Borges por Piglia

Libro

Por José María Poirier (Argentina)

Ricardo Piglia
Buenos Aires, 2024
Eterna Cadencia

Más allá de las anécdotas y el perspicaz humor del escritor estudiado, referirse a Borges supone, de una manera u otra, sumergirse en la obra más original e influyente de la literatura argentina. Ese autor que quedó consagrado finalmente como el sucesor de Sarmiento y de Lugones, dejando en la banquina a Roberto Arlt, Leopoldo Marechal, Eduardo Mallea y otros, fue para Beatriz Sarlo (Borges, un escritor en las orillas) el más universal y el más argentino de los escritores rioplatenses. Su observación es central: Borges fue capaz de alcanzar una cultura universal y, al mismo tiempo, comprender el desafío que suponía escribir sobre el mundo desde estas orillas.

El trabajo que ahora nos ocupa es la transcripción de las cuatro clases que Ricardo Piglia (1941-2017), autor entre otras recordadas obras de Respiración artificial, dictara en 2013 por televisión y en colaboración con la Biblioteca Nacional. Piglia comienza con la pregunta “¿Qué es un buen escritor?”, para analizar luego el dilema entre realidad y ficción, los premios y la crítica, la memoria, la voz de los márgenes, el caos y el orden, la biblioteca, la identidad, las traducciones, lapsus (deliberados).

Volvamos por un momento a Beatriz Sarlo, cuya muerte nos privó de una de las mentes más lúcidas: “No existe un escritor más argentino que Borges. Él se interrogó como nadie sobre la forma de la literatura en una de las orillas de Occidente. Pero el tono nacional de su obra no depende de la representación de las cosas sino de la presentación de una pregunta: ¿cómo puede escribirse literatura en una nación culturalmente periférica?”.

Afirma Ricardo Piglia: “Los escritores lo único que sabemos es lo que no queremos hacer, podemos decir qué no queremos hacer, pero no podemos hacer lo que queremos hacer, porque si no todos escribiríamos la Divina Comedia o el Martín Fierro. Sería facilísimo. Lo que sí podemos hacer es decir lo que no nos gusta, lo que no queremos hacer, lo que no nos interesa. Lo otro es tentativo. Y yo tengo la sensación de que Borges estuvo más cerca que nadie de llegar a hacer eso que le parecía que quería hacer. Eso podría ser una primera indicación de lo que es ser un buen escritor”.

Y luego de hablar de la literatura gauchesca y la literatura fantástica (invención de Borges esta última), Piglia se detiene en la siguiente consideración: “¿Qué habrán pensado los lectores de La Nación (en los años 40 del siglo XX) cuando abrieron el diario y se encontraron eso (se refiere al maravilloso cuento “Tlön, Ubqar, Orbis Tertius”)? Menciona a un crítico norteamericano que dice que la literatura fantástica se inventa entre el fin de la religión y el comienzo del psicoanálisis. Pero lo que hace Borges, afirma Piglia, es otra cosa, es la “ficción especulativa” o “literatura conceptual”. Y remata: “No hace falta que el texto esté escrito, hay que tener la idea de cómo puede ser ese texto, después otro lo escribirá”.

Una acotación final, siempre de Piglia: “De algún modo, Borges le debe su éxito como conferencista al peronismo, el peronismo lo dejó sin trabajo y tuvo que empezar a dar conferencias. Y también se lo debe a Estela Canto. Les recomiendo el libro Borges a contraluz, que es lo mejor que se ha escrito a nivel biográfico sobre Borges. Ella es la mujer a la que le dedicó El Aleph y fue uno de los grandes amores de su vida”.

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