Recursos naturales – Con el lanzamiento del EcoPlan, que impulsó el Movimiento de los Focolares con el objetivo de repensar nuestro vínculo con el medioambiente, nos propusimos adoptar un estilo de vida moderado y aprender cómo ahorrar recursos naturales. En estos tiempos en los que la falta de precipitaciones ha generado un déficit hídrico en toda la región, nos preguntamos cuál debería ser nuestra actitud respecto de este preciado bien que es el agua.
Por Red EcoOne (Cono Sur)
¿Qué podemos hacer, además de estimular a las instituciones para que intervengan prontamente y con eficacia e implementen las acciones necesarias? Antes que nada, tomar conciencia de que disponer de agua limpia y más aún, potable, es un privilegio que no muchos en el mundo pueden tener. Por lo tanto, debemos utilizar solo la necesaria y no derrocharla.
En la rutina diaria realizamos acciones de aseo como lavarnos los dientes, las manos; los hombres se afeitan, lavamos la vajilla. En todas estas tareas debemos evitar dejar la canilla abierta. Por ejemplo, si nos lavamos los dientes con la canilla abierta gastamos alrededor de seis litros, mientras que al abrirla solo cuando lo necesitamos gastaremos menos de medio litro. Por su parte, para lavar los platos podemos usar una palangana. Y si vamos a utilizar el lavarropas o el lavavajillas, es imprescindible hacerlo cuando estos se encuentren siempre llenos.
Podemos elegir ducharnos en lugar de bañarnos y también reducir el tiempo en que lo hacemos (¡una ducha estándar de 10 minutos gasta 200 litros de agua!), además de cerrar la canilla durante el enjabonado. Cada vez que usamos la cisterna del inodoro gastamos entre 9 y 10 litros de agua… a veces, para arrastrar solo una colilla o un papelito. Bastaría con usar la papelera del baño para esto. También se pueden elegir cisternas de doble pulsador, para emplear la cantidad justa en función de la necesidad.
Otro desafío cotidiano es el lavado del coche, que se puede hacer con un balde de agua y esponja, evitando el uso de la manguera. Para regar las plantas o el jardín, por su parte, es mejor hacerlo por la noche, lo que ayudará al ahorro de un 30 % del agua que se evapora cuando el riego se hace en otro momento. Lo ideal sería poder utilizar el agua de lluvia o incluso la que usamos para lavar las verduras.
Y, por supuesto, debemos estar atentos a evitar las posibles fugas de agua. ¡Una canilla que gotee puede llegar a gastar, en un año, hasta 11.000 litros!
Pocas veces somos conscientes de otras prácticas que tienen una incidencia directa sobre la calidad de las fuentes de agua a partir de las cuales se obtiene la que nosotros consumimos. Una es el uso de agroquímicos en nuestro jardín, cuyos residuos terminan por contaminar las capas freáticas y son muy difíciles de eliminar. Otra es la utilización de detergentes que no son biodegradables y también la basura (en particular los plásticos) que, arrojados en forma reiterada en ríos y mares, terminan por contaminar las fuentes.
Las prácticas antes mencionadas son medidas sencillas, que pueden parecer inútiles pero multiplicadas por millones de personas pueden suponer el ahorro de cantidades considerables de agua; nos permitirán sentirnos protagonistas en la lucha contra la sequía y solidarios con los demás habitantes de la tierra •