Apostar a la vocación

Descubrimiento – Todos los seres humanos tenemos una vocación única e irrepetible, que consiste en ser más nosotros mismos. Algo que, lejos de encerrarnos en una actitud egoísta, nos compromete a la vez con nuestra esencia, con el prójimo, con el mundo y con la trascendencia.

Por Julieta Cairo (Argentina)

Hoy en día se destina mucho esfuerzo a prepararse profesionalmente, pero muy poco tiempo a descubrir cuál es nuestra vocación y misión en la vida. A veces se equipara, equívocamente, el término “vocación” con “profesión”, como si ambos estuvieran al mismo nivel. En realidad, la vocación antecede a la profesión, pues le da fundamento y orienta el quehacer hacia la dirección correcta. 

La palabra vocación viene del vocablo latín vocare, que quiere decir “llamar”. Por tanto, la vocación nace de una llamada trascendente que requiere, una vez descubierta, la decisión libre y responsable de responder a dicha invitación. La vocación es un misterio que se va develando poco a poco en la medida en que vamos descubriendo quiénes somos y la finalidad de nuestra existencia. La comprensión sobre la vocación permite entender la dinámica profesional de forma unitaria e integrada en la dinámica personal, familiar y social, de tal manera que la vida profesional no esté desligada de los otros ámbitos de la existencia.

Ser empresario, por ejemplo, no es una simple función o tarea que debemos cumplir, o un medio de sostenimiento económico. Cada profesión, sea cual sea su ámbito específico de desarrollo, implica una dimensión de servicio, cooperando activamente en el desarrollo y bien común de la sociedad. Todos debemos en algún momento de nuestra vida hacernos la pregunta fundamental: ¿a qué estamos llamados y cuál es nuestra misión en la vida? Antes se asociaba la palabra vocación con una vida consagrada, o el camino de casarse y formar una familia. En cambio, este concepto se amplió a nivel social, cultural y eclesial. La idea de “vocación humana” alude al llamado interior que todo ser humano recibe para desarrollar sus propias potencialidades. Como dijimos, el llamado no se limita a la vocación profesional, aunque la incluye. Todos los seres humanos tenemos una vocación única e irrepetible que consiste en ser más nosotros mismos y que, lejos de encerrarnos en una actitud egoísta, nos compromete a la vez con nuestra esencia, con el prójimo, con el mundo y con la trascendencia.

Solo instalados en el descubrimiento y el desarrollo de aquello que verdaderamente somos, podemos dar y recibir del mundo. Pero ¿dónde hallar la vocación? A cada paso nuestras circunstancias internas y externas nos hablan de ella; la vida misma nos invita a comprometernos con ese llamado que no claudica con el tiempo y que se renueva si a nuestra vocación apostamos. Algunas personas han logrado un cierto equilibrio en sus vidas, tanto a nivel personal como profesional, y sienten que no les queda nada pendiente. Se levantan cada mañana, van a trabajar, cumplen con sus obligaciones familiares y, cuando su empresa se los permite, disfrutan de sus vacaciones en algún lugar turístico. Esta manera de vivir está muy bien, aunque también existen personas que a pesar de tener una vida “cómoda”, sienten que todavía les falta algo. Yo lo expreso habitualmente como un vacío.

Es como si en lo más profundo de tu Ser reconocieras que tu vida actual no encaja con quién eres realmente. Entonces empiezas a preguntarte: ¿para qué estoy trabajando aquí?, ¿qué sentido tiene que yo me dedique a esto?, ¿qué otra cosa podría hacer? Empiezas a cuestionarte si no deberías hacer un giro radical en tu vida, y darte espacio para ser lo que realmente eres.

Artífices de la propia vida

Descubrir los talentos personales, agradecerlos y sacarles el partido posible es tarea de nuestra libertad. Partiendo de estos dones recibidos, cada persona, lo quiera o no, es autor de su existencia. Somos dueños de nuestros actos (han dejado en nuestras manos nuestro propio albedrío). Somos nosotros, si queremos, los que llevamos las riendas de nuestras vidas en medio de las tormentas y dificultades. 

¡Somos libres! Este descubrimiento se experimenta con algo de incertidumbre: ¿dónde llevaré mi vida? Para descubrir la vocación se necesita libertad: ¡El reto de la libertad hoy! En una primera aproximación, podemos decir que la libertad es la apertura al infinito, es la capacidad radical de ser protagonistas de nuestras vidas, es un inmenso don que pone en juego todas nuestras potencias y marca decisivamente nuestro carácter y destino. Podemos relacionarlo, por un lado, con alegría y amor, con ansias hacia la plenitud, y por el otro con desesperación, angustia y absurdidad.

