejar el terreno. Las personas necesitaban contar lo vivido y ser escuchados, también intentamos aportar en eso. Otra impresión fueron los jóvenes. Fue emocionante ver tantas y tantos con palas y carretillas que se ofrecían a ayudar. Son de muchos lugares y, la mayoría, llegaron por sus propios medios para estar ahí y trabajar”.

Además, agregaron: “Nuestro aporte concreto fue remover hierros, latas, vidrios y escombros en un terreno desparejo donde costaba bastante moverse. Braulio, quemado por el sol, tiznado, cansado y con el dolor de su madre, se mantenía fuerte, con muchas ganas de levantar todo de nuevo. Mientras tanto, encontraba momentos donde nos contaba lo sucedido. Al tiempo que trabajábamos pasaron varias personas a ofrecer agua, colaciones, bebidas. Venían de todos lados, de otras localidades, personas particulares, organizaciones. En la calle también había algunos servicios como Banco Estado, Registro Civil, también personas sirviendo almuerzos, café, ropa. Son muchas las personas que hoy continúan limpiando, reparando cables, sacando escombros, acompañando. El calor, el hollín y el paisaje gris contrastan con el amor que se vive alrededor, son sentimientos encontrados de ver una situación tan difícil pero con tantas acciones concretas de amor”.

Tomás Villalobos, otro voluntario del Movimiento de los Focolares, también compartió su experiencia con una frase: “Los jóvenes toman la delantera. Realizamos una campaña para ayudar a las familias siniestradas de nuestra comunidad; se ha apoyado a la familia de la señora Irene con el retiro de escombros; mi hija Valentina, junto a un grupo de amigos, lideraron una campaña para apoyar a Braulio, que además de su madre también perdió su casa y sus herramientas de trabajo. Tal es así que logramos, en tiempo récord, comprarle nuevas herramientas”. 

Para Carlos Manuel Osorio, superintendente del cuerpo de Bomberos de La Estrella, las primeras semanas de febrero han sido de mucho trabajo. “Nosotros desde el 31 de enero estábamos atacando un gigantesco siniestro en la región de O’Higgins. Incluso se tuvo que pedir ayuda a las regiones vecinas debido a las proporciones del fuego, vinieron bomberos acompañados de helicópteros, avionetas y brigadistas especializados de CONAF (Corporación Nacional Forestal) más otros voluntarios y aun así no dábamos abasto. El primer viernes de febrero nuestros compañeros de Valparaíso recibieron la llamada de que tenían que irse de inmediato porque la situación en ese sector era peligrosa. Cuando logramos comunicarnos con nuestros colegas nos comentaban que era algo que nunca les había tocado, debido a la gran cantidad de víctimas fatales en ese siniestro”, señala.

Mientras se redactaba este artículo, nos llegaron noticias de la Olla Solidaria, reactivada dos semanas después del incendio, para seguir apoyando a los vecinos afectados. Las muestras de cariño y voluntad suman y siguen. Si las primeras semanas fueron de voraces siniestros, estas últimas semanas han sido de campañas. Instituciones como Techo o Desafío Levantemos Chile han organizado campañas que recaudaron impresionantes sumas de dinero que irán en beneficio de los afectados. Por su parte, el popular Festival de la Canción de Viña del Mar tendrá en esta oportunidad un tinte simbólico y se realizarán actividades para beneficiar a la comunidad •

1- Pedazos encendidos que se desprenden de material en combustión. En el caso de incendios forestales, ocurre que vuelan inflamados y generan nuevas fuentes de incendios al caer encendidos sobre material combustible.

2- Actividad social que lleva adelante la comunidad de Viña del Mar desde hace cuatro años en el sector alto, Villa Independencia, que atiende alrededor de 50 personas en necesidad. Durante la Pandemia llegó a atender a más de 150 persona.

Amor y solidaridad en tiempos de catástrofes
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