Un sistema interconectado – ¿Es posible que pequeños cambios en la vida cotidiana puedan conducir a los grandes cambios necesarios para frenar el calentamiento global y permitir un futuro esperanzador a nuestro planeta?
Por María Florencia Decarlini (Uruguay)*
Vivimos en un mundo complejo y a veces subestimamos el poder de nuestras acciones cotidianas. Por eso, el efecto mariposa nos brinda la esperanza de una teoría que pone en luz que incluso aquellas acciones que parecen muy insignificantes pueden llegar a tener un impacto increíblemente grande en sistemas de mayor tamaño. Esta metáfora alude a que una pequeña mariposa, batiendo sus alas en un rincón del planeta, podría desencadenar un huracán en el otro hemisferio. Y nos lleva a explorar cómo las pequeñas perturbaciones se propagan a través del tiempo y del espacio y pueden alterar con su evolución el curso de los diferentes eventos.
Un meteorólogo estadounidense llamado Edward Lorenz, alrededor de la década de 1960, estaba trabajando en modelos de predicción del clima y de repente se encontró con unos resultados totalmente inesperados. Estaba alimentando con datos históricos un programa en la computadora para predecir el estado del tiempo. Al introducir un pequeño redondeo en las cifras, descubrió que esa variación mínima inicial producía alteraciones notables a corto y mediano plazo. De este modo su teoría plantea que, en un conjunto de variables, la modificación en alguna de ellas, por pequeña que sea, puede generar alteraciones enormes, transformando la totalidad del sistema.
Y es que la naturaleza es un sistema completamente interconectado donde las acciones que ocurren en un cierto ecosistema pueden afectar de manera impresionante a otro completamente distinto, ya sea en el mismo espacio temporal o con cientos de años de diferencia. Uno de esos ejemplos es el del clima: las pequeñas variaciones en la temperatura, la humedad o la presión atmosférica en un lugar pueden influir en patrones climáticos mayores. El aumento de un par de grados en la temperatura local puede originar el derretimiento de un glaciar, así como el derroche de recursos naturales en un lugar del mundo ocasiona las consecuencias climáticas en el otro extremo.
De la misma forma sucede con la introducción de nuevas especies invasoras: una pequeña e insignificante hormiga puede desencadenar una cascada de cambios que afectan a las poblaciones de su alrededor y, con ello, a la apariencia y estructura general del ecosistema. Todos hacemos parte de un caos perfecto y cualquier cambio que hagamos generará inevitablemente variaciones a nuestro alrededor. Es una constatación más de que todos nuestros actos están conectados y que las posibilidades de interrelación son impredecibles. Es un aliciente más cuando sentimos la tentación de bajar los brazos pensando que nuestro compromiso diario por el ambiente es insignificante •
*La autora es doctora en Bioquímica e investigadora en Química Verde