La libertad permite alcanzar la máxima grandeza, pero también incluye la posibilidad de un desvío completo. Tiene que ver con la autorrealización y la autodestrucción del hombre. En ocasiones nos enfrentamos a ciertas preguntas: ¿de qué vivo?, ¿cuáles son mis raíces?, ¿qué es lo que configura mi pensar y mi querer? Podemos mirar hacia atrás y con agradecimiento por todo lo que hemos recibido de quienes nos han precedido, por las obras ocultas o conocidas que otros han aportado a este mundo, pero no podemos olvidar que también cada uno de nosotros tiene la misión de alumbrar algo nuevo. Cada hombre es original y único, con cada nacimiento algo singularmente nuevo comienza en el mundo. El ser humano no sólo está dotado de la capacidad de proponerse un fin sino también de ser su propio fin; está llamado a hacerse a sí mismo, poder desplegar sus talentos y convertir su existencia en algo realmente grande.

Cabe esperar de él lo inaudito. Todo hombre puede ofrecer al mundo muchas sorpresas, aportar pensamientos nuevos, palabras nuevas, soluciones nuevas, actuaciones únicas. Es capaz de vivir su propia vida y de ser fuente de inspiración y apoyo para otros. A veces conviene recobrar la mirada de niño para abrirnos a la propia novedad y a la de cada persona, y así descubrir el desafío que encierra cada situación. El mundo será lo que nosotros hagamos de él. Nuestro mundo es lo que hacemos de él, nuestra vida es lo que hacemos de ella. Somos libres a pesar de las circunstancias adversas que nos pueden rodear e influir y no sólo tenemos el derecho, sino también el deber de ejercer nuestra libertad precisamente en este mundo sutilmente tirante en el que nos ha tocado vivir. Nadie debe convertirse en un autómata sin rostro ni originalidad, nadie está destinado a ser un hombre masa. Justamente hoy es más necesario que nunca que tomemos conciencia de la gran riqueza de la vida humana, y busquemos caminos para llegar a ser más hombres y no personas renuentes, asustadas y enlutadas.

La vocación original: llegar a ser tú mismo

Desde el comienzo de nuestra existencia nos encontramos ante un horizonte indefinido, y algún día cada uno debería preguntarse: ¿qué haré de mi vida? Ante las múltiples posibilidades que se me presentan, tengo la tarea de ser yo mismo. Todos somos distintos, y cada uno debe responder a ese llamado profundo que trae desde su origen. Para cumplirlo, es imprescindible llegar a ser uno mismo, aceptarse y ser aceptado por los demás, con sus talentos, sus límites y en su situación peculiar, pues sólo la aceptación de uno mismo, de la propia vida, del propio pasado, conduce al auténtico futuro. La realidad no es una piedra para sentarse resignadamente sobre ella, sino un trampolín en el que hay que apoyar bien los pies para saltar hacia una realidad mejor. Pero desde lo que es, desde la fidelidad hacia uno, que no es otra cosa que la fidelidad al propio proyecto sobre la existencia.Una persona se realiza y es feliz cuando cumple la propia vocación personal, se construye a través de sus actos libres, es artista de su propia existencia. Nuestra vida no es algo dado de una vez para siempre, es más bien un quehacer, un proyecto que tenemos que realizar. Ser libre quiere decir estar abiertos a posibilidades que convertimos en proyectos, el arte de vivir consiste en desarrollar los talentos recibidos. Se trata de afirmar, seguir el camino. Ser el que uno pueda llegar a ser, descubrir la forma original, individual e infalsificable, y armarse de valor para vivir según esa forma. El hombre que utiliza su libertad introduce algo nuevo en el mundo, no por lo que hace, sino por lo que es •


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2 comentarios en «Apostar a la vocación»

  1. ….»Todos los seres humanos tenemos una vocación única e irrepetible que consiste en ser más nosotros mismos y que, lejos de encerrarnos en una actitud egoísta, nos compromete a la vez con nuestra esencia, con el prójimo, con el mundo y con la trascendencia.»…
    Me encantó 💕 la nota editorial sobre «la vocación!»…👍

  2. Hermosa reflexión para seguir en este camino amando y amar a los de más
    sentirse con la libertad y ser participe de cada momento presente y vivir solo vivir y volar encontrarnos con estas realidades de cada día gracias muy hermosa ,reflexión
    Mí vocación la enfermería, y el evangelio es lo que supera todo bien .

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