Despertando los talentos del otro

Hace más de 30 años que trabajo en el Estado Nacional y, además, soy profesor universitario de física y matemática. Cuando a finales del año pasado el gobierno decidió tomar examen de idoneidad a los empleados públicos, uno de los módulos a evaluar era sobre contenidos matemáticos. Este último aspecto generó, desde el primer momento, una gran angustia entre mis compañeros porque, para muchos de ellos tanto profesionales como administrativos, los conocimientos matemáticos habían quedado muy atrás en los años, sumado al “karma” que produce en sí la matemática. 

Desde el primer momento me puse a disposición para tratar de ayudarlos en lo que se pudiera y, simultáneamente, desde dos filiales gremiales de la repartición donde trabajo me pidieron si podía organizar capacitaciones para los que tenían que rendir. Uno de los gremialistas me decía que, más allá de lo que podían aprender, lo importante era que la gente se sintiera contenida y fuera a rendir el examen con confianza. 

Comencé con la capacitación y luego de la primera semana esta persona me dijo que el primer objetivo se logró, la gente estaba contenta y se sentía con confianza. Así fue siguiendo la capacitación. 

A partir de allí, algunos compañeros que poseían algún saber en otro tema empezaron a ponerlo en común. Así fue generándose esta corriente de ida y vuelta. Por otro lado, fueron muchos los agradecimientos que recibí por haber destinado mi tiempo y saberes para poder ayudarlos. Además, tuvimos el apoyo y el aval de nuestros jefes que nos dieron siempre la posibilidad de poder contar con estos espacios. 

Mis compañeros fueron ganando confianza y pudieron refrescar y adquirir nuevos conocimientos. Muchas de las capacitaciones eran “sesiones de terapia matemática” porque servían para canalizar, sobre todo, las angustias. Fue una alegría constatar que todos fueron aprobando. Me comentaban que el módulo en el que mejor se habían desempeñado fue el de matemática. 

Aparte de la reciprocidad, esta experiencia me permitió, en muchos casos, crear relaciones nuevas. Muchos estaban sorprendidos por descubrir sus capacidades en matemática. Y, por otro lado, comprobar que cuando uno se dona, la respuesta del otro es abierta y plena. Es allí donde se produce lo que decía la Palabra de Vida de ese mes: para Dios nada es imposible.

Por Jorge Callejo (Argentina)

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