Comportamiento – Está comprobado que el uso excesivo de teléfonos celulares por parte de los adolescentes es perjudicial y puede generar graves problemas de salud como la ansiedad. El reto es encontrar la manera de usarlo con equilibrio.
Por Jônia Quédma (Brasil)*
Información, entretenimiento y conexión. ¿Quién podría negar que estas son tres de las grandes ventajas del uso de la tecnología e internet en la vida cotidiana de más de la mitad de la población mundial? Imposible de negar. Hoy en día, hay 6.400 millones de personas que utilizan Internet. Las ventajas son numerosas, pero con un punto de reflexión, y peligro, que ha llamado la atención de especialistas, padres e investigadores: el uso excesivo de pantallas, especialmente entre los adolescentes, tiende a convertirse en perjudicial para la salud.
Si miramos a Sudamérica, las investigaciones muestran que Brasil ya ocupa el segundo lugar en el mundo en tiempo de pantalla, con más de la mitad del tiempo dedicado a actividades cibernéticas, como el uso de redes sociales, motores de búsqueda o simplemente trabajar frente a la computadora. Estudios realizados en varios países destacan que el uso excesivo de smartphones se asocia con mayores niveles de ansiedad y otros problemas de salud física y mental entre los adolescentes.
Para la psicóloga Natália Dalmácio está comprobado que el uso excesivo de pantallas impacta en las habilidades sociales y el desarrollo emocional de los adolescentes. Existe una creciente demanda de seguimientos familiares que reflejen la investigación sobre la relación entre la hiperconexión digital y los trastornos mentales. “Ya se conocen los problemas físicos, la obesidad, la poca actividad cognitiva, la memoria, el empobrecimiento del lenguaje, la falta de concentración, la agresividad. Incluso los emocionales, como la depresión y la ansiedad, problemas derivados del exceso de pantallas. Y esta es la fase importante del desarrollo cerebral, del ejercicio de toma de decisiones, esencial para los adolescentes”, enfatiza la especialista.
Dalmácio atendió recientemente a una niña de 12 años que, según su madre, se queda despierta toda la noche entretenida con su teléfono móvil. La niña no tiene interés en salir de la casa, no habla, pero la madre solo lamenta que su hija pase mucho tiempo en su celular y permite que la adolescente controle su propio tiempo de uso del dispositivo. “En este caso, hay básicamente dos aspectos involucrados: a menudo, los padres no son conscientes del impacto, de lo dañino que puede ser dejar que el adolescente decida cómo usarlo. Por otro lado, el adolescente no puede prever situaciones peligrosas y necesita del adulto, quien, si no ocupa ese lugar, deja que los problemas crezcan”, explica.
En estas situaciones, el paciente presenta otros síntomas: falta de sueño, fatiga mental, agresividad, apetito desregulado, que ya señalan una ansiedad instalada. Dalmácio dice que hay justificaciones para el contexto: “Puede ser una familia en la que uno o más cuidadores pasan mucho tiempo fuera de casa, trabajando, y no siguen de cerca la rutina de los adolescentes. Entonces es necesario equilibrar las necesidades de todos los involucrados”, señala. Además, sostiene que muchas veces los padres no se dan cuenta de que el hábito del celular ya se ha convertido en una adicción y no lo consideran grave.
Para la psicóloga es un mito decir que el acceso a la pantalla trae beneficios al desarrollo. “Lo que ocurre es que causa daño al cerebro, a la sociabilidad y a la comunicación, promueve el aislamiento y afecta los procesos
cognitivos. Ahora se llama a los adolescentes la ‘generación de la dopamina’, asociada a la
hormona del placer estimulada en los adolescentes”.
El camino de la ansiedad
El miedo o ansiedad extrema de estar sin un teléfono celular o estar desconectado de la tecnología se ha ganado el nombre de Nomofobia. Es uno de los trastornos mentales ya mapeados como consecuencia del exceso de tecnología. A esto se suma la angustia de no recibir una respuesta después de enviar un mensaje de texto o ser ignorado, generando ansiedad e inseguridad en las relaciones virtuales; la tendencia a buscar síntomas de enfermedades en internet, lo que lleva a una interpretación exagerada y ansiosa de los resultados; depresión causada por las interacciones sociales (o la falta de) en las redes. Todo ello asociado a comportamientos propios de la dependencia digital.
En cuanto a las sensaciones provocadas por el uso del teléfono móvil, con tendencia a la ansiedad, Dalmácio explica que el deseo de likes (aprobación), así como el sentimiento de rechazo, puede conducir a la agresividad, al bullying y a las ideas suicidas. “Gran parte de la ansiedad está relacionada con la comparación excesiva, lo que provoca frustración por no tener la vida perfecta que se ve en los perfiles de Instagram o TikTok. Muchos dejan de vivir su propia vida para vivir la del otro, debido al encanto de internet. Dejan de trabajar, de estudiar, de hacer ejercicio y se quedan allí siete, hasta ocho horas viendo la vida de los demás”, evalúa. “Los adolescentes se caracterizan por la eterna búsqueda de la novedad y el compromiso social, la intensidad y la creación de nuevas ideas, y las redes prometen todo esto, sumado al exceso de información”, añade.
Para hacer frente al complejo panorama, la psicóloga asegura que no hay forma de prohibir el uso de pantallas, ya forma parte de nuestro día a día. “Solo hay que regular. A los padres, que asuman el rol de hablar, de poner límites, de provocar reflexiones en los adolescentes sobre lo efectivo que puede ser equilibrar el tiempo para los adolescentes, el tiempo para el ocio, para el juego, para el ejercicio físico, el tiempo para la conexión con la familia y la naturaleza”, propone.
Promover la relación y el diálogo con los adolescentes es primordial, argumenta la especialista. “La escucha y la empatía son necesarias para acercarse, para ayudar al adolescente, para hacerle ganar autonomía, propia de esta fase. Favorecer la libertad con responsabilidad, para dirigir las decisiones y elecciones del adolescente, en un ambiente seguro y con el apoyo de los adultos, es fundamental para bajar los niveles de ansiedad” •
*Este artículo fue publicado originalmente en Cidade Nova Brasil
Estamos en tiempos muy complejos, y todo nos lleva a sentir necesidad de información todo el tiempo, en mi familia hemos tomado la decision de eliminar los aparatos móviles, en todas las reuniones de la casa, se conversa, se ríe, se comentan recuerdos de los abuelos y ha resultado muy interesante, hemos alimentado el alma con el cariño de nuestros padres y abuelos, ahh y otra idea que ha resultado es tener solo una tablet para juegos, así los hermanos comparten y restringen su horario.
hola buen día, trabajo con adolescentes y noto permanentemente el uso abusivo del celular, no pueden desconectarse cada vez se hace más difícil poder comunicarse con ellos, tanto adultos como entre pares, se encierran en sus juegos en red. Hace poco lo viví con mi nieta de 3 años su madre se dio cuenta que le provocaba episodios de ansiedad y paulatinamente comenzó a restringirle menos tiempo y ahora la vemos más comunicativa y participativa